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¿Cuántos secuestrados y desplazados?

A tal punto ha descendido el fenómeno en Colombia, que hoy hay cinco países de América Latina que tienen una tasa de secuestro mayor.

Semana
2 de mayo de 2009

La espectacular reducción del secuestro de los últimos siete años es uno de los más rotundos éxitos de la política de seguridad democrática. También lo es la disminución del desplazamiento forzoso de población. Pero, ante la contundencia de los hechos, algunos opositores viscerales optan por ignorar ese enorme logro y mirar para otro lado, en el caso del secuestro, o por distorsionar las cifras, en el caso del desplazamiento.

En efecto, debido a las grandes dificultades para tener una información precisa y al casi insuperable hecho de que las fallas de información se han venido acumulando con los años, hoy nos encontramos con la paradójica situación de que es posible probar y comprobar que el número de secuestros anuales ha caído sustancialmente, pero todavía no podemos asegurar a ciencia cierta cuántas son las personas que permanecen en manos de sus captores después de más de 20 años de proliferación de este crimen abominable. En dos palabras, conocemos el número de secuestros, pero no el de secuestrados. Un problema similar, pero de mayor magnitud, ocurre con el desplazamiento forzoso: las fallas en la información nos permiten acercarnos con más posibilidades al número de desplazamientos, pero ignoramos cuál es la cantidad actual de desplazados que hay en Colombia. Los vacíos de información y los problemas metodológicos en el análisis del problema son enormes. Por eso toda cifra es una apuesta más que una comprobación, y más una adivinanza que una demostración.

Nuestro éxito en la lucha contra el secuestro tiene su origen en el éxito de la lucha del Estado contra las guerrillas, que han sido los mayores secuestradores, no solamente en Colombia, sino también en el nivel mundial durante muchos años. Producto de su debilitamiento, los secuestros de las Frac han caído en un 90 por ciento y los del ELN en un 97 por ciento En total, el secuestro en nuestro país ha descendido en un 88 por ciento. Un solo dato ilustrativo: durante un solo mes del año 2002 hubo más secuestros que en todo el año 2008. A tal punto ha descendido el fenómeno en nuestro país, que hoy hay cinco países de América Latina que tienen una tasa de secuestro mayor que la colombiana: México, Ecuador, Brasil Haití y Venezuela.

Pero la cifra de las personas que aún permanecen secuestradas es un misterio. Por esta razón ha sido tan loable el esfuerzo de Fondelibertad para examinar caso por caso los 3.300 secuestros que tienen registrados desde 1996, de los cuales se sabía que al menos 500 ya habían recuperado su libertad. De los 2.800 restantes, había 1300 casos con datos suficientes para averiguar qué suerte habían corrido esas personas. Así se logró determinar que 1.173 ya no están cautivos y que 125, o sea el 9,6 por ciento, permanecen secuestrados. Claro, falta por determinar la suerte de las 1.500 personas restantes. Pero suponiendo que de este último grupo un porcentaje similar permanezca cautivo, tendríamos 144 personas adicionales, lo cual daría un total de 270 personas que aún están secuestradas. Y si, como señalan las denuncias, el porcentaje de secuestros realizados por las Farc es del 40 por ciento del total, podríamos concluir que en sus campamentos habría alrededor de 110 personas aún secuestradas. Cifra bastante distante de los nueve que cínicamente reconoció en días recientes ese grupo guerrillero.

Desafortunadamente, en la difusión pública de su informe, Fondelibertad hizo énfasis en los 125 secuestrados ya comprobados, y los medios de comunicación no parecen haber leído el informe completo ni haber sacado las conclusiones del caso. Con lo cual nos enfrascamos en una discusión sin sentido, es decir, si son 125 o son más los secuestrados. Obviamente que son más, pues todavía no se acaba de analizar el universo completo de los casos.

Pero no por tardío es menos encomiable el esfuerzo de Fondelibertad para esclarecer la cifra real de las personas que aún se encuentran secuestradas. Algo similar se debería hacer con los desplazados porque, según algunos analistas interesados en demeritar los éxitos de la seguridad democrática, el fenómeno sigue creciendo aun cuando en los últimos años haya disminuido, por sustracción de materia, el conflicto entre guerrillas y paramilitares, que era su causa principal. Así llegan a la absurda conclusión de que a menos conflicto, más desplazamiento. El problema es que a este ritmo increíble ni la Nación ni los entes territoriales podrán cumplir las disposiciones de la Corte Constitucional que ordenan la atención integral y la restitución plena de los derechos a los desplazados. Muy justo propósito que para cumplirse debería tener como punto de partida al menos una cifra confiable.

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