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El Cauca y los medios

No solo el gobierno, el ejército, las FARC y los indígenas tienen responsabilidad por la crisis social y de orden público del Cauca; los medios de comunicación también.

Semana
23 de julio de 2012

No cabe duda de la complejidad de la situación que vive hoy el Cauca. El departamento atraviesa por una crisis que conjuga, por un lado, las exigencias de un pueblo cansado de estar en medio del fuego cruzado entre guerrilla y ejército, poniendo muertos en un conflicto que no han buscado, y por el otro, la insistencia de un gobierno en que su deber es mantener a la fuerza pública en una zona de alta presencia guerrillera y de interés para el narcotráfico.
 
La situación ha sacado a flote preguntas difíciles de resolver, como por ejemplo ¿cuáles son los límites de la autonomía indígena?, ¿bajo qué circunstancias la protesta excede el ejercicio legítimo de un derecho y se vuelve delito?, ¿qué efectos puede traer la judicialización de los indígenas?, ¿en qué condiciones podría y sería conveniente usar el principio de oportunidad, como posibilidad de renunciar a la persecución penal porque ello trae más beneficios que el enjuiciamiento?, ¿qué alternativas serían más respetuosas de los derechos humanos?, entre otras.
 
En ese mar de incertidumbre muchos quieren opinar. Sin embargo, como es natural, a los medios de comunicación les queda más fácil hacerlo. El hecho reciente que generó quizás más opiniones fue la circulación de la foto de un grupo de indígenas cargando a un militar para expulsarlo del cerro Las Torres, en la vereda Berlín (Cauca).
 
La imagen ha dado para todo. Mientras que algunos medios advierten de los posibles vínculos entre las FARC y los indígenas, otros resaltan que por culpa de Santos, o por su falta de pantalones, no solo ha habido una supuesta desmejora de la seguridad sino que se ha permitido que se violente gravemente la moral de las fuerza armadas.
 
Otros medios se han referido al hecho como una “indiada”, en el sentido peyorativo y racista que se le da al término, y la mayoría de los mismos ha caído en el error de no presentar el contexto, sino únicamente presentar la situación de forma parcializada y sin tener en cuenta la historia de la zona ni que es un problema multicultural.
 
En una democracia todos tienen derecho a opinar, por supuesto. Y los periodistas también tienen derecho a buscar las noticias y publicarlas; ese es su trabajo. Sin embargo, la ética periodística más básica debería llevar a los medios de comunicación a presentar los hechos de manera imparcial, o al menos más equilibrada.
 
La imagen referida, por ejemplo, se ha interpretado por algunos como una prueba de que los indígenas podrían querer favorecer a las FARC y por eso humillaron al ejército; por otros, como una muestra de comportamiento democrático por parte de la fuerza pública. Ambas interpretaciones son posibles, pero frente a un tema tan complicado como el de la crisis del Cauca, que un medio se case con una sola, sin presentar al mismo tiempo la complejidad del contexto social en que se producen los hechos, podría acarrear consecuencias nefastas. Por ejemplo, podría aumentar la estigmatización de que son víctimas los indígenas o incluso escalonar el conflicto en el que están inmersos.
 
Porque no puede olvidarse que la razón del rechazo de los indígenas a la fuerza pública es en gran medida el abandono al que el Estado los ha sometido durante décadas. Muy distinto sería si mis vecinos y yo, de buenas a primeras, decidimos exigirle a los policías del barrio que se vayan. No me queda duda de que ahí estaríamos cometiendo el delito de asonada. Y que lo publiquen todos los medios: Carolina y los vecinos cometen asonada.
 
Pero la complejidad del conflicto social que rodea los hechos que están ocurriendo en el Cauca obliga a juzgar la situación con más cuidado. Para los medios de comunicación, el deber de veracidad les impone el reto de presentar el panorama completo.
 
* Investigadora del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad –Dejusticia-.

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