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Íngrid Betancourt, Nobel de Paz 2008. (Foto: AP)

Perfil

¿Quién es Íngrid Betancourt?

Desde muy joven ha defendido en lo que ha creído con todas sus fuerzas. La han tildado de incómoda, beligerante, excesivamente independiente y ese mismo espíritu lo mantuvo con una fortaleza admirable en los seis años largos de cautiverio. Esta es su vida.

2 de julio de 2008

Ingrid Betancourt fue secuestrada por las Farc el 23 de febrero de 2002 cuando viajaba por carretera entre Florencia, la capital del Caquetá y San Vicente del Caguán, principal sede de los diálogos de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Farc. Ella viajó, a pesar de que las autoridades le advirtieron que no responderían por su seguridad, porque sentía un compromiso de no abandonar a su suerte al alcalde de este municipio, que era del partido Oxígeno Verde, el mismo que ella había fundado y lideraba.

En su viaje la candidata pasó por dos retenes del Ejército, donde le advirtieron que no debía continuar por la presencia de la guerrilla en la zona. Pero ella insistió y luego de firmar un papel en el que asumía su responsabilidad por lo que a ella y a sus acompañantes les sucediera, decidió continuar el viaje. En la vía entre Florencia y San Vicente el frente 15 de las Farc decidió llevarse a Ingrid pero ante la insistencia de Clara de no abandonar a su amiga y compañera de fórmula, se la llevaron a ella también.

Las primeras pruebas de supervivencia de Betancourt aparecieron cinco meses después en un video emitido por el noticiero Noticias Uno. En el video aparecían juntas Ingrid y Clara Rojas. En octubre de 2003 apareció un segundo video donde salía Ingrid sola y en el que aceptaba la posibilidad de un rescate, siempre y cuando fuera exitoso.

Pasaron cuatro años sin que el país volviera a tener noticias de Betancourt, hasta que el intendente Jhon Frank Pinchao, que había sido compañero de cautiverio de la política, por dos años, se escapó. Pinchao habló con admiración de su carácter, de los enfrentamientos que ella tenía con los guerrilleros, de las cinco veces que trató de fugarse y de los castigos que las Farc le impusieron por su comportamiento rebelde.

El 30 de noviembre de 2007 fueron incautadas nuevas pruebas de supervivencia de Ingrid y de otros secuestrados. Entre las pruebas estaban unas fotografías en las que Ingrid lucía demacrada y desmotivada y una carta que iba dirigida a su madre Yolanda Pulecio, en la que hablaba de las condiciones tan difíciles de su cautiverio, del dolor que le causó enterarse de la muerte de su padre y la preocupación por no estar con sus hijos.
Luego de su liberación a principios de este año, Clara Rojas contó que Ingrid fue la primera persona que se enteró de su embarazo y que le ayudó a tejer la primera muda para su hijo Emanuel, que nació con muchas dificultades entre la selva. El ex parlamentario Luis Eladio Pérez también fue uno de los secuestrados que más tiempo compartió con Ingrid. Desde su liberación él ha hablado del intento de fuga frustrado de ambos y fue el último de los liberados que la vio antes de recuperar su libertad. Dijo que la había visto enferma y muy desmoralizada.

No obstante, cuando el principal negociador de la liberación de secuestrados por parte de las Farc, Raúl Reyes fue muerto por la Fuerza Pública en un campamento en Ecuador, y sus computadores fueron incautados, el 1 de marzo de este año, se conocieron varios correos electrónicos de Reyes sobre Betancourt. En uno citado por el diario Wall Street Journal decía: “Ella tiene una personalidad volcánica, es grosera y provocadora con los guerrilleros asignados a cuidarla”.

El Defensor del Pueblo, Volmar Pérez anunció que durante el mes de febrero Betancourt habría sido atendida de urgencias en algunos puestos de salud de San José y El Retorno en el Gaviare. Distintas versiones aseguraban que ella estaría enferma de hepatitis B o leishmaniasis, y que adicionalmente, no estaba recibiendo alimentos. Después circularon versiones menos alarmantes que daban cuenta de que su estado de salud no era tan crítico.

A lo largo de todos estos años de cautiverio su madre, Yolanda Pulecio, sus hijos Melanie y Lorenzo y los que fueron sus compañeros sentimentales Fabrice Delloye y Juan Carlos Lecompte trabajaron permanentemente para lograr la liberación de Betancourt, que en diciembre cumplirá 47 años.
 
Íngrid es ciudadana francesa, y un ícono de valentía y coraje en ese país y en toda Europa. Según dijo en su completo reportaje The Wall Street Journal, más de mil ciudades del mundo la han declarado ciudadana honoraria, y mientras estuvo secuestrada una gigante foto suya colgó en el ayuntamiento de París y otra en la plaza principal de Milán.

El libro que escribió titulado “La rabia en el corazón” no tuvo mucha acogida en Colombia, pero en Francia la catapultó como una heroína que combatía la corrupción y politiquería en Colombia. En su libro confiesa que luego de la muerte de Luis Carlos Galán fue que ella decidió interesarse por la política.

Betancourt se convirtió rápidamente en una figura controvertida de la política nacional por sus denuncias y acciones contra la corrupción y politiquería. 
 
Luego, en 1994 se lanzó a la Cámara de Representantes por el partido liberal con el lema: “La corrupción es el SIDA de nuestra sociedad” y, luego ya como congresista, realizó una huelga de hambre para protestar en contra del proceso 8.000, el escándalo de financiación ilegal de las campañas políticas en 1994.

En 1997 rompió sus vínculos con el Partido Liberal y fundó su propio partido, Oxígeno Verde, para lanzarse al Senado. Íngrid alcanzó la votación más alta entre todos los que aspiraron a ese cuerpo legislativo. Como senadora trató de impulsar una reforma política que nunca prosperó en alianza con el presidente Pastrana, quien terminó convertido en su adversario, luego de que él retirara su apoyo a la propuesta de reforma de Ingrid y un grupo de políticos independientes.

Betancourt decidió renunciar a su curul en el Senado en 2001, argumentando que esa corporación era un nido de ratas y se postuló como candidata a la Presidencia de Colombia. Seguramente si hubiera podido llegar libre al día de la elección, Betancourt no hubiera estado ni siquiera cerca a ganar. Al momento era una política reconocida por su audacia y su denuncia permanente contra la corrupción, pero su partido era pequeño y no tenía la fuerza nacional para llevarla a la Casa de Nariño.
 
El pasado 2 de julio, al día siguiente de su liberación, Íngrid Betancourt viajó con su familia hacia Europa y en los últimos meses ha estado entre París y Nueva York. Durante este tiempo ha recibido reconocimientos como el premio Príncipe de Asturias a la Concordia; se ha entrevistado con importantes personalidades como el Papa Benedicto XVI y hace dos días conmovió al parlamento europeo con su discurso a favor de los secuestrados por las Farc.