Explotar los sentimientos contra los mandatarios del vecindario puede dar réditos de popularidad, pero atiza pasiones que pueden terminar en hostilidades.

RELACIONES EXTERIORES

Odiar a Correa y a Chávez, buena estrategia electoral

Explotar los sentimientos nacionalistas de la gente puede dar réditos de popularidad en la coyuntura, pero en el mediano plazo, es jugar con fuego.

César Paredes, periodista de Semana.com
28 de agosto de 2009

En los últimos días la política interna del país, en vísperas de elecciones, se cruza con el estado de tensión de las relaciones de Colombia con sus vecinos que vivirá un capítulo crucial este viernes en la cumbre de Unasur en Bariloche, Argentina.
 
En esta delicada coyuntura líderes políticos del uribismo en Colombia, han aprovechado el momento para izar sus banderas contra el presidente venezolano Hugo Chávez y su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa. Así se urde una estrategia que en el fondo lo que busca es cosechar respaldo político inmediato y eventualmente votos, alimentándose de los sentimientos nacionalistas que despiertanla pugna con Chávez o con Correa.
 
Rodrigo Rivera, uribista reciente con pasión de converso, aprovechó para llamar al pueblo a salvar a Colombia eligiendo a Uribe de los "enemigos internos y externos", equiparando a las Farc con los mandatarios vecinos. El senador Benedetti lanzó una campaña publicitaria que convoca directamente a las pasiones patrioteras, sin duda, una táctica tan eficaz como ligera para cosechar votos en marzo próximo. Hacia dónde nos conduce, es más bien incierto.

Algo similar está haciendo el mismo Hugo Chávez en Venezuela: lanzar declaraciones incendiarias contra Uribe para incitar el patrioterismo interno y debilitar así a sectores cada vez más amplios que se sienten incómodos con el rumbo autocrático que está tomando su gobierno.
 
Logra además desvíar la atención internacional de la crisis interna de su país, provocada por las polémicas leyes aprobadas hae poco en la Asamblea e impulsadas por su gobierno: La Ley de Educación, Ley de Expropiación y la Ley electoral, entre otras.

“El proyecto de Chávez en Venezuela busca hacer transformaciones estructurales de largo alcance. El legislativo de ese país está haciendo un nuevo andamiaje legal que provocaría la crítica internacional, pero que pasa a un segundo plano cuando sale a increpar al gobierno colombiano” dijo a Semana.com Ronald Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

La explotación de la figura del adversario exterior en política sigue siendo una de las mejores estrategias para ganar votos. El alza de la popularidad de un político es directamente proporcional a la vehemencia con la que le responda a su “enemigo”, quien cambia a conveniencia. La efectividad de esta fórmula ha sido utilizada por los expertos en mercadeo político y ampliamente estudiada por los politólogos.
 
 El ejemplo clásico fue el de el general Leopoldo Galtieri, jefe de la junta militar que gobernó Argentina, que ya viéndose hundido políticamente por las atrocidades cometidas bajo su dictadura, buscó una guerra con el Reino Unido explotando un viejo reclamo nacional por la islas Malvinas. El resultado fue que los militares ganaron un respaldo temporal a costa de la vida de decenas de jóvenes que murieron en los helados islotes. 

En palabras del politólogo Fernando Giraldo, “cuando los sentimientos en contra del ‘otro’ se salen del círculo íntimo, familiar, y se expresan políticamente se está a un paso de la guerra”.

Para el Director Observatorio Latinoamericano y del Caribe, Diego Cardona, este escenario de aparente confrontación es una oportunidad para crear mecanismos de confianza. “La confianza se necesita restablecer entre ‘enemigos’, porque entre amigos no se necesita. Recuerde que todos los mecanismos de seguridad internacional se crearon durante la Guerra Fría, ante el temor de una confrontación”, dijo Cardona.

En su criterio, aunque el gobierno de Uribe no podrá cambiar la forma de ver el mundo de Chávez, ni viceversa, es posible que los dos reconozcan las diferencias y se den cuenta de las necesidades mutuas.

