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¿Cómo prevenir el abuso sexual en sus hijos?

El abuso sexual continúa siendo un problema severo de salud pública. La terapeuta Juliana Villate nos habla de la gravedad del abuso sexual en los niños, y la manera como los padres pueden prevenir y afrontar el problema.

Juliana Villate Q. M.D.*
2 de febrero de 2006

El abuso sexual constituye una de las experiencias más dolorosas, traumatizantes y agresivas para un niño. Abuso sexual no es solamente la penetración. Cualquier tipo  de caricia con fines eróticos realizada por un adulto, se acompañe o no de agresión, es considerada abuso sexual y en todos los casos produce secuelas de por vida a nivel de la sexualidad y la autoestima, así como trastornos de ansiedad y depresiones crónicas de difícil manejo.

Muchos adultos piensan que las caricias "inofensivas" que realizaron a sus hermanas menores, sobrinas o hijas no dejaron ninguna secuela en su funcionamiento mental."Eso ni se dio cuenta, además yo fui muy afectuoso y ella era muy chiquita para darse cuenta  de que era algo malo", dicen. Lo que no saben es que a menor edad el trauma y las secuelas son mayores aunque se trate de la caricia inadecuada más elemental. Para una niña de tres, cinco o nueve años de edad el solo rozarle el pecho o tocarle la colita con intención erótica puede ser un contacto inadecuado. Psicológicamente el cuerpo no está preparado para tal estímulo y por lo tanto se produce ansiedad severa ocasionando en el niño un trauma psíquico que le acompañará de por vida, manifestándose con diferentes expresiones en la edad adulta.

Esta ansiedad se acompaña, intuitivamente, de un gran sentimiento de impotencia y de culpa por participar en algo que el inconsciente identifica como malo. El abuso sexual actúa como una camisa de fuerza psicológica que impide que el niño se queje o cuente a alguien lo que le está pasando. Pero esta impotencia para hablar es inconsciente. Por tal razón el niño a nivel consciente, tiene que cargar, además, con la culpa de no haber pedido ayuda.

Por esto los padres tienen que estar pendientes de sus hijos. Deben explicarles acerca de  las caricias y contactos inadecuados. Deben educar a sus hijos sobre el hecho de que "nadie" los puede tocar en sus genitales, que "nadie" tiene por qué hacerlo.   En la medida de lo posible no dejar a los hijos con nadie que no sea de su más absoluta confianza.

La perversión sexual puede ser como una cuña enclavada en el contexto de una personalidad normal y encantadora. Los abusadores sexuales son, en general, personas adecuadas, responsables, juiciosas, honestas, queridas, afectuosas de las que nadie sospecharía. El pervertido sexual puede ser el tío más querido, el más juicioso, o el viejito de la tienda de la esquina, o aún el papá más tierno y amoroso..

El niño abusado se siente atrapado entre el afecto y la lealtad que siente hacia el familiar abusador y la sensación de que las actividades sexuales son malas. Tiene temor de perder el afecto del abusador, de ser rechazado por su familia o de causar la desintegración de la familia. Cuando es víctima de abuso sexual prolongado desarrolla una pérdida de la autoestima y  adquiere una visión anormal de la sexualidad. El abuso sexual en la infancia o en la adolescencia es un factor determinante para depresiones crónicas severas y disfunciones sexuales en la edad adulta.

Los síntomas que presenta un niño abusado son similares a cualquier otra sintomatología relacionadas con estrés severo, por ejemplo puede volverse retraído, perder la confianza en los adultos, presentar dificultades para relacionarse con otras personas, problemas en el sueño, aislamiento de su familia o medio social, trastornos en la conducta como mentiras o cleptomanía, agresividad, comportamientos regresivos como mojar la cama o chuparse el dedo, miedos repentinos o fobias, cambios en el rendimiento escolar, abuso de drogas o alcohol, fugas del hogar o conductas autodestructivas.

Hay otros síntomas directamente relacionados con el abuso sexual infantil como son el relato por parte del niño del abuso sexual, presencia de un comportamiento seductivo o sexual no apropiado para la edad, dibujos de naturaleza sexual, masturbación compulsiva, promiscuidad, confusión en cuanto a identidad y normas sexuales, desconfianza extrema, prostitución.

Los indicadores físicos del abuso sexual son la dificultad para caminar o sentarse, dolor, hinchazón o picazón en la zona genital, dolor al orinar, enfermedades transmitidas sexualmente, contusiones, laceraciones, o sangrado en los genitales externos, vagina o área anal, embarazo en adolescentes.

Es importante que los padres enseñen a sus hijos a contarles todo y darles la seguridad de que se les va a creer y no se les va a regañar. Si un niño de cualquier manera indica que ha sufrido abuso sexual, el adulto debe alentarlo para hablar libremente de lo que pasó, demostrarle que lo comprende y que toma en serio lo que dice. La respuesta del adulto ante la revelación del abuso sexual es importante para la elaboración del conflicto y del trauma por parte del niño abusado. Hay que asegurarle al niño que hizo bien en decirlo, decirle que no tiene la culpa por el abuso sexual y ofrecerle protección prometiéndole que de inmediato se hará todo lo necesario para que el abuso no continúe.

Si no se le cree a los niños, es importante consultar a un especialista para que evalúe la veracidad o no de los hechos. No se debe correr el riesgo de equivocarse porque eso traerá al niño secuelas psíquicas de por vida. Ante la duda hay que creerle y asesorarse de un experto.

(*)Médico Psiquiatra Psicoterapeuta.