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Bala de salva

La decisión de la oposición de impulsar una moción de censura contra la Ministra de Transporte fue equivocada. La evidente falta de apoyo a esa iniciativa terminará desgastando una herramienta que ha sido fundamental para el control político.

Lucas Pombo, Lucas Pombo
3 de octubre de 2019

El martes, la ministra de Transporte, Ángela María Orozco, pasó al tablero nuevamente para responder por sus actuaciones relacionadas con el contrato de la Ruta del Sol II; esta vez, estaba de por medio su cargo por cuenta de la moción de censura impulsada por Jorge Enrique Robledo y un grupo de senadores de la oposición. 

La razón del congresista del Polo Democrático para pedir la salida de la Ministra tiene que ver con su papel en el intento de conciliación con los bancos que financiaron la obra y que, de haber prosperado, le habría costado cerca de $1 billón adicional al Estado. Robledo también ha dicho que la ministra estaba inhabilitada para tratar temas relacionados con bancos del Grupo Aval por haber hecho parte de la firma R&O International Strategy Consultants, que asesoró a dos bancos que hacían parte de ese grupo económico.

Sobre el argumento del conflicto de interés, la ministra Orozco ha dicho que antes de llegar a la cartera de transporte no conoció asuntos relacionados con la Ruta del Sol II ni con la actividad de los bancos de Occidente y de Bogotá, como financiadores de obras de infraestructura. Frente a la fallida conciliación con los bancos, la ministra ha sostenido que se trató de la exploración de una opción que para materializarse requería de un acuerdo entre la partes, un concepto favorable de la Procuraduría y de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado y la aprobación del tribunal de arbitramento.

El debate en torno a la responsabilidad de la ministra es bienvenido - quién sabe qué hubiera pasado si María Jimena Duzán no hubiera hecho públicos los acercamientos del Gobierno con los bancos-; sin embargo, la decisión de activar el mecanismo de moción de censura fue equivocada y terminará por afianzar a la funcionaria en el cargo. Durante dos debates de control político, la ministra Orozco respondió a los cuestionamientos de Robledo, dejando satisfechas a buena parte de las bancadas independientes. Además, la opinión pública fue perdiendo interés por falta de nuevos hechos que alimentaran el debate. Esa coyuntura fue ignorada por el congresista, que sin duda sufrirá una derrota aplastante la próxima semana en la plenaria del Senado.

Aunque hasta hoy no ha llevado a la salida de un ministro, la figura de la moción de censura ha tenido una importancia fundamental de control político a los gobiernos. En más de una oportunidad esa herramienta ha servido para paralizar la agenda nacional, llevando la atención del país a un tema que la requiere. En esta ocasión, la jugada de ajedrez falló y la evidente falta de apoyo de los independientes e incluso el desdén de algunos miembros de la oposición terminó desgastando el instrumento.

No es un tema menor, desde que empezó el gobierno del presidente Duque se han llevado a cabo tres mociones de censura, cada una con menos fuerza que la anterior. Si se vuelve parte del paisaje, se le verán las balas se salva a un arma de control político efectiva que ha puesto temblar a los gobiernos más poderosos.


Pildorita: Aunque los ponentes del proyecto de ley de pliegos tipo corrigieron el “mico” que abría la puerta a los políticos para que participaran en la elaboración de los documentos, aún hay riesgo de que regrese. En la plenaria de la Cámara de Representantes se sabe cómo entran los proyectos, pero nunca cómo salen. Ojalá no haya un congresista creativo que le dé por revivir la criatura.

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