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Sergio Jaramillo, Alto Comisionado de Paz, Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador y Alejandro Eder, director de la Agencia Colombiana para la Reintegración.

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¿Quién trata de sabotear el proceso de paz?

El presidente Santos señaló a “fuerzas oscuras” como responsables de las ‘chuzadas’.

4 de febrero de 2014

La anécdota la contó el exconsejero de Paz de la administración Belisario Betancur Otto Morales Benítez: “Me voy porque aquí hay ‘enemigos agazapados‘ de la paz”. Así renunció, hace tres décadas, a su cargo el humanista y pensador que por la época intentó una salida negociada al conflicto armado con las FARC.

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La situación, de cierta manera, se repite este martes en momentos en que el presidente Juan Manuel Santos adelanta una negociación con la misma guerrilla en La Habana, Cuba. Semana.com reveló en las últimas horas la existencia de un local en el occidente de Bogotá que funcionaba como restaurante pero también como centro de enseñanza de informática.

Desde ese lugar, miembros del Ejército habrían espiado las comunicaciones de algunos integrantes del grupo negociador del Gobierno, según confirmó este portal en una investigación de más de un año y verificada con cerca de 25 fuentes. Entre los chuzados están Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador; Sergio Jaramillo, alto comisionado de Paz, y Alejandro Éder, director de la Agencia Colombiana para la Reintegración.

Al enterarse Santos rechazó de manera enérgica las interceptaciones ilegales: “La información que ha surgido de una operación de inteligencia donde aparentemente se les estaba haciendo inteligencia a funcionarios del Estado, específicamente los negociadores del proceso de paz en La Habana, es algo totalmente inaceptable”.

Al respecto, el mandatario dio instrucciones “perentorias” al ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, y a los comandantes de las Fuerzas Militares y del Ejército para que “investiguen hasta el fondo sobre esta situación: hasta dónde ha podido llegar este uso ilícito de la inteligencia, quién está detrás de esto, quién puede estar interesado en investigar, en grabar y en interceptar a nuestros negociadores de paz”.

Aunque Santos no usó la expresión enemigos agazapados de la paz, sí sentenció: “Hay fuerzas oscuras” detrás de este episodio y que “estas fuerzas oscuras están tratando de afectar el proceso (de paz)”.

Pero ¿quiénes son esas “fuerzas oscuras” y por qué esas “fuerzas oscuras" chuzaron a las delegados del presidente en la Mesa de diálogo? Estas son las preguntas que se hacen hoy los colombianos. De entrada hay que descartar que el ‘chuzador’ sea el propio Gobierno.

Las razones son de peso: Humberto de la Calle es un hombre de entera confianza del presidente Santos y durante todo el proceso no sólo ha demostrado una lealtad de hierro, sino que en todo momento lo que ha dicho en público y en privado se ajusta al guion dictado por Santos. Entre los dos hay una comunicación permanente. Cada vez que los negociadores llegan de La Habana, De la Calle se va a la Casa de Nariño y le cuenta todo lo que ocurre en La Habana.

Una situación similar pasa con Sergio Jaramillo y Alejandro Éder. Ambos son funcionarios de la entraña del presidente y son sus incondicionales en todos los escenarios. De hecho, Jaramillo fue su viceministro en el Ministerio de Defensa, luego su consejero de Seguridad en la Casa de Nariño y ahora su consejero de paz. “Con Santos conforman un verdadero equipo que está blindado contra cualquier fisura”, dice una fuente que los conoce.

Como se descarta que Santos conoce todo lo que hablan sus negociadores, hay que buscar las pistas en otros actores que no sepan lo que allí se dice y que son capaces de montar una oficina ilegal para ‘chuzar’. Semana.com tiene la información de que es un sector del Ejército.

Y aquí se abren dos posibilidades: La menos mala se trataría de aquellos que buscan saber de qué se habla en La Habana porque creen que allá se está definiendo su futuro, en particular, y el del estamento militar, en general. El exministro de Defensa Camilo Ospina es partidario de esta tesis.

La peor posibilidad es que la que se refiere a un sector de los militares que busca supuesta información de los negociadores con el fin de usarla para hacer daño. Bien dándosela a un tercero, como un opositor del Gobierno, o para sacarla fuera de contexto y afectar el proceso de paz.

“¿Quién está detrás de esto? ¿Quién puede estar interesado en investigar, en grabar y en interceptar a nuestros negociadores de paz? ¿Qué fuerzas oscuras están detrás de esto? ¿Hay ruedas sueltas dentro de la inteligencia del Ejército? ¿A quién le están informando? ¿Quién filtró la información?”, son las preguntas que se hace Santos.
 
El presidente está muy molesto. Según una fuente de la Casa de Nariño, el mandatario está dolido por el tema de la lealtad. “Si alguien ha sido generoso con los militares ha sido Santos. Por eso está decepcionado”, dijo.

Pero lo más grave, desde la perspectiva del mandatario, es que estas situaciones en realidad pueden afectar el proceso de paz, que es la bandera por la que Santos se ha jugado su destino político. “El presidente honestamente cree que en esta ocasión se puede firmar la paz con las FARC y por eso se ha metido de cabeza en esto. No por una ambición personal, sino por un propósito nacional”, agrega la fuente.

De ahí el enorme impacto que tuvo esta noticia revelada por Semana.com y, lo más importante, que se haga claridad de los propósitos y quién son las fuerzas oscuras.