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Durante las horas valle, la movilidad a mejorado en algunos sectores. También la contaminación ha bajado levemente. | Foto: Guillermo Torres

BOGOTÁ

Sigue el debate por Pico y Placa extendido

Los principales afectados por la medida son las personas de estratos 1 al 3, según un estudio. Centros comerciales y recaudo por sobretasa a la gasolina también resienten el efecto.

8 de septiembre de 2009

Cuando a finales de enero el Alcalde Samuel Moreno anunció que extendería el Pico y Placa a todo el día, las reacciones ciudadanas fueron airadas. Protestaron en el barrio 7 de Agosto, comerciantes y ciudadanos del común porque se les estaban violando varios derechos, el más importante, su derecho al trabajo, pues dependían de su automóvil para laborar.

Sin embargo, poco a poco los bogotanos se fueron acostumbrando a la medida. La mejoría en los tiempos de movilidad, sobre todo en las horas valle, los llevó a resignarse a dejar su carro en la casa dos días a la semana. Algunos, incluso, comenzaron a respaldar esa opción. No en vano, desde 2007 la falta de movilidad aparecía en las encuestas como uno de los cinco principales problemas de la ciudad.

No obstante, ocho meses después la controversia vuelve a abrirse. Según un estudio realizado por Econcept, la firma del economista y ex director de Planeación Juan Carlos Echeverri (quien está contemplando la posibilidad de aspirar a la Alcaldía de Bogotá por el Partido Conservador), el Pico y Placa extendido ha tenido un efecto negativo sobre el empleo, la confianza ciudadana y la economía de la capital.
 
Al analizar los indicadores del comercio urbano desde febrero, señala que su deterioro responde a un gran número de factores macroeconómicos como la inflación, la política monetaria contractiva ejercida entre 2006 y 2008, y el aumento del desempleo.
 
Pero también concluye que a estos elementos se suma la medida en cuestión. “En medio de la crisis económica, el Pico y Placa agudizó la situación del sector comercial y afectó la productividad de la ciudad. Mientras que un 56 por ciento de la contracción del consumo responde al ciclo económico, el 17 por ciento puede ser atribuido al Pico y Placa”, dice el estudio.

Los dueños de locales en Centros Comerciales dicen ser unos de los más afectados con la medida y coinciden con las conclusiones de la investigación. Vicky Solano, representante del capítulo de Bogotá en la Asociación de Centros Comerciales de Colombia, dice que el estudio ratifica lo que sus socios pronosticaron desde febrero: una disminución en las ventas y en el empleo como consecuencia conjunta de la crisis y el Pico y Placa. 

El estudio asegura que el consumo no es el único aspecto económico golpeado por la decisión del Alcalde. Según él, esta también ha generado un fuerte impacto en los ingresos ciudadanos y –sobre todo—de quienes usan el carro como herramienta de trabajo: “para un hogar, perder el acceso a su vehículo durante dos días a la semana, tiene un costo monetario equivalente a un 14 por ciento de su ingreso”. 

El investigador y su equipo concluyen además, que la restricción vehicular de todo el día ha afectado los ingresos del Distrito y señalan que –por cuenta de la medida— entre marzo y abril se dejaron de recaudar alrededor de 48 mil millones de pesos en el impuesto de Industria, Comercio y Avisos (ICA) y un doce por ciento de los recursos de la sobretasa a la gasolina recaudados en el mismo periodo de 2008.

Este último efecto podría considerarse como uno de los más graves y paradójicos, puesto que los recursos de la sobretasa se destinan a la financiación del sistema integrado de transporte masivo, la ampliación y mantenimiento de la malla vial, y el programa de acceso a barrios y pavimentos locales.
 
El Secretario de Movilidad, Fernando Álvarez, no ve así las cosas. Para él, la reducción en el recaudo a la sobretasa es el sacrificio que el Distrito debe hacer para mejorar los efectos que sobre la movilidad tiene el hecho de que en Bogotá haya más de 1.6 millones de carros circulando y que cada año entren cerca de 100.000 nuevos.

Lo otro que argumenta Álvarez es que, según la Secretaría de Hacienda, no ha habido tal disminución en los ingresos el ICA: “El recaudo ha disminuido por la desaceleración económica de la ciudad pero, aún así, de enero a julio aumentó 10,2 puntos frente al mismo período de 2008” dice, e insiste en que el uso del carro no está asociado a la capacidad de consumo.

En últimas, esta discusión se refiere a un debate más amplio sobre un modelo de ciudad. Para Echeverri, las medidas para mejorar la movilidad deben generar menos distorsiones y se puede considerar cobrarle más a quienes usen el carro, en vez de restringirles su uso. Para otros, entre quienes se destacan urbanistas como Ricardo Montezuma y Carlos Pardo, los costos económicos de algunas políticas se justifican cuando la ciudad le apuesta a tener un ambiente sano. A ocho meses de funcionamiento del Pico y Placa, la discusión aún está abierta.