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Los resultados abrieron el debate sobre la necesidad de reformar el sistema de educación y mejorar la formación, escogencia y calificación de los maestros.

EDUCACIÓN

Educación, a repetir el año

Los resultados de las pruebas Pisa demuestran que la educación en Colombia no es buena y va por mal camino.

7 de diciembre de 2013

Cada quien habla del baile según como le va. En China, Corea del Sur, Vietnam y Polonia hay una gran felicidad; en Finlandia o Canadá, orgullo; en Estados Unidos, España o Francia, preocupación; y en México, Perú y Colombia, un sentimiento generalizado de fracaso. Todo, no por el sorteo del Mundial, sino por los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (Pisa).

Y no es para menos. Todos los países miembros de la Ocde, o los que aspiran a entrar, como Colombia, esperan cada tres años, desde 2000, los resultados de las evaluaciones de matemáticas, lectura y ciencias que se les hacen a más de medio millón de jóvenes de 15 años.


A Colombia, como se sabe, le fue muy mal, pues quedó en el puesto 61 de 65 países, solo por encima de Perú, Indonesia y Catar, lo que ha abierto un debate nacional sobre el evidente fracaso del sistema educativo del país, sobre todo si se miran otras cifras del informe que apenas se están conociendo.

Los resultados de las pruebas que acaban de salir son poco alentadores para Colombia. En 2006 ocupó la posición 52 de 57 naciones evaluadas, y en 2009 quedó en el puesto 52 de 65 países. si bien en las de 2012 los puntajes crecieron un poco, se evidencia una clara reducción del ritmo. Además fue superado por otros alumnos como los de Brasil, que tuvieron un impresionante desempeño.

Lo segundo es que, más allá de la caída en el escalafón de diez puestos, los resultados para el grueso de los estudiantes son malos, no solo ahora, sino en 2006 y 2009. En matemáticas, en las tres pruebas, más del 70 por ciento de los estudiantes ni siquiera llegó al nivel 2, considerado el mínimo para pasar las pruebas (ver gráficos) y para desempeñarse en la sociedad. En lectura, en promedio, la mitad de los estudiantes tampoco pasó la prueba. Lo mismo en ciencias, en donde los rajados superan el 60 por ciento.

Lo paradójico de estos resultados, especialmente en matemáticas, es que los propios estudiantes dijeron tener las mismas o más horas de clase que los estudiantes de los países más avanzados y sentirse familiarizados con los problemas. Sin embargo, el resultado es pésimo, en parte porque no saben cómo poner en práctica los conocimientos, les falta confianza, especialmente a las niñas, y hay dificultades para resolver problemas comunes.

Tercero, los resultados de las pruebas son más preocupantes si se analizan los indicadores nacionales. En Colombia fueron escogidos al azar 9.000 estudiantes de Bogotá, Medellín, Manizales y Cali, en representación de 560.000 estudiantes. La ciudad a la que le fue mejor es Manizales y la única que tuvo reducción en los puntajes fue Bogotá. Al comparar los resultados de las zonas urbanas con las rurales, se encontró una gigantesca brecha, que equivaldría a dos años de educación. Casi la misma que tiene Colombia con los mejores países de la Ocde.

Otra gran brecha se registra entre hombres y mujeres en matemáticas y ciencias, que deja en claro, según varios expertos, que el sistema educativo no está capacitado ni les está dando a las niñas la formación y confianza que requieren. Las mujeres solo superan a los hombres en lectura, pero al compararlo con los demás países, las colombianas solo superan a las albanesas.

Y el último dato, más revelador y polémico, es la diferencia entre los colegios públicos y privados. Según Pisa, es de 50 puntos, algo que podría equivaler a unos dos años de educación. Pero cuando se eliminan las diferencias sociales y económicas, Pisa encontró que prácticamente no hay una mayor diferencia a la hora de formar a los estudiantes en las competencias que se requieren en el mundo actual. Por el contrario, en Brasil, Argentina, México o Uruguay, los planteles privados sí generan diferencias importantes.

Estas y otras cifras desnudaron los problemas estructurales del sistema educativo colombiano. Las mayores críticas se han centrado en el Ministerio de Educación y los maestros. Los analistas consultados por SEMANA advirtieron que la actual administración se ha centrado más en trabajar en la primera infancia y en la primaria, en especial en cerrar las brechas entre los estudiantes de las grandes ciudades y los de las pequeñas y las zonas rurales.

Ese programa es necesario y rendirá sus frutos en diez años, pero al parecer la secundaria está descuidada. Claro que no todo en las pruebas fue malo, pues a Colombia se le reconoció el aumento de la cobertura, la asistencia regular y puntual a clases, la alta motivación de los estudiantes por aprender, incluso matemáticas, y a sentirse capaces de resolver problemas. También se reconoció la importancia del preescolar.

Ahora bien, lo que parece cada vez más claro es que el modelo que creó la Ley 115 de 1994 de Educación debe ser cambiado, pues algunos equiparan a la educación con lo que le está pasando a la salud, que también fue modificada por esa época. A partir de ese año, se decretó una libertad de cátedra en el que cada colegio puede diseñar su propio plan de estudios. Además se cambió la calificación de conocimientos a logros y habilidades. 

Con esta reforma, se acabaron las guías, los libros obligados y las clases que privilegiaban el aprendizaje de memoria. Materias como historia y geografía como cátedras únicas, algo que ni siquiera hoy está en discusión en Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Japón o China, fueron borradas de los programas. Algo que explica por qué un estudiante de hoy no sabe si Guillermo León Valencia fue un presidente o un ministro.

Esta libertad, según los expertos de la Ocde, funciona en países como Finlandia, donde los mejores estudiantes son formados para ser maestros, tienen un buen salario y gozan de prestigio social. Según las pruebas Saber Pro que realiza el Icfes a los estudiantes que se van a graduar de la universidad, los licenciados en educación salen en casi todas las materias en los peores lugares.

Por eso muchos se preguntan si llegó la hora de reformar la ley y que el Estado retome, tal y como lo está haciendo con la salud, su papel de liderazgo, que se diluyó y perdió a manos de las secretarías departamentales y municipales de Educación. Muchos expertos consideran incluso que es tiempo de que en los colegios públicos regresen a las guías para proteger a los estudiantes de los vacíos y errores de los malos profesores.

Tres de los rectores de los mejores colegios del país, consultados por SEMANA, coincidieron en afirmar que el origen de esta crisis es multicausal, pero apunta a la calidad y formación de los maestros. El hermano lasallista José Gregorio Contreras, rector del Instituto Técnico Central, un colegio público, considera que la carrera profesoral está dirigida hacia aquellos profesionales que no pudieron ejercer sus carreras y que buscan en la docencia una forma de ganarse la vida. A esto se le suma la mala condición salarial, pues los sueldos en muchas ocasiones no superan el millón y medio de pesos.

Lo mejor de las pruebas Pisa es que abrieron un debate sobre un tema trascendental para el país, pero que solo se discute en círculos cerrados. Es hora de que el Estado y los demás actores que participan en la educación se sienten a dialogar y a reflexionar sobre qué modelo educativo queremos para nuestros niños y jóvenes, sobre todo cuando el país comenzará afrontar grandes retos y transformaciones como lo son, por ejemplo, la entrada en vigencia de los TLC y un posible acuerdo de paz. ¿Está Colombia preparada desde el campo de la educación para enfrentar esos retos? Que comience el debate.