OPINIÓN ONLINE

No hay almuerzo gratis

El Secretariado que durante el proceso ha demostrado comando y control de su tropa hoy tiene que usar su fuerza militar para meter en cintura a sus propios hombres.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
16 de noviembre de 2016

El nuevo acuerdo no es peor ni mejor que el anterior. Es el que permitirá romper el círculo de violencia en que hemos estado involucrados con la guerrilla de las FARC por medio siglo. Esto es un avance enorme de la sociedad en el respeto al derecho a la vida y a la posibilidad de desarrollo de sectores históricamente excluidos.

El contexto de apoyo al proceso por parte de los Estados Unidos cambió con la elección de Donald Trump y aunque no está claro cuáles serán sus decisiones futuras, no hay certeza sobre el soporte estadounidense al posconflicto tal como venían planeándose.

En Naciones Unidas Ban Ki Moon y su equipo están de salida, y a pesar de que el compromiso es institucional, los cambios son perturbadores especialmente a la luz de la complejidad de lo internacional.

Adicional a lo anterior y a mi juicio el aspecto más relevante, es la incertidumbre al interior de las tropas y mandos medios de las FARC. El Secretariado que durante el proceso ha demostrado comando y control de su tropa hoy tiene que usar su fuerza militar para meter en cintura a sus propios hombres. Así esta ocurriendo en el Pacifico nariñense donde las FARC han regado la sangre de sus propios hombres para preservar la disciplina y según se rumora también en la regiones de Guaviare y Vichada.

Ello es un destino terrible para cualquier guerrilla en negociación de paz y es indeseable porque una mayor ruptura del comando y control de las fuerzas de las FARC acantonadas en diversos lugares del país significa una atomización de sus fuerzas y la creación de una hidra de mil cabezas. con la desgracia humana y social que ello implica y que prolongará el dolor y la ausencia de Estado en muchas zonas. 

Las anteriores son razones para afirmar que este acuerdo ha de ser definitivo. Permanecer en una negociación repetida hasta quedar satisfechos todos con cada letra y cada coma es inconveniente.

La oposición al gobierno Santos, a su persona, aquellos que aborrecen a las guerrillas han de entender que el nuevo texto no es para salvar a las FARC de su disolución y de su guerra por preservar la disciplina.

El nuevo texto es para garantizar que el Estado pueda desmontar la estructura armada de las FARC y a cambio acompañar ordenadamente su transición a la política cómo corresponde a todo esfuerzo de solución negociado de una guerra y construcción de paz.   Por estas razones, conocidos, cercanos y amigos del Centro Democrático, integrantes de las iglesias cristianas que se oponen al acuerdo: el momento exige inteligencia, más inteligencia que grandeza. 

Desperdiciarlo es pretender que el escenario de violencia que vive Tumaco se extienda a otras regiones por la insostenibilidad del cese de fuego y hostilidades. Ustedes desde el NO al igual que quienes votamos por el Sí, hemos repetido luego del 2 de Octubre que todos queremos la paz. Ello no nos saldrá gratis.  

Adenda: Buenos deseos para que Juan Manuel Santos salga bien de sus exámenes pues el país necesita su liderazgo y guía en este momento

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com