Home

On Line

Artículo

La facilitadora Piedad Córdoba con la boina de las Farc junto a los guerrilleros ‘Iván Márquez’, Rodrigo Granda y ‘José Santrich’.

Opinión

¿De qué se ríe Piedad Córdoba?

Las fotos de la facilitadora para el intercambio humanitario -celebrando, con una boina de la guerrilla, abrazada a los comandantes del grupo insurgente-, tendrá un impacto nocivo para el proceso. Por Armando Neira, Editor de Semana.com.

13 de noviembre de 2007

El hecho ocurrió varios años atrás, en los tiempos del entusiasmo por la paz. Para llegar a la mesa de negociaciones en el Caguán los representantes del gobierno tenían que subir durante una hora y pico por una trocha, convertida de la noche a la mañana en carretera transitable aunque siempre conservó intactos sus huecos profundos, las piedras monumentales y los precipicios constantes. La rutina para los periodistas que estábamos allí trabajando era la misma. Antes de salir el sol, una extenuante subida desde el casco urbano del Caguán hasta el sitio llamado Los Pozos, donde esperaban los miembros del Secretariado y su guardia pretoriana. Y al anochecer, un trayecto en descenso en el que más de una ocasión hubo carros que se quedaron encunetados peligrosamente.

Una mañana le pregunté a uno de los comandantes guerrilleros por qué no realizaban las conversaciones en el corazón del municipio, pues era evidente que tenía mejor logística y el ahorro del tiempo sería una ganancia para todos.

–“¿Qué es lo primero que hace el negociador del gobierno cuando llega mamado a Los Pozos?, me preguntó el guerrillero.

–“No sé. Creo que siempre saluda y dice: “¡Me regalan un vaso de agua!

–“Exacto. Y le damos el vasito de agua bien helada y él dice: ‘Muchas gracias’. En ese momento empezamos a ganarle el pulso de la negociación”.

Al principio me pareció un tanto exagerado ese hecho pero con el tiempo empecé a sumar detalles. Unos días era agua, en otros un juguito, hasta que en ocasiones se llegó al whisky y de ahí a la entrañable camaradería. Incluso en vísperas de la partida del negociador Fabio Valencia Cossio, el Secretariado de las Farc armó una parranda para despedirlo en una jornada nocturna que se prolongó hasta el amanecer.

Meses después, durante la elaboración de un artículo en el que se analizaba el fracaso de las conversaciones, un experto en resolución de conflictos recordó todas estas anécdotas para explicar que ellas también sumaban al desastroso resultado que mandó de nuevo al país a la confrontación abierta. “Pero sabe que eso no era una debilidad exclusiva de los negociadores del gobierno de Pastrana, sino con todo respeto es un problema de los colombianos”, me indicó.

Esta historia cobra vigencia hoy a propósito de varias fotos de Piedad Córdoba con integrantes de las Farc. con La senadora –de quien admiro su valentía porque fue la única persona que salió a señalar a Carlos Castaño del asesinato de Jaime Garzón en momentos en que medio país se le arrodillaba bien por temor o bien porque estaba de acuerdo con las acciones del paramilitar– ha tratado de restar la importancia al episodio de las fotografías en las que aparece ella riendo con los miembros de este grupo ilegal armado.

Según su testimonio, “yo misma le quité la gorra a uno de ellos mamándoles gallo, charlando y distensionando el ambiente, porque esto es muy difícil –explicó–. Hubo discusiones muy fuertes por las cosas que han ido pasando y por las cosas que ellos tienen que hacer. Me pareció hasta raro que después de las discusiones me hubieran dado las flores”, al explicar por qué está en las fotos con la boina de las Farc junto a los guerrilleros ‘Iván Márquez’, Rodrigo Granda y ‘José Santrich’, que viajaron a Caracas a la reunión con el presidente Hugo Chávez.

Según ella, “nada de lo que pasó fue calculado” y explica que donde ella hubiera dimensionado que las imágenes podrían generar problemas, se hubiera opuesto a su divulgación. “De lo contrario, no me habría dejado tomar las fotos o habría pedido que no las publicaran”.

