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RECONCILIACION A LA VISTA

Después de tres años de separación el príncipe Andrés y Sara Ferguson piensan volver a <BR>casarse.Pero la corona británica se opone.

29 de noviembre de 1999

Mientras la mayoría de parejas divorciadas no quieren ver ni en pintura a sus antiguos
compañeros los duques de York atraviesan por uno de los momentos más estables de su relación y
aseguran que están dispuestos a regresar al altar. Fergie y el príncipe Andrés no sólo viven todavía en la
misma casa sino que se reparten el cuidado de sus hijas Beatriz y Eugenia.
La muestra más clara de la confianza que hay entre ellos se comprobó hace unas semanas durante la fiesta
sorpresa que el príncipe le organizó a su ex esposa para celebrarle su cumpleaños número 40. A la
reunión asistieron varios ex amantes de la duquesa, entre los que se encontraban Paddy Mc Nally y el
millonario texano Steve Wyatt, con el que Fergie fue fotografiada en situaciones embarazosas. Como prueba
de los gratos momentos que vivió al lado de su esposo Fergie aún conserva la argolla de matrimonio y
afirma que si se llegara a casar con otro hombre no se la quitaría. A esta felicidad se suma su recuperación
económica, pues la duquesa ha pagado todas sus deudas y se ha convertido en una exitosa mujer de
negocios.
Pero no todo es alegría para los duques de York. En el seno de la familia real la posible reconciliación no se
ve con buenos ojos. Los Windsor no le perdonan a Fergie el atrevimiento de divorciarse de uno de sus
miembros y desde entonces se han encargado de recordarle que ya no es una de ellos. El distanciamiento
con sus cuñados se hizo evidente en el matrimonio del príncipe Eduardo y Sophie Rhys-Jones cuando
decidieron no incluir a Fergie en la lista de invitados. La situación es tan tensa que incluso en las
reuniones familiares la reina no permite que su ex nuera se siente a la mesa con los demás nobles y, como
si fuera poco, en la pasada Navidad le cobraron 60 dólares por los árboles que mandó cortar para adornar
su casa.
Sus principales detractores son el príncipe Carlos y su padre, el duque de Edimburgo, quienes no han
ocultado el fastidio que sienten por ella. Carlos no le habla y para evitar encuentros casuales trata de
organizar la agenda de sus hijos de manera que no coincida con la de sus sobrinas. Su ex suegro no la
soporta y confiesa en voz alta que la irreverente pelirroja es un ser despreciable.
Pero Fergie no se inmuta con las ofensas. Cuando le preguntan sobre su relación con los Windsor la duquesa
saca a relucir la diplomacia inglesa y responde con halagos y sonrisas los ataques de su familia política.
El tema se ha convertido en el plato fuerte de los periódicos londinenses, que pronostican un año nuevo lleno
de emociones en el palacio de Buckingham ya que Fergie está dispuesta a recobrar lo que algún día fue
suyo.