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El oscuro panorama de las cárceles en Colombia

El número de presos en Colombia creció el año pasado más rápido de lo que avanzan la construcción de nuevos espacios para recluirlos. El hacinamiento, sigue siendo el principal problema, según un informe de la Contraloría. Desigualdad en los servicios y recursos mínimos para la resocialización también oscurecen el panorama.

24 de junio de 2008

La Política Penitenciaria y Carcelaria en Colombia no ha solucionado los problemas de hacinamiento y se raja en sus programas de reinserción de acuerdo con el informe anual que presentó este mes la Contraloría General.

Según el estudio que califica la situación de “grave”, la política penitenciaria y carcelaria no cumplió con sus objetivos en el 2007 a tal punto que, concluye el informe, “compromete seriamente el cumplimiento de las obligaciones del estado colombiano de proteger la vida, integridad física, dignidad y seguridad jurídica de las personas privadas de la libertad, así como la de promover y facilitar su reinserción social”

Los centros penitenciarios en construcción no han avanzado lo suficiente para ser entregados a tiempo. Además la población carcelaria aumento el año pasado en relación con el 2006.

A finales de 2007 había en Colombia 63.603 reclusos. Esto es 3.500 más que en el 2006, según el informe. De ellos cerca de 60 mil eran hombres y el resto mujeres. Una tercera parte de los detenidos eran sindicados, mientras que 41.420 estaban condenados. (Ver gráfico población reclusa en colombia 2004 - 2007)

La Contraloría detectó tres temas principales en los que la política y los responsables de implementarla, como el Instituto Nacional Penitenciario, Inpec,  no están cumpliendo. El principal problema sigue siendo el hacinamiento pese a que se detectó una leve mejoría el año pasado; la resocialización de los reclusos sigue siendo una promesa sin cumplir y los fondos que se destinan para ello no alcanzan; y por último, no hay equidad en el trato a los reclusos ni en el acceso que deben tener a los servicios de educación, salud y saneamiento básico.

Hacinamiento

Aunque se redujo, el hacinamiento en las cárceles se encuentra hoy en día en un promedio del 21 por ciento, según la Contraloría. En 2004, el hacinamiento alcanzaba el 31 por ciento.

La cárcel Modelo de Bucaramanga lidera los índices de hacinamiento en Colombia con el 150 por ciento. La siguen la cárcel de Vistahermosa en Cali, la de máxima seguridad en Itagüí, Bellavista de Medellín, y Modelo de Bogotá. (Ver cuadro con las cárceles con mayor hacinamiento en Colombia 2005 - 2007).

Sin embargo hay desbalances notables entre los diferentes centros. En la cárcel de Valledupar, hay 627 cupos libres. Otros 454 cupos en Tierralta, Córdoba, 400 en Girón Santander, 209 en Cómbita, Boyacá, y 140 en Santa Rosa de Cabal, Risaralda. En total son 3.070 cupos en diferentes cárceles del país, que son, sin embargo, una cifra irrisoria frente al hacinamiento general en diferentes centros de reclusión del país.

En cuanto a las nueve cárceles que hay en construcción con el fin de descongestionar otros centros, el informe señala que ninguna está adelantada ni en una tercera parte, mientras que otras, como la de Cúcuta y la de Florencia en Caquetá que deben estar listas el próximo año, apenas se empezaron a construir. (Ver cuadro Obras de ejecución y grado de avance en los nueve establecimientos penitenciarios y carcelarios).

Resocialización

Durante el 2007 el Instituto Penitenciario y Carcelario, Inpec, destinó $36.650 millones para la resocialización de los presos, solo el 4.5 por ciento del presupuesto general del Instituto. Este monto incluye la inversión en salud, que puede ser atención sicológica. Si se mira solamente los programas de educación, asistencia y capacitación, apenas alcanzan el 1.6 por ciento del total del presupuesto del Inpec.

Además, señala el documento, no existe una política que establezca, desarrolle y aproveche al máximo los recursos destinados para tal fin. Lo que es una contradicción, ya que el fin de las políticas penitenciarias y carcelarias del país es llevar a cabo procesos exitosos de resocialización.

En el 2007, según el informe, el 58 por ciento de los reclusos tuvo acceso a programas de educación, sin embargo este porcentaje no se vio reflejado en la cantidad de internos que validaron ante el Icfes o los que presentaron pruebas de estado, que solo fueron el 2.4 por ciento. Por ejemplo en la regional oriente, que incluye cárceles como la de Acacías, Meta, o Villavicencio, sólo el 45 por ciento de los reclusos pudo acceder a algún programa de educación, el 0.2 por ciento validó ante el Icfes y el 0.3 por ciento presentó pruebas de estado.

Desigualdad

La desigualdad también es parte del paisaje en los sitios de reclusión. El informe cita el caso de la cárcel de La Picota en Bogotá, donde los congresistas recluidos y los paramilitares desmovilizados cuentan con una mejor alimentación, servicios sanitarios e instalaciones, mientras que en otros pabellones donde hay más hacinamiento, “la alimentación es regular y los servicios sanitarios pésimos, las oportunidades de trabajo y estudio son mínimas”.

Según el informe, la desigualdad entre los reclusos se ha acentuado en el último año. Mientras en el 2006 el 68 por ciento de los reclusos tuvo la oportunidad de acceder a programas de capacitación y ocupación laboral, para el 2007 solo la mitad de los reclusos pudo acceder a estos beneficios. (Ver Promedio de beneficiarios de los programas de capacitación y ocupación laboral por Regionales).

“En Colombia la redención de la pena dejó de ser un medio y se convirtió en un fin”, sentencia el informe. Con este panorama de cosas es difícil entonces lograr que toda persona privada de libertad sea tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano, como lo disponen diferentes lineamientos nacionales e internacionales.