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ENTREVISTA

“Hay que recuperar el prestigio de las altas cortes”

El director de Dejusticia, Rodrigo Uprimny, está a punto de acabar el “yo te elijo, tú me eliges” que opera en el Palacio de Justicia.

22 de noviembre de 2014

SEMANA: Dejusticia estuvo detrás de las demandas que anularon la elección de los magistrados Francisco Ricaurte y Pedro Munar. ¿Cómo recibió esos fallos?

Rodrigo Uprimny: Son decisiones muy importantes para combatir el amiguismo en el Estado pues aclaran que está prohibido que un funcionario nombre a aquella persona que a su vez lo había nombrado. En cierta forma, acaban con el “yo te elijo y luego tú me eliges”.

SEMANA: Pero el magistrado Ricaurte ha dicho que fue víctima de una decisión ilegal. Para él la inhabilidad del “yo te elijo, tú me elijes” no existe.


R. U.: Es cierto que en el pasado hubo algunos otros casos semejantes pero eso no quiere decir que por ello se tratara de una práctica legal y legítima. La repetición de una práctica ilegal no la convierte en legal. Uno no puede alegar que es legal pasarse un semáforo en rojo con el argumento de que antes de uno varios otros carros se habían pasado ese mismo semáforo en rojo.

SEMANA: ¿Pero es verdad, como dice el exmagistrado Ricaurte, que el Consejo de Estado se inventó esa inhabilidad para su caso?


R. U.: No. El artículo 126 de la Constitución, que es el que prohíbe el “yo te elijo, tú me eliges”, existe desde que esta se promulgó en 1991. Lo que pasa es que había una discusión jurídica. Literalmente esa norma prohíbe que un funcionario nombre a los familiares cercanos de quien lo nombró, pero no prohíbe específicamente nombrar a quien lo había nombrado. Algunos sostenían que esto último era legal, pero nosotros argumentamos que esa interpretación era inadmisible. Es absurdo que un funcionario pueda nombrar a quien lo nombró pero no pueda nombrar al hermano o al sobrino de este.

SEMANA: ¿Y qué tiene para ustedes de reprochable esa práctica?

R. U.: Que permite una especie de carruseles de favores, que son malos en cualquier democracia pues afectan la igualdad en el acceso a los cargos públicos y deterioran la calidad de los servicios estatales pues las personas llegan a ciertos altos cargos por amiguismo y no por mérito.

SEMANA: ¿Cómo se configuraba el “yo te elijo, tú me eliges” en los casos de estos dos magistrados?

R. U.: Ricaurte y Munar fueron magistrados de la Corte Suprema y, por el sistema de cooptación parcial que existe, participaron en el nombramiento de la casi totalidad de los otros magistrados de esa corte, quienes a su vez eligieron a Munar y a Ricaurte para hacer parte de la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, que a su vez es la que hace la lista de donde la Corte Suprema elige a sus nuevos magistrados.

SEMANA: Es decir, que lo censurable no es que los magistrados pasen de una corte a otra sino la ‘rosca’ que puede formarse en ese proceso.

R.U.: Hay al menos tres problemas. Primero, el sistema de nombramientos en las altas cortes lleva a que el paso de una corte a otra se haga en algunos casos por medio del “yo te elijo, tú  me eliges”, como en el caso de Munar y Ricaurte, que es un amiguismo inaceptable.

SEMANA: ¿Cuáles son los otros dos problemas?

R. U.: Lo segundo es que genera una tendencia a que se forme una especie de elite judicial, que se rota en las cortes, sin permitir que lleguen nuevos magistrados, con otras visiones, que puedan renovar la jurisprudencia. Y lo último es que se afecta la credibilidad de la justicia: una persona que llega a magistrado de una alta corte debe entender que es la culminación de su carrera y preocuparse de hacer buena jurisprudencia y no estar pensando en hacerse nombrar en otra corte.

SEMANA: Ya que habla de ese tema, muchos juristas se lamentan que los magistrados, que antes eran unos sabios, hoy estén envueltos en todo tipo de escándalos. ¿Tiene la misma percepción?


R. U.: Solo en parte. No quiero caer en una visión idílica del pasado, que supondría que los magistrados de antes eran siempre mejores que los actuales. Antes hubo también magistrados bastante regulares y hoy hay aún un buen número de magistrados excelentes, tanto jurídica como éticamente. Pero es cierto que en los últimos años ha habido un deterioro y varios magistrados de estas cortes se han visto inmersos en escándalos e indelicadezas que no ocurrían anteriormente. Es una evolución reciente pero preocupante.

SEMANA: ¿Qué piensa del caso del magistrado Miranda? Con él son cuatro los expresidentes de la Corte Suprema, en cierto modo, caídos en desgracia…

R. U.: Es un ejemplo de esos problemas. Debemos esforzarnos por revertir esa tendencia y que nuestras cortes puedan recuperar el prestigio que tenían hace tan solo pocos años.

SEMANA: Muchos dicen que el Consejo de Estado está tomando el liderazgo que las otras cortes están perdiendo. ¿Comparte esa percepción?


R. U.: Estoy de acuerdo.

SEMANA: A propósito del Consejo de Estado, se está debatiendo allá otra demanda suya, sobre el procurador. ¿Por qué ustedes creen que esa elección fue irregular?

R. U.: Por varias razones, pero la esencial es que el procurador nombró en cargos que no son de carrera a familiares de varios magistrados de la Corte Suprema, que a su vez votaron a favor de Ordóñez para que quedara en la terna, que le permitió ser reelecto por el Senado. Sin los votos de esos magistrados que tenían familiares en la Procuraduría, Ordóñez no hubiera tenido la mayoría necesaria para hacer parte de esa terna. Por esta razón consideramos que la reelección del procurador es nula por haber violado el artículo 126 de la Constitución.

SEMANA: Ese caso ha generado muchos conflictos internos en esa corte. De hecho a usted lo mencionan en un escrito que envío el magistrado Marco Velilla a sus colegas. Allí, él asegura que a Dejusticia le filtraron la sentencia del caso de Ricaurte, y que ustedes citaron textualmente esa sentencia en una recusación en el caso del procurador. ¿Eso es verdad?


R. U.: Eso es falso. Yo recusé al magistrado Velilla y a otros magistrados en el caso de nuestra demanda contra el procurador pues Ordóñez, que hizo parte del Consejo de Estado, participó en la elección de Velilla y de esos otros magistrados. Por eso, creo que Velilla y esos otros magistrados no pueden participar en ese proceso. Mi tesis es que si un funcionario no podía nombrar a quien lo nombró, tampoco podía decidir si este continuaba o no en su cargo.

SEMANA: ¿Y dónde entra ahí la sentencia de Ricaurte?

R. U.: Lo que hice para apoyar la recusación fue invocar la sentencia del caso Ricaurte pues el sentido de esta decisión ya había sido anunciado por la presidenta del Consejo de Estado y era de público conocimiento. En efecto, nuestro escrito de recusación en el caso del procurador es, creo, del 21 de julio y la decisión sobre Ricaurte fue anunciada en junio. Mi escrito contiene referencias a esa sentencia pero, contrariamente a lo que sostiene el magistrado Velilla, no hay ninguna cita textual de esa sentencia pues no nos había sido notificada y no conocía su texto. Reto al magistrado Velilla a que muestre algún aparte de mi escrito de recusación que sea una transcripción textual de la sentencia del caso Ricaurte. Y que si no es así, que rectifique pues, por sus inexactitudes, está induciendo en error a sus colegas del Consejo de Estado.