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'Washington, tenemos un problema?'

Con el asesinato de un estadounidense y el secuestro de otros dos, todos en misión oficial, las Farc pueden desatar la ira del Tío Sam.

16 de febrero de 2003

En la misma semana de los ataques de Neiva y de El Nogal, las Farc protagonizaron otro episodio violento que puede llegar a terminar en una reacción sin antecedentes por parte del gobierno de Estados Unidos: ejecutaron a un ciudadano estadounidense y a uno colombiano y muy probablemente secuestraron a tres más, cuando cumplían una misión de inteligencia en el Caquetá.

Si se confirma lo que al cierre de esta edición se daba ya como un hecho, sería la primera vez que este grupo subversivo secuestra a un grupo de estadounidenses directamente relacionados con la misión del gobierno del presidente George W. Bush, en la lucha contra las drogas y el terrorismo en Colombia.

El presidente Alvaro Uribe confirmó la noticia: "Dos integrantes del avión, un sargento de nuestro Ejército y un ciudadano norteamericano, fueron asesinados", dijo el viernes pasado, horas después de ocurridos los hechos.

El sargento de inteligencia del Ejército colombiano, Luis Alcides Cruz, recibió un disparo a quemarropa en el pecho y el estadounidense, Dennis Thomas, tenía un tiro en la cabeza.

Uribe no se refirió a la suerte de los otros tres ocupantes, pero una fuente extraoficial cercana al Ejército le dijo a SEMANA que fue interceptada una conversación entre subversivos del tercer frente de las Farc en la que decían llevar con ellos a los ciudadanos estadounidenses: "¡Los tenemos!. ¡Los tenemos!", grita un hombre en la grabación.

En Washington, el vocero del Departamento de Estado, Charles Barclay, dijo: "Tenemos informes confiables de que las Farc tienen a los tres miembros de la tripulación. Si estos reportes son exactos exigimos que sean liberados sanos y salvos inmediatamente". Barclay añadió que los dos cuerpos, el colombiano y el norteamericano habían sido llevados a la base militar de Larandia para confirmar su identidad y determinar la causa de su muerte.

Otro oficial de Washington le dijo a la agencia de noticias Reuters que si las Farc tienen secuestrados a los estadounidenses, considerarían esto "un crimen del más alto nivel".

El personal de operaciones estadounidense en el extranjero sabe que si es capturado o puesto en prisión, puede permanecer cautivo durante años, pues la política oficial del gobierno de Estados Unidos es la de no negociar con terroristas.

Por su parte, un vocero de la Casa Blanca dijo que se estaba haciendo "un esfuerzo masivo para rescatarlos en una parte de ese país, muy poca amistosa". Sin embargo, no será una misión fácil en un territorio selvático como el Caquetá, en el cual los guerrilleros se mueven como pez en el agua. A esas selvas se han llevado a varios colombianos sin que hasta ahora se haya logrado ningún rescate. Es muy probable, entonces, que si las Farc en efecto tienen a los estadounidenses intentarán de todos modos usarlos como armas de presión para canjearlos por los guerrilleros presos, al igual que han hecho durante los últimos años con los miembros de la Fuerza Pública, políticos, ex ministros y demás personalidades que han secuestrado.

La emergencia

Un poco antes de las 9 de la mañana del pasado jueves, el piloto del Cessna 208 Grand Caravan, reportó una falla en el motor a la torre de control de Tres Esquinas, hacia donde se dirigía después de despegar de la base militar de Larandia.

Cuando sobrevolaba el municipio de Puerto Rico en el Caquetá, el piloto, al parecer, hizo un aterrizaje de emergencia y fueron atacados por las Farc.

La embajada de Estados Unidos en Bogotá y el general Jorge Enrique Mora, comandante de las Fuerzas Militares, de inmediato atribuyeron el accidente "a fallas mecánicas debidamente comprobadas". También señalaron que la aeronave fue encontrada totalmente incinerada entre los municipios de Doncello y Paujil, en el Caquetá.

La Aeronáutica Civil tiene registrada la aeronave bajo el número N1116G, pero para cumplir su misión secreta, llevaba la matrícula colombiana HK-1166 de acuerdo con los convenios de cooperación mutua entre Colombia y Estados Unidos.

Según el servicio informativo de la firma de análisis en seguridad Stratfor, el Cessna está registrado en la firma One Leasing Inc, de Wilmington, Delaware, Estados Unidos.

Según la agencia de noticias AP, Ronald B. Powers, presidente de AAS Inc, vinculada a Record One Leasing, dijo que las personas que tomaron en leasing el avión le habían pedido que no revelara sus identidades. Y según Stratfor, tanto la DEA, como el contratista de defensa privado DynCorp, que opera en Colombia, negaron que los cuatro estadounidenses a bordo del avión, fuesen sus empleados. Más tarde, un vocero de Dyncorp, informó que estaban ayudando en el rescate.

Según la cadena noticiosa ABC News, funcionarios en Washington dijeron que los estadounidenses que iban en el avión eran contratistas civiles del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos y que la aeronave estaba en operaciones antinarcóticos.

Muchos de estos contratistas privados del Departamento de Defensa estadounidense tienen dentro de sus actividades misiones de vigilancia aérea para rastrear a los narcotraficantes, y últimamente para detectar actividades de la guerrilla.

Washington tiene en Colombia un personal de más de 500 miembros en tareas de apoyo y de defensa, incluidos 267 militares y 270 contratistas civiles. Una gran parte de ellos están en las bases militares de Tres Esquinas y Larandia, en el Caquetá.

Esta acción pone en evidencia los cuestionamientos que de tiempo atrás le han hecho críticos tanto en Colombia como en Estados Unidos, acerca de los riesgos de que ese país se involucre cada vez más en el conflicto colombiano.

En Washington se teme que la intervención de su gobierno cobre demasiadas vidas de sus ciudadanos y termine en un fiasco al estilo Vietnam. En Bogotá, se cuestiona la falta de control del gobierno colombiano sobre operaciones encubiertas de los estadounidenses.

El episodio de la avioneta de todos modos va a traer, sin duda, repercusiones en los dos países. Aún queda por saber si el final será más parecido al de la taquillera película de Ridley Scott, Black Hawk Down, en que el desastre de una operación militar para tratar de rescatar a un helicóptero caído en Mogadisco, capital de Somalia, termina por forzar la retirada de las tropas estadounidenses de ese país. O, si por el contrario, será más parecido a la famosa Collateral Damage en la que el musculoso Schwarzenegger viene a Colombia y rescata a los gringos de las garras de la guerrilla.