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Habla el Comandante del Sur

El comandante James T. Hill habló el pasado jueves, 9 de enero, en The Americas Society, una organización con sede en Nueva York que promueve el diálogo entre los países de las Américas. Hill es comandante estadounidense del Sur. Es decir, del "jardín de atrás" -si es que puedo por un momento tomar prestadas las propias palabras del presidente estadounidense George W. Bush-. Se refiere a nosotros, los colombianos y nuestros vecinos.

Paula Kling*
11 de diciembre de 2003

Cuando Hill habla, no se cuestiona. Alza y baja la cabeza en un claro "sí, sí. Pues claro". Y por supuesto que el comandante Hill sabe de lo que habla pues en los últimos cuatro meses ha viajado seis veces a Colombia, y lo hará de nuevo el lunes 13 de enero. "Colombia es mi barrio. No queda lejos en una tierra extraña. Sus problemas nos afectan todos los días", dijo Hill. En el punto que más enfatizó fue en su fuerte espaldarazo al presidente Uribe. "Nuestro presidente, dijo Hill, está comprometido. Tiene la determinación y la visión para completar el trabajo". El comandante Hill aseguró que la política de Uribe, centrada en el fortalecimiento militar, los impuestos de guerra, la batalla contra la corrupción y el narcotráfico, sincroniza con el pensamiento estadounidense. Los colombianos, asombrados con las aterradoras cifras que dejó el final del año 2002: 28.000 personas asesinadas, 13 veces más que en Estados Unidos, 2.900 ciudadanos secuestrados, 450 personas muertas por causa de minas quiebrapatas, Cerca de un millón y medio de colombianos emigraron al exterior, deberíamos saltar de alegría y esperar que la sociedad Uribe-Hill ayude a poner fin a la guerra en Colombia. Tan definitivas fueron las declaraciones del comandante Hill, que terminó diciendo: "Es justo decir que antes del 7 de agosto (antes de que Uribe se posesionara), la política de Colombia estaba dictada por Washington. Hoy estamos allá es para apoyar la política colombiana". No se cansó en decir que Colombia finalmente tiene hoy Estado con E mayúscula, y que esta guerra sólo puede ser peleada por colombianos. Pero a pesar de estas alentadoras declaraciones se vuelve difícil comerse el cuento. Venezuela se ha convertido en un verdadero problema. Al mismo tiempo que Hill hablaba en Nueva York, el vocero del Departamento de Estado, Richard Boucher, daba otro mensaje en Washington. Sobre la situación de Venezuela, dijo Boucher, "nosotros nos hemos mantenido en contacto cercano con el Secretario General de la OEA, César Gaviria, quien se encuentra en ese país. Nuestro embajador se reúne con él frecuentemente; se reunieron dos veces ayer. Nuestra embajada está en contacto cercano con el gobierno y se ha reunido con el ministro de Relaciones Exteriores, con el vicepresidente y con otros, igual que con gente de todos los estratos de la sociedad venezolana". Hasta hace unos años la Organización de Estados Americanos, OEA, no era sino un club para diplomáticos que compartían la mentalidad occidental. ¿No se habrá convertido la OEA en el títere de Estados Unidos? Pareciera como si Gaviria fuera el enviado especial de Washington a Venezuela para simular que los gringos sí dejan ejercer democracia en ese país. No es ningún secreto que Hugo Chávez-elegido democráticamente- y Washington se odian a muerte. Y por razones obvias. El último incidente, la semana pasada, un ex coronel chavista dio declaraciones en Miami asegurando que Chávez le había dado órdenes de llevar un millón de dólares al gobierno Talibán tras los atentados del 11 de septiembre. Cuando le pregunté al comandante Hill sobre este tema, me respondió: "No comento porque literalmente no sé de tal caso". Sin embargo, dijo que Isla Margarita, en Venezuela, es un refugio para terroristas islámicos igual que para la Farc y el ELN. En la conferencia de prensa, Boucher terminó diciendo: "Entonces, Venezuela es prioridad en nuestra agenda. Seguimos buscando maneras para encontrar una solución pacífica, ofreciéndole a los venezolanos la oportunidad de resolver esto en paz". ¡Claro que es prioridad! Venezuela no sólo dañaría todos los planes de manipulación de Washington en la región, sino que Estados Unidos necesita del petróleo, una vez que empiece formalmente la guerra con Irak. Los analistas estiman que el precio de un barril de petróleo crudo puede llegar a 80 dólares. (Después de haber estado entre 17 y 19 dólares entre enero y febrero de 2002. Ahora el precio promedio fluctúa en cerca de 25 dólares.) * Corresponsal de SEMANA en Nueva York