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Recordando a nuestros escarabajos

Recientemente se lanzó la edición en español de 'Reyes de las montañas', una apasionada crónica sobre la historia del ciclismo colombiano escrita por Matt Rendell, un cronista inglés que investigó el tema durante cinco años. SEMANA.COM reproduce un fragmento del libro sobre el equipo de Café de Colombia que conquistó las carreteras europeas durante los años ochenta.

1 de agosto de 2004

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Café de Colombia

"(...)A pesar de todo, el año de 1987 habría de ver los más grandes logros colombianos hasta entonces. El protagonista fue Lucho Herrera, el estratega detrás suyo, el director técnico del equipo Café de Colombia, Rafael Antonio Niño, y el evento, la vuelta nacional a la madre patria de Colombia: España.

La mañana del 4 de mayo de ese año, Lucho portaba la camiseta roja del líder de la montaña y estaba ubicado en la cuarta casilla en la tabla general. La competencia salía del centro turístico de Santander camino a los lagos de Enol y Encina, en el parque nacional de Covadonga. Herrera midió sus fuerzas durante los primeros cuatro ascensos de la etapa. Pero cuando llegó a los pies del ascenso a los Lagos de Covadonga -el Alpe d'Huez español- se desprendió de sus rivales con exquisita facilidad. La etapa y la camiseta amarilla fueron suyas. Y así se convertía en el primer colombiano en portar la camiseta del líder en una de las grandes vueltas europeas de tres semanas. Su mayor rival, el irlandés Sean Kelly, terminó el día en el segundo lugar de la general, treinta y nueve segundos detrás de Lucho.

Kelly recuperó la camiseta de líder en la prueba contrarreloj alrededor de Valladolid, pero los cuarenta y dos segundos de ventaja en la tabla general no eran suficientes para protegerse de las habilidades del colombiano en la montaña. Lucho no tuvo que esperar: insoportables heridas debidas a las largas horas sobre el sillín obligaron a Kelly a abandonar la competencia en la decimonovena etapa y el colombiano volvió a ser el líder de la carrera. Ahora su rival más fuerte era el alemán Raymund Dietzen, ubicado en el segundo lugar.

Cuando circuló la noticia del abandono de Kelly, el director del equipo de Dietzen lanzó a su equipo en frenética persecución de los cuarenta y cinco segundos de bonificación que se entregaban en la etapa, para cerrar la brecha que los separaba de Herrera. Niño se lo tomó con calma y aguardó su momento. Faltando 20 kilómetros, sobre el premio de montaña de segunda categoría en el Alto de Navalmoral, Lucho estaba impaciente. Hasta que por fin Niño le dio luz verde.

Lucho se alejó como una bala del pelotón, arrastrando bajo su ala al francés Laurent Fignon. Llegaron solos al final de la etapa, en el velódromo Adolfo Suárez, en Ávila. El francés ganó la etapa, pero Herrera, ya inexpugnable, se llevó la Vuelta a España de 1987 y la corona de rey de las montañas para su equipo, Café de Colombia. Era el primer título colombiano en una vuelta de tres semanas.

Los colombianos ocuparon cuatro puestos entre los diez primeros. Los ciclistas patrocinados por Manzana Postobón, cuyo líder era Martín Ramírez, ganaron por equipos. Triunfar en la Madre Patria no dejaba de tener un buen sabor, pero Colombia no estaba en guerra con su pasado colonial, estaba en guerra consigo misma. Para aplacar a sus dioses furiosos, Herrera llevó el trofeo en peregrinación a la Virgen de Chiquinquirá, la santa patrona del país.

A lo largo del verano europeo que siguió, los colombianos demostraron una consistencia sin precedentes. El lugarteniente de Herrera en la montaña, Henry Cárdenas, terminó segundo, detrás del francés Charly Mottet, en el Dauphiné Libéré en junio. En el Tour de Suiza, una competencia de diez días, Fabio Parra terminó en el tercer lugar a apenas ocho segundos del ganador de la prueba, Andrew Hampsten, de los Estados Unidos. En el Tour de France, Herrera ganó su segundo título en las montañas y ocupó el quinto lugar en la general. Su compañero del equipo Café de Colombia, Fabio Parra, ocupó el sexto.

Se formularon presagios respecto a lo que podría ocurrir al año siguiente. Tras la cuarta victoria de Lucho en la Vuelta a Colombia y después de arrasar con todo el mundo en el Dauphiné Libéré, Pedro Delgado predijo que el genio escalador colombiano sería la clave del Tour de France en 1988. El ganador, dijo, tendría que pegársele a Herrera en las montañas.

Sin embargo, no dijo nada sobre Fabio Parra, cuya conciencia táctica le había procurado la quinta casilla en la Vuelta a España. Parra siempre obtuvo puestos consistentemente altos en el Tour de France. Además, tras su victoria fácil al entrar en Morzine, resultaba evidente que Parra era la más seria amenaza colombiana. Al día siguiente se trepaba al Alpe d'Huez, y para variar, tras arrastrar al grupo sin perder nunca de vista a Delgado y al holandés Steven Rooks que iban escapados, Herrera se resquebrajó. Por su lado, en compañía de un poderoso holandés, Gert-Jan Theunisse, que se le pegó a su rueda, Parra se lanzó en una serie de ataques. Pero cada vez las motocicletas con fotógrafos y camarógrafos frustraban su intento. Cuando arremetió por última vez, de nuevo una moto se interpuso en su camino haciendo vano su esfuerzo. Rooks logró zafarse y ganó la etapa. Parra terminó cuarto detrás del grupo que él mismo había jalonado. Si bien en el más importante ascenso del Tour el tráfico no le había otorgado el beneficio de un terreno ecuánime para competir, igual ascendió en la clasificación general y, para la etapa decimoquinta, cuando el Tour abandonaba los Alpes, Parra ocupaba el tercer lugar. Y allí permaneció, con Herrera dos puestos abajo, durante siete etapas y 1 126 kilómetros más. Y allí estaba también el día en el que el nudo de atletas exhaustos entraba por los Champs-Elysées y terminaba la carrera. Treinta y siete años y seis meses después de que el indomable Zipa ganara la primera Vuelta a Colombia, un colombiano se subía al podio del Tour de France. Décadas de añoranza colombiana empezaban a hacerse realidad."