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¿Tiene futuro el referendo?

El senador Gabriel Zapata, menciona la "profunda tarea de pedagogía" que el Gobierno debe hacer para convencer a 12 millones de colombianos para que se apruebe el referendo.

Gabriel Zapata Correa*
1 de marzo de 2003

Con el pasar de los días y mientras los honorables magistrados de la Corte Constitucional avanzan en el estudio de la Ley de Referendo, el país político se ha enfrascado en una serie de discusiones sobre el futuro de esta iniciativa presidencial que al parecer va a sufrir unos cambios por parte de esa corporación, tal como se puede desprender de las respuestas del ponente, presidente de esa corporación, Eduardo Montealegre Lynett, cuando señala que serán tres los temas que dominarán las discusiones en las próximas semanas. El primero de ellos si el Congreso de la República tenía facultades para modificar el texto del proyecto, si las comisiones de conciliación podían incidir y si a esa ley se le podía aplicar el mensaje de urgencia por parte del gobierno, como en efecto ocurrió.

Mientras ello ocurre en el campo puramente formal y legal, el país observa cómo algunos sectores comienzan a alinderarse sobre varias tesis que incluyen salir a votar en bloque por el sí o por el no; votar algunas preguntas con el sí o el no y otra franja, que recoge un variopinto panorama político en donde se encuentran liberales, del polo democrático y otros sectores, propugnan por una abstención que de todas maneras es una posición política, cuando señalan que al país no se le dijo toda la verdad y que lo aprobado por el Congreso se aleja de la propuesta inicial del presidente Alvaro Uribe Vélez.

Esta polarización se da en una coyuntura social muy delicada, pues no dejan de preocupar las últimas cifras oficiales sobre el desempleo, ubicado en la antisocial cifra del 15,6 %, sin contar con el empleo informal y otra serie de fenómenos que ayudan a encubrir y a tapar la verdadera realidad que viven millones de colombianos que deben salir a buscar su sustento diario mediante mecanismos que parecen sacados de una novela surrealista.

Hace pocos días el diario El Tiempo, en su opinómetro, presentó unas cifras que deberían preocupar al gobierno puesto que a la pregunta "¿Va a votar usted el Referendo?", un 49 % respondió que no; mientras que el 34 % dijo que sí y una franja del 17 % se manifestó indeciso. Ello contrasta, a su vez, con las respuestas obtenidas sobre la pregunta "¿Aprueba o desaprueba la gestión del presidente Álvaro Uribe?". Un 67 % le da total respaldo a la tarea del ejecutivo; en tanto que un 33 % por ciento la desaprueba.

Lo anterior se puede prestarse para la siguiente interpretación y es que el Referendo no está ligado con la imagen del Jefe del Estado y por tanto el gobierno, si quiere, como lo ha dicho el ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño Hoyos, convencer a 12 millones de colombianos para que aprueben la iniciativa, debe hacer una tarea de profunda pedagogía y mostrar las bondades de este proyecto que hasta ahora apenas se viene a estrenar en el marco de nuestra institucionalidad, señalada en la Carta de 1991.

Contrasta todo ello con algunas tesis sobre si lo que los colombianos vamos a votar es un Referendo o un Plebiscito alrededor de la imagen del propio Presidente de la República, puesto que, tal como se advirtió en los debates en el congreso, muchas de las preguntas contenidas en la Ley que estudia la Corte, bien podían haber sido objeto de discusión en el legislativo y evitar así los actuales traumatismos que al parecer pueden oscurecer el panorama de lo que en principio era la "niña" mimada del gobierno, como era la de aprobar una norma para derrocar la "politiquería y la corrupción".

Si a lo anterior le agregamos que algunas voces del Congreso se han pronunciado a favor de continuar con la discusión del proyecto de la Reforma Política, iniciativa que está a cuatro debates para convertirse en Ley, la cual recoge buena parte de lo contenido en el Referendo, al punto de que algunos lo califican como su "Clon", pues el país se vería abocado, si esta norma sale primero que el Referendo, para ver si en verdad vale la pena continuar con el esfuerzo y el gasto que le originará a las finanzas del Estado, de convocar a los colombianos para aprobar unos artículos que a esa altura estarán aprobados en el texto de la Reforma Política. Esa es la encrucijada y el futuro que le espera al Referendo.

* Senador de la República