Para ella, se trata de un episodio sin importancia: “Uno tiene que ser transparente. Eso es insignificante frente al avance de la reunión”. En todo, absolutamente en todo lo relacionado con este episodio, se equivoca la senadora. Primero, porque no es la primera vez que lo hace. El beso, el abrazo y las miradas junto a ‘Raúl Reyes’ fueron el primer aviso que despertó a uno que otro suspicaz. Luego vino una imagen similar pero ahora con ‘Simón Trinidad’ y que aumentó el ruido. Y ahora estas fotos que la página web de la Agencia Bolivariana de Prensa, que publica información de las Farc, tiene destacada en su portal con visible orgullo.

A la senadora le parecerá una trivialidad el hecho. No piensan lo mismo los familiares de varios de los secuestrados que las Farc tienen pudriéndose en la selva desde hace varios años. “Ella tiene que aclararse. Definirse de parte de quién está porque no puede lanzar mensajes que den lugar a la confusión”, me dijeron.

La molestia por las sorprendentes fotos no sólo viene de varios de los familiares de los secuestrados sino que afecta a otros sectores políticos. Veamos, Piedad le hace un daño al Polo Democrático Alternativo que logró un triunfo arrollador en la Alcaldía de Bogota. En la memoria de la ciudadanía aún está fresca una asociación fatal para la construcción de la democracia –generada en primer lugar por el presidente Uribe– y es aquella que vincula a las Farc con el Polo. A pesar de que este partido de izquierda cada vez desde su fundación ha condenado con vehemencia la lucha armada, es un lastre del que no se ha podido librar. En este escenario, ¿qué pensara el ciudadano raso al ver a Piedad abrazada a los guerrilleros, cuando esa misma mujer se subió sorpresivamente a la tarima en la noche de la victoria y se hizo junto a Samuel Moreno para levantarle su brazo triunfador?

El daño es enorme. Un indicativo de cómo está la situación en el imaginario colectivo fue hecho en la mañana de este martes en La W. El tema del día era una pregunta a propósito de la del rey don Juan Carlos al presidente Chávez: “¿Por qué no te callas?”. Muchos oyentes –desde distintas ciudades y en diferentes horas– al interrogante de usted a quién mandaría callar, respondieron: “A Piedad, al Polo y a las Farc”.

Incluso con sus fotos, Piedad acaba de dotar de munición a sus más feroces críticos y que ella misma había señalado cuando sentenció: “Existen enemigos agazapados de la paz que con declaraciones altisonantes perjudican el proceso que se adelanta con las FARC”. Con las fotos, ¿qué autoridad tiene Piedad para pedirle prudencia a los miembros del Gobierno que le estaban poniendo palos en la rueda al proceso?

Desde el 15 de agosto –es decir desde hace tres largos meses, casi 100 días- cuando la senadora fue designada como facilitadota para el proceso de intercambio humanitario, los colombianos en general, y los familiares de los secuestrados, en particular, esperaban ver otras fotos: las de sus seres queridos que en algunos casos han estado secuestrados durante más de diez años. Nadie esperaba estas fotos y menos en estas poses. ¿Así como Piedad y las Farc se las ingenian para sacar fotos desde la selva con Raúl Reyes, desde la cárcel en Estados Unidos con Trinidad, desde quién sabe dónde con Iván Márquez armado por qué no sacan unas con los rostros de los cautivos y se las hacen llegar a sus martirizados familiares?

Debido al alcance y desarrollo de los medios de comunicación, en la política moderna el fondo es tan importante como la forma. Y Piedad debe saber eso. Sobre todo ella que cultiva tanto el culto a su personalidad y que usa unos llamativos turbantes que no se quita jamás. Bueno, sí. Para ponerse una boina de las Farc.

Y eso también lo saben las Farc. Durante los tiempos del Caguán siempre les preguntamos los periodistas que allí trabajamos que si no se aburrían de cargar ese uniforme y ese fusil que incluso llevaban hasta la mesa de conversaciones. Les preguntábamos que si no pensaban en lo negativo de ese mensaje de guerra en un espacio hecho para la paz, en la pesada carga de un símbolo militar cuando de ellos se esperaban respuestas políticas. “Algún día”, respondían sembrando la incertidumbre de cuándo sería posible que se sintieran a gusto y hablaran sin los fierros. Parece que ese día llegó. Iván Márquez se quitó el camuflado y se fue vestido de civil para el diálogo con Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores. De comandante a comandante. Y luego en agradecimiento le llevó flores a Piedad.

Recuerdo la afirmación del comandante de las Farc sobre el vaso del agua: “En ese momento empezamos a ganarle el pulso de la negociación”.