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Tras la liberación de Clara Rojas y Consuelo Perdomo, ¿cuál es el futuro del intercambio humanitario y un posible acuerdo de paz?, se preguntan los colombianos.

ANÁLISIS

Frente al acuerdo humanitario: Ahora qué sigue

Análisis Por Ariel Fernando Ávila Martínez*

10 de enero de 2008

Un día después de que el comunicado del Secretariado de las Farc que anunciaba la liberación de los tres secuestrados (Clara Rojas, Consuelo González y Emmanuel), el 19 de diciembre, se diera a conocer públicamente, el comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, en una entrevista por Caracol Radio manifestaba que veía con buenos ojos el anuncio de las Farc y que el camino para una zona de despeje estaba descartado. Sin embargo, mientras el gobierno propuso una zona de encuentro por un período de 30 días en un territorio no mayor a 150 kilómetros cuadrados, con poca población y donde no existiera la presencia de fuerza pública, a su vez el comunicado de las Farc solicitaba el despeje de los municipios de Pradera y Florida, los que cuentan con una extensión de 700 kilómetros cuadrados y con algo más de 100.000 habitantes, como único camino al intercambio, aclarando que sería por un periodo de 45 días.

Dichas posturas de solicitud del despeje de los dos municipios por parte de las FARC, y la respuesta negativa de parte del gobierno de Álvaro Uribe se han mantenido desde el año 2003, cuando se dieron los primeros condicionamientos por ambas partes para lograr una negociación. Las Farc habían designado en un comunicado de abril de 2003 a Fabián Ramírez, Carlos Antonio Lozada y Felipe Rincón como los delegados para las negociaciones. El gobierno nacional, igualmente, ha mantenido su reticencia frontal sobre el despeje. Las propuestas durante todo el período han sido muchas y todas ellas rechazadas, ya sea por una parte o por la otra. La comisión internacional de facilitadores en el tema del acuerdo humanitario de tres países –Suiza, España y Francia– en el año 2005 presentó una propuesta que consideraba el despeje del caserío del Retiro en el Valle del cauca, con una extensión de cerca de 180 kilómetros cuadrados y contaría con un cordón de seguridad de dos kilómetros. Dicha propuesta fue aceptada por el gobierno, pero rechazada por las Farc.

Por ello, hoy, con la liberación de Clara y Consuelo, los caminos están bloqueados para avanzar de forma continua en un proceso que lleva a la liberación a los demás secuestrados. Más aun, con la desconfianza mutua de las partes y, por supuesto, la desconfianza de gobiernos vecinos que estuvieron en principio dispuestos a servir como garantes, no es muy factible que lo hagan nuevamente, luego de la frustrada liberación de la última semana de diciembre y los hechos frente al niño Emmanuel. El día 8 de enero, ‘Raúl Reyes’, en una entrevista con Noticias Uno, sostuvo que la liberación de los demás secuestrados se producirá sólo si negociaba la liberación de cerca de 500 guerrilleros, y con el despeje de Pradera y Florida.

Por tal motivo, al parecer, después de la esperanza del gesto unilateral de las Farc ocurrido el jueves 10 de enero, la situación vuelve a quedar en un punto de no retorno. No sólo por la no liberación pronta de los secuestrados que anunciaron hace cerca de un mes, sino por el futuro del proceso con un apoyo internacional. El poder mediático que alcanzó el proceso frustrado de la entrega de los secuestrados le dio un gran impulso político no sólo a las Farc, sino también a Chávez para posicionarlo nuevamente como un facilitador en futuras negociaciones, y más aun, delante de toda la comisión garante de agentes internacionales que estaba confirmada por los países que apoyan el llamado Banco del Sur. Este gesto se puede tomar como un espaldarazo al mandatario venezolano, de casi toda Latinoamérica, espaldarazo que muy posiblemente no lo brinden nuevamente, y no tanto por la figura de Chávez, sino por los roces que han tenido con el gobierno colombiano y la desconfianza hacia las Farc.

