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TIERRA, AMAPOLA Y MUERTE

Sin que aún se sepa con exactitud quién es el autor de la masacre de indígenas en Caloto, Cauca, lo cierto es que en la zona se sabía que algo así iba a suceder.

20 de enero de 1992


UN DIA ANTES DE LA MAsacre en la hacienda El Nilo, en Caloto, Cauca, el ex constituyente Lorenzo Muelas dio la voz de alarma. En una reunión con altos funcionarios del Gobierno, el indígena paez advirtió que mientras no se solucionaran los problemas de tenencia de tierras, los enfrentamientos entre la comunidad indígena y los terratenientes iba a desembocar en una tragedia.
Doce horas después, 20 indígenas de la familia paez, localizada en el norte del Cauca, fueron acribillados en un acto de barbarie por un escuadrón de la muerte que, de acuerdo con las primeras declaraciones de los sobrevivientes, estaban vestidos con prendas militares. Sin embargo, unas horas más tarde, la primera versión se cambió por una segunda en la que se afirmaba que los asesinos tenían los rostros cubiertos con pasamontañas y todos estaban vestidos de negro. La fatal premonición de Lorenzo Muelas se había cumplido tal como ocurrió con la tragedia de Armero, que también fue anunciada por el alcalde de esa ciudad.
Este horrendo crimen, que se suma a una larga lista de dirigentes indígenas asesinados durante 1991, llevó al propio presidente de la República, César Gaviria, a realizar una visita relámpago al sitio donde se produjo la matanza. A las dos de la tarde del miércoles, en un helicóptero militar, Gaviria se hizo presente en la finca El Nilo, donde ocurrió el genocidio. Durante una breve reunión con el comandante de la III Brigada, general Víctor Julio Arévalo, se enteró personalmente de los hechos. La primera reacción del mandatario fue de repudio y en medio de los escombros de las chozas que habitaban los indígenas afirmó que