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"SIGUE LA BALA"

El diálogo que se abrió después de la liberación de Gómez, cobró su primera víctima.

19 de septiembre de 1988

Si durante los últimos años la guerra no declarada en Colombia ha dejado cientos de muertos, durante las etapas de diálogo la situación no ha sido muy diferente.
Los asesinatos de Beatriz Elena Monsalve Ceballos, asistente al diálogo de Usaquén a nombre del Frente Popular, y de una empleada de esta organización, Luz Mila Collantes, son prueba de que las treguas no se respetan en este país.

Beatriz Elena Monsalve Ceballos nació en Bello (Antioquia) el 19 de agosto de 1961. Hija de un obrero textil de Fabricato logró, con grandes esfuerzos, terminar sus estudios de Trabajo Social en la Universidad de Antioquia y desde que se graduó trabajó con sectores populares de su ciudad natal. En el barrio La Mesa de Bello (Antioquia), por ejemplo, ayudó a que se estableciera un puesto de salud que venía pidiendo la comunidad de tiempo atrás. A comienzos de los ochenta ya se destacaba como dirigente del Movimiento Cívico de Antioquia, hasta llegar a representar a su departamento en la reunión de organizaciones populares del país, celebrada en Bogotá en 1985. En las pasadas elecciones ocupó el segundo renglón para el Concejo de Medellin, por una coalición integrada por la Unión Patriótica y el Frente Popular.
Alianza que logró un escaño, con su cabeza de lista Gonzálo Alvarez.

Y ahí comenzaron los problemas para Beatriz Elena. A mediados de marzo, en Medellín, se atentó contra la vida de Gonzálo Alvarez y a Beatriz Elena le empezaron a llegar cartas que le daban un plazo para dejar Medellín, pues en caso contrario la matarían. Ella optó por un exilio. Empacó sus maletas, se despidió de su familia y de las comunidades con las que trabajó ocho años y llegó a Bogotá. Pero las amenazas continuaron. Y el 29 de julio en Usaquén un hombre le tomo varias fotografías.

Ese día, aun cuando con un rotundo fracaso, se inauguró una nueva modalidad de operación encubierta: hacerse pasar por periodistas. Los había de la prensa escrita (con libretas); de la radio (con grabadoras); de la televisión (con cámaras) y muchos fotógrafos. Sin embargo, los reporteros de los diferentes medios, en muy poco tiempo se hacen amigos a fuerza de verse, y esos del 29 de julio eran totalmente desconocidos. Tanto, que Noticias 1 realizó un informe mostrando a esos "noveles periodistas". Cuando uno de ellos le tomó varias fotos a Beatriz Elena, ella se le acercó a preguntarle de qué medio era. Como respuesta, el hombre sacó una supuesta placa del DAS y le dijo: "Yo trabajo aquí" y añadió: "Usted no necesita identificarse porque yo ya sé que es una guerrillera H.P.". Aunque ella no le dio mucha importancia a esto, lo comentó con sus compañeros del Frente Popular, quienes lo refirieron a SEMANA.

Y después de la cumbre de Usaquén su vida continuó normalmente. Redacción de comunicados, muchas entrevistas con representantes de la Procuraduría para denunciar asesinatos, amenazas y hostigamientos a sus compañeros de partido en Urabá, y reuniones periódicas con sus copartidarios, hacían parte de su agenda diaria. El jueves 11 de agosto, como de costumbre, Beatriz Elena y Luz Mila Collantes, que vivían juntas en un apartamento en el barrio Santa Isabel, salieron a tomar el bus que las conduciría a la calle 45 con carrera 9a., sede del Frente Popular. A partir de las 8:30 de la mañana, hora en que sus vecinos las vieron salir de la casa, nadie supo de ellas hasta dos días después.

El sábado 13, en la mañana, un deportista que estaba trotando en Chía, municipio en cercanías de Bogotá, se topó con los cuerpos sin vida de dos jóvenes. Al ser trasladados a Medicina Legal, sus compañeros de partido que ya habían elevado ante la Procuraduría una denuncia por secuestro, se trasladaron hasta allí y reconocieron los cuerpos. Beatriz Elena tenía cinco tiros en la cabeza y Luz Mila ocho en la espalda. El arma utilizada había sido la misma, una pistola Colt, calibre 45 y sus cuerpos, según informe de Medicina Legal, presentaban señales de golpes y quemaduras.

La prensa nacional, acostumbrada a destinar un espacio diario a los muertos de la guerra, tuvo que buscar otro para los de la paz y la convivencia nacional. El presidente Barco, interrogado por el Noticiero de las Siete, sobre este hecho dijo: "Esto es deplorable, pero es un caso de los que vivimos constantemente en todo el país, de gente que es acribillada por entidades no conocidas y que se han venido produciendo desde hace muchos años".

"Esas entidades no conocidas", como calificó el Presidente a los grupos que están matando gente aquí y allá, son precisamente a las que denuncian todos los días los Comités de Derechos Humanos, las centrales obreras y, en general, una opinión pública hastiada de tanto crimen sin castigo y de tanta investigación sin final.

Las balas contra la representante al diálogo y a la convivencia nacional podrían considerarse como la continuidad de la ofensiva de "entidades extrañas" contra militantes de partidos políticos que como la Unión Patriótica o el Frente Popular, son asociados a las FARC y al EPL, respectivamente. Pero en este caso la gravedad del hecho va más allá, porque se trata, ni más ni menos, del primer torpedo contra las intenciones de abrir nuevamente el diálogo, surgidas después de la liberación de Alvaro Gómez. --