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La nueva camada

De esta agua no beberé

Margarita Posada <br>Ediciones B

Lina Betancourt Ucrós*
1 de mayo de 2005

De esta agua no beberé Directora: Margarita Posada. Título: De esta agua no beberé. Ópera prima. Primer capítulo: Ana Cristina. Agua. Gatos. Pastillas. "No tiene talento pero es muy buena moza" cuela su trompeta en la escena. A partir de ahí se desencadenan una serie de eventos, ¿desafortunados?, que se van hilando a partir de frases anteriores. Ana Cristina se convierte en una bailarina que mueve su cuerpo y su mente alrededor de una banda sonora que va desde Zeppelin a Martirio, atravesando Cerati y Sting. El escenario varía entre Bogotá, Puerto Rico y Cartagena, pero no a través de sus calles, sino a través de las circunstancias que rodean a sus personajes, la clase alta -en su mayoría bogotana-, que se mueve entre debates de poder, depresiones severas, fiestas, viajes y, sobre todo, una realidad dura y superficial a la vez. Se trata de un relato frentero que no parece tenerle miedo a nada, ni siquiera a que se lo pueda calificar a la vez de liviano culebrón y texto duro e implacable, como dice Mempo Giardinelli, quien viene a Colombia invitado por la editorial para presentar la novela en el marco de la Feria del Libro. El relato está escrito entre primera y tercera persona, y se podría leer como un guión cinematográfico, siempre ambientado por las letras de las canciones escritas intencionalmente como si se estuvieran cantando, alargando vocales y agregando acentos dependiendo del intérprete. Está repleto de escenas llenas de color y descripciones crudas que tocan hasta la más íntima fibra, pero más adelante el texto se levanta con dardos de buen humor y onomatopeyas que hacen de la lectura un simple goce de ella misma, en su esencia, con ninguna pretensión más allá de la escritura, de la expresión elaborada. De esta agua no beberé emerge a flote como una propuesta literaria donde el vacío de una clase política se vuelve protagonista por su pretensión de gran sentido de la realidad, que en este texto se convierte en una burla al escepticismo de las nuevas generaciones. Y claro, muy bien logrado. *Asistente editorial Alfaguara Infantil