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En la declaración del pasado 15 de mayo que entregó a fiscales de Justicia y Paz, el exparamilitar Edwin Zambrano, alias William, vincula al general retirado Rito Alejo del Río y al extraditado capo Hernando Gómez, alias Rasguño, con el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado en noviembre de 1995. | Foto: Jose Luis Cubillos/Fiscalía

JUDICIAL

Rito Alejo y el magnicidio de Gómez Hurtado

Un reciente y hasta ahora desconocido testimonio vincula por primera vez al general retirado con el asesinato del líder conservador.

30 de noviembre de 2013

Una explosiva declaración de un exparamilitar llamado Edwin Zambrano, alias William, que supuestamente estuvo presente en una reunión crucial, abriría un nuevo capítulo en el caso del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, en noviembre de 1995. Por primera vez desde ese crimen, hace 18 años, el nombre del general (r) del Ejército Rito Alejo del Río aparece mencionado como uno de los protagonistas y principales responsables del asesinato del líder conservador. 

Del Río fue condenado a 25 años de prisión en agosto de 2012 por su responsabilidad en la muerte de un campesino en 1997, cuando se desempeñaba como comandante de la Brigada 17 en Urabá. El polémico exoficial está detenido desde 2008 y actualmente purga su condena en las instalaciones del Batallón de Policía Militar número 13 en el occidente de Bogotá. A pesar de múltiples señalamientos y sindicaciones por otros delitos, esa es la única condena en contra de Del Río. 

Sin embargo, su situación podría complicarse por cuenta de esta desconocida declaración a la que tuvo acceso SEMANA.

“Para agosto de 1995 se hizo un consenso de comando de milicias urbanas de las autodefensas en la finca Campo Dos en la vía a Valencia presidida por el señor Carlos Castaño, Vicente Castaño y varios narcotraficantes entre ellos Varela, Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, y el general Rito Alejo del Río. Reunión en la que se expuso por parte de los narcotraficantes realizar varios magnicidios. 

En el caso del doctor Álvaro Gómez, este estaba dando bastante incentivo a los medios sobre la influencia del narcotráfico en la campaña de Samper por lo que era necesario betar (sic) esa propaganda para que no se distorsionara una posible negociación de narcotraficantes en el futuro”, dice uno de los apartes del documento de la Fiscalía. 

“Se consideró que el personal más adecuado para este tipo de operaciones era conseguir un enlace con el general Rito Alejo del Río y la brigada de inteligencia de la Décimotercera Brigada en Bogotá. El general determinó que el operativo más seguro sería a la salida de la universidad donde laboraba el doctor Gómez, dijo además que la única forma era filtrar la seguridad por medio del mismo Estado y eso se logró por medio del general a quien señala de ser el autor intelectual de la muerte de Álvaro Gómez”, afirma otro segmento del documento de la Fiscalía, en el cual se compulsan copias para que se investigue al general por las declaraciones del exparamilitar, quien dijo que estuvo presente en esa reunión en la cual supuestamente se planeó el crimen (ver documentos 1 y 2). 

La declaración de Zambrano ocurrió el pasado 15 de mayo durante una audiencia de Justicia y Paz en Barranquilla sobre los crímenes de las autodefensas en los Montes de María. Nació en 1970 en El Bagre, Antioquia, y prestó el servicio militar en el Batallón de Infantería Cacique Nutibara, en el municipio de Andes, Antioquia. En una declaración ante la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación, dijo haber ingresado a las autodefensas por sugerencia del entonces teniente coronel Rito Alejo del Río, quien le habría dicho que en Urabá se estaban conformando unas milicias de contraguerrilla. 

Al principio consiguió trabajo en Mineros de Antioquia, empresa en la que duró poco. Al quedarse sin empleo tomó la decisión de ingresar a los paramilitares que, para entonces, comandaba Fidel Castaño. Para poder ingresar a las nacientes autodefensas, hizo curso en las escuelas la Acuarela y la ECA, siendo instructor el también oficial retirado Carlos Mario García, alias Doble Cero. 

Está condenado por fuga de presos y por los delitos de homicidio agravado, al haber participado en el asesinato del alcalde electo de San Jacinto, Carlos Quiroz. Tras ese crimen se entregó a la Fiscalía en Magangué porque sospechó que sus cómplices, Edwin Tirado, alias el Chuzo, y Juan Manuel Borré Barreto, alias Javier, lo iban a asesinar. Al entregarse lo hizo como informante, pero por la precisión de los datos que estaba suministrando sobre diversos crímenes hizo que los funcionarios del CTI de Cartagena se dieran cuenta que no era un simple delator sino un importante protagonista. 

Desde entonces la Unidad de Derechos Humanos lo acogió y se ha convertido en un testigo creíble y eficiente que ha ayudado en más de una docena de procesos. Razón por la cual es considerado un testigo serio, según confirmaron a SEMANA funcionarios de la Fiscalía. De allí la importancia y trascendencia de su reciente declaración en la que menciona al exgeneral Del Río. 

Fuera de la vinculación del alto oficial como uno de los posibles determinadores del magnicidio, su testimonio también tiene un interesante aspecto al mencionar como otro de los partícipes del crimen al narcotraficante Rasguño. Después de su captura, en 2004, y posterior extradición a Estados Unidos, Rasguño ha entregado múltiples y confusos testimonios en los últimos años sobre el caso Gómez Hurtado. 

No obstante, en estos siempre ha afirmado ser un testigo de oídas que estuvo en una reunión con paras y narcos en donde se habló del tema tras el asesinato de Gómez. Ahora, con la declaración de Zambrano su situación, al igual que la de Del Río, cambia sustancialmente. El capo pasaría a ser considerado ya no como un testigo sino como uno de los determinadores del magnicidio. 

La declaración que entregó Zambrano en mayo pasado fue enviada el 9 de septiembre a los despachos del búnker de la Fiscalía en Bogotá, donde se compulsarán copias en los próximos días para investigar al general Del Río, quien deberá entrar a controvertir y responder por los graves señalamientos que lo vinculan al magnicidio.