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Los presidentes de Venezuela y Colombia, Hugo Chávez y Álvaro Uribe.

BÚSQUEDA DE LA PAZ

De manera fulminante, el Presidente Uribe le pone fin a la mediación de Hugo Chávez y la senadora Piedad Córdoba con las Farc

La razón para tan tajante decisión se originó en una llamada telefónica del presidente venezolano al comandante del Ejército, General Mario Montoya, para hacerle preguntas sobre los secuestrados por las FARC. Fuentes de la Casa de Nariño aseguraron que el presidente Uribe no iba a permitir intromisión de Chávez en la institucionalidad colombiana.

22 de noviembre de 2007

Colombia se despertó hoy jueves con una noticia de consecuencias impredecibles para las relaciones con la hermana nación de Venezuela. De manera fulminante, el Presidente Uribe le puso fin a la labor de mediador que venía ejerciendo el Presidente Hugo Chávez. El hecho también afecta a la senadora Piedad Córdoba. La razón para tan monumental decisión se originó en una llamada telefónica. Resulta que la congresista llamó por teléfono al comandante del Ejército, General Mario Montoya con quien conversó algunos minutos. Esta es una situación normal porque es cotidiano y legal que los legisladores conversen con los integrantes de la cúpula del Alto Mando militar. Sin embargo, le pidió que esperara en la línea y le pasó a Chávez. El oficial lo saludó y con cortesía le colgó.

El hecho ocurrió en horas de la tarde. El general Montoya se fue de inmediato a donde su superior, el general Freddy Padilla de León, y le informó de lo sucedido. Éste, por su parte, fue hasta donde el Presidente Uribe y le hizo el reporte. El Jefe del Estado se encerró con sus asesores más cercanos. Y luego de varias horas de reflexión tomó tan drástica medida.
 
Fue informada al país bien entrada la noche de este miércoles. En un contundente comunicado se recuerda que “en la reunión de Santiago de Chile, el Presidente Uribe le había dicho al Presidente Hugo Chávez que no estaba de acuerdo con que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela se comunicara directamente con el Alto Mando institucional de Colombia”.

Y que “en consecuencia, el Presidente de la República da por terminada la facilitación de la senadora Piedad Córdoba y la mediación del Presidente Hugo Chávez, a quienes agradece la ayuda que estaban prestando”.
 
La noticia se produjo en desarrollo de una semana especialmente intensa por el tema. A principios de ésta (el lunes), el presidente Álvaro Uribe le había puesto términos precisos a la labor de mediación de su colega Hugo Chávez para los acercamientos con las Farc y había asegurado, a través del alto comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, que dichas gestiones debían terminar el 31 de diciembre.
 
Una imprudencia total 

El anuncio había sido hecho también mediante un sorpresivo comunicado emitido en vísperas de la reunión de su homólogo venezolano con el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, cuyo tema central era el de la paz en Colombia y la libertad de los cautivos. En ese momento, la decisión del mandatario colombiano fue interpretada como una manifestación de molestia de la Casa de Nariño contra la ligereza de palabras de Chávez, quien minutos atrás había divulgado a su llegada a Paris, detalles de la conversación privada que sostuvo con Uribe sobre el tema de los secuestrados. Ambos mandatarios se habían encontrado en Santiago de Chile en una cita de casi una hora en la que compartieron información de los avances del proceso.
 
La profunda molestia en particular se produjo con el comentario según el cual Uribe habría aceptado la posibilidad de reunirse con Manuel Marulanda, Tirofijo, máximo jefe del grupo guerrillero.

Según aceptó el comisionado de paz, la afirmación sí la hizo Uribe, durante la reunión sostenida en Santiago el pasado 9 de noviembre, pero “para ser manejada en secreto como herramienta de negociación… siempre y cuando se hubieran liberado previamente a todos los secuestrados en poder de las Farc y la reunión fuera en el marco de un proceso de paz exitoso”.

La imprudencia de Chávez fue considerada por el Gobierno colombiano como muy grande. En ese momento ya el jefe de Estado venezolano había llevado el tema de los secuestrados a cuanto escenario internacional había acudido, con lo cual no solo había puesto en evidencia el drama de sus familias, sino que le había vuelto a dar a las Farc un baño de popularidad que hacía rato no tenían. Y siempre poniendo a las partes en la misma condición.
 
Peor que antes 

El gobierno Colombia sintió que el impacto en algunos de los escenarios seguía siendo dañino pues en muchos sectores –especialmente en Europa- ponen en las mismas condiciones de culpabilidad por la suerte de los secuestrados a Uribe y a las Farc, hecho que en la Casa de Nariño se rechaza tajantemente.

Para el asesor presidencial José Obdulio Gaviria las Farc “son los criminales” que no “sólo durante el Gobierno de Uribe” sino que durante “los últimos diez años, es decir tres presidente distintos” han dado muestras de una frialdad de terroristas impresionantes.

Durante la mañana de ayer miércoles el presidente Uribe había agradecido a su colega Chávez la gestión pero siempre había usado el término de “terroristas” para los miembros de las Farc.

En efecto, Uribe había destacado en las primeras horas la “voluntad generosa” del mandatario venezolano Hugo Chávez y dijo que esperaba que su mediación permita la liberación de los secuestrados en manos de las Farc, pero a la vez había ratificado la orden a los mandos militares de dar con el paradero de los cautivos. “Nosotros tenemos una contradicción profunda con el terrorismo, que lo vamos a derrotar, pero tenemos respeto y gratitud por la gestión humanitaria del presidente Chávez. Y eso hay que repetirlo hoy y mañana, en Colombia y en el extranjero, en privado y en público”, había señalado.

En conclusión, las cosas ahora no solo vuelven a un punto muerto en relación con la búsqueda de un acuerdo humanitario sino lo que también es muy grave es que la decisión tendrá unas consecuencias impredecibles en las relaciones de los dos países.