De otra parte, el sábado 29 de diciembre, a la llegada a Caracas, la senadora Piedad Córdoba manifestaba una persecución de la que había sido victima en diferentes ocasiones en los aeropuertos y que a las afueras de su residencia en Bogotá había “espías del gobierno vestidos de civil”. Eso sin contar con la declaración que realizó en Estados Unidos en la que decía que un alto funcionario del gobierno la había amenazado. Todos estos hechos parecen no favorecer al gobierno nacional. Situación que se complicó con la declaración del canciller Araújo al decir que Piedad Córdoba era la nueva canciller de las Farc, circunstancia que causó molestia en la comunidad internacional y a los familiares de los secuestrados, entre otros.

Por el lado de las Farc la situación no es muy diferente. En la actual coyuntura están tan acorraladas, que la liberación de las dos mujeres no devolverá, al menos en el corto plazo, la confianza de la comunidad internacional. Por una parte, en sus comunicados más recientes no ceden en ninguno de sus puntos. Además, no dejan ver otro posible gesto humanitario y se refieren en los peores términos al gobierno colombiano, aunque con la liberación, el grupo armado logró salir de la presión en la cual se encontraba. Pero se presume que muy rápidamente volverán a caer en una presión similar, si es que el proceso de liberaciones se detiene, más aun cuando Íngrid Betancourt es la secuestrada que más atención recoge y que al parecer en peor estado de salud se encuentra.

Los secuestrados representan para las Farc su mecanismo de visualización política más importante, y ellos no los liberarán hasta tanto crean que le han ganado el pulso al gobierno, cuando logren la liberación de los guerrilleros, que regresen a sus filas, y el despeje de los municipios. Pero también en el nivel internacional exigirán que se les saque de la lista de grupos terroristas, pedirán comunicación directa entre sus delegados y gobiernos de diferentes características para intentar adelantar un proceso de paz. La liberación igualmente para ellos debería ser en un evento multitudinario, con la asistencia de diferentes delegados de gobiernos, con un discurso político de los miembros de las Farc y con una alta dosis mediática. De tal forma que no se ve, al menos en el corto plazo, una modificación en las posturas del grupo insurgente.

Por su parte, el gobierno no puede dar la impresión de que perdió el pulso con las Farc en el tema de los secuestrados y sabe que, a la larga, si algo le llega a pasar a alguno de los secuestrados, ante el mundo serían las Farc las responsables, incluso si las consecuencias se dejan ver en medio de un intento de rescate militar. Pero, a la vez, la imposibilidad de su liberación también es un costo alto para su imagen internacional, que está un poco desprestigiada. De tal suerte que las cartas, al menos inicialmente, ya están en la mesa, la situación a solucionar es la creación de un escenario tal, que dé la impresión de que ambos bandos salen ganando, por eso las propuestas que han dado algunas personalidades son bien interesantes.

Escenarios alternativos como los propuestos por el gobernador saliente del Valle del Cauca, quien manifestó estar de acuerdo con el despeje pero sin incluir una gran cantidad de población, es decir, sin circunscribir las cabeceras urbanas. Aunque es de aclarar que el gobernador recién posesionado ya manifestó que durante su gobierno no habrá despeje en el departamento.

Otra propuesta interesante es la lanzada por el gobierno francés de recibir a los posibles guerrilleros liberados en caso de darse el intercambio humanitario, los cuales serían cerca de 500. Con esto se podría evitar, al menos inicialmente, el debate sobre su regreso o no a las filas guerrilleras y evitaría concentrarlos en un zona de despeje para su liberación. De ahí la importancia de seguir contando con la colaboración del presidente Chávez, que tiene cierta legitimidad ante el grupo insurgente, una mediación con la cual se han manifestado de acuerdo todos los gobiernos que buscan el intercambio. Aunque el gobierno nacional en diferentes oportunidades ha ratificado que no se le pedirá nuevamente la colaboración al presidente venezolano, menos aun después de todos los ataques verbales reiterativos del primer mandatario del vecino país.

Lo complicado del asunto es crear un escenario que le dé confianza a la comunidad internacional para que nuevamente esté dispuesta a involucrase en una futura negociación. Situación muy complicada de lograr, pues la desconfianza es tanto hacia el gobierno como hacia la guerrilla. Aun si Francia accede a proponer a la comunidad Europea sacar a las Farc de la lista de grupos terroristas. La situación está en manos del gobierno y la guerrilla; mientras ellos no cedan en algunas de sus posturas, el apoyo internacional será en vano y el acuerdo humanitario imposible de concretar.


*Investigador corporación Nuevo Arco Iris.
favila@nuevoarcoiris.org