Cómo se infló la pelea

La tensión entre Caracas y Bogotá ha ido en aumento debido al acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos. A un lado está un Chávez amigo de las declaraciones impulsivas, con temor de la presencia militar de Estados Unidos en el vecindario, y en otro una política exterior colombiana débil y descoordinada. El escenario es un excelente caldo de cultivo para lanzar campañas, desde Colombia contra Chávez y desde Venezuela contra las bases militares colombianas donde los estadounidenses podrán operar.

Esta semana comenzó con la declaración de Chávez de que iba a fortalecer las relaciones con "nuestros amigos y aliados en Colombia" entre los que mencionó al Polo Democrático y con el anuncio de que rompería relaciones diplomáticas con Colombia. El hecho fue interpretado por el gobierno como una “injerencia” en los asuntos internos del país. Y por sectores del Polo como el abrazo del oso.

En Washington el embajador de Colombia ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos, aprovechó para presentar una queja formal por la intromisión de Chávez en asuntos colombianos.
A las declaraciones de Hoyos se unieron voceros de los partidos uribistas, quedando en evidencia que la queja tuvo más significado para la política interna de Colombia que para el escenario internacional en el que se presentó. Como lo señala el profesor de relaciones internacionales, Horacio Godoy: "la relación de Colombia con los demás países ha sido guiada por los problemas internos del país".

Voceros del Polo tuvieron que salir a rechazar las declaraciones del mandatario venezolano y a marcar distancia. Pero, nuevamente el discurso ‘anti-enemigo’ se exacerbó desde el uribismo para deslegitimar a la oposición.

El desertor del liberalismo, Rodrigo Rivera, quien se ha convertido en uno de los más acérrimos defensores de la reelección presidencial pasó a la ofensiva. Dijo que las Farc podrían recibir apoyo económico del gobierno venezolano para influir en las próximas elecciones. “En una competencia abierta, estrecha y con fuerte interferencia de dólares o petrodólares del exterior, las Farc pueden tener el caldo de cultivo perfecto para repetir la historia del 98 cuando ellos escogieron al Presidente de la República”, dijo refiriéndose al gobierno de Andrés Pastrana.

Pero Rivera no es el único que utiliza el argumento de que los vecinos son una amenaza y que “hay que salvar al país” reeligiendo a Uribe. El senador Armando Benedetti, del Partido de la U, también se unió al tren para sacar provecho de la situación. Acaba de lanzar una agresiva campaña “de respaldo” al Primer Mandatario que tiene por nombre “eeey despierta”.

En la parte inferior de los volantes y carteles, que tienen una fotografía de Chávez o Correa con los ojos cerrados, hay una frase dicha por uno de estos líderes que fue interpretada como una agresión en el momento en que la dijo. Seguidamente está una frase de Benedetti en respuesta, a modo de moraleja.

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“No puede ser posible que le demos el manejo de los asuntos públicos a personas a quienes jamás daríamos el manejo de nuestros asuntos privados”, explica Benedetti el sentido de su campaña.

El discurso anti Chávez, que en buena parte es alentado por los medios de comunicación, ya caló en la red de Facebook. Un grupo de internautas que se hace llamar “No más Chávez “convocó para el próximo 4 de septiembre una marcha en contra del mandatario venezolano. La manifestación que incluirá camisetas y pancartas busca ser una réplica de la marcha del 4 de febrero de 2008, que fue contra las Farc.
 
“En política nada coincide. El enemigo se crea estratégicamente y se utiliza cuando se necesita. Si no coincidieran las campañas electorales, la crisis con los vecinos y la discusión del referendo reeleccionista, tal vez, las palabras de Chávez al comienzo de la semana hubieran pasado inadvertidas”, dijo el analista Fernando Giraldo.

La campaña de Benedetti además viene justo en un momento en que Rafael Correa está tomando distancia de Chávez, y los diplomáticos ecuatorianos junto con los colombianos han comenzado ha reconstruir la averiada relación. Atizar la hoguera del nacionalismo barato que equipara a Chávez con Correa, como si fueran la misma cosa, hace mucho más difícil construir puentes con el vecino, tan urgentes cuando la vida de miles de colombianos y ecuatorianos depende de ello.
 
Reelegirse a costa de lo que sea, sin embargo, parece la lección de los mandatarios de Venezuela y Colombia, y sus seguidores están siguiendo su ejemplo al pie de la letra.