Julio Londoño Paredes

OPINIÓN

El “Tapón del Darién”: una azarosa ruta

Mientras que la atención en Colombia se centra en la pandemia, Urabá sigue afectado por un grave fenómeno de migración y delincuencia.

Juliana Londoño
5 de febrero de 2021

Como es lógico por la condición humana, cada día nos vamos acostumbrando más al número de muertos por el covid-19 y a las matanzas derivadas del narcotráfico. Entre tanto, algunos otros hechos preocupantes pasan desapercibidos.

Hace algunos días apareció una noticia que no tuvo mayor relevancia. Zozobró en el Golfo de Urabá una embarcación con catorce haitianos que pretendían llegar por el “Tapón del Darién” a los Estados Unidos: sólo se recuperaron cinco cadáveres.

Si una cosa parecida sucede en el Golfo de Paria, entre Venezuela y Trinidad, tiene una proyección mundial. Sin embargo, la afluencia de millares de cubanos, haitianos, africanos y asiáticos a Urabá, con la esperanza de llegar a los Estados Unidos, causando todo tipo de problemas en una región que ha sido agobiada por la violencia, se pasa por alto.

Lo que algunos se preguntan es porqué los haitianos o los cubanos, prefieren emprender una larga travesía hacia el Golfo de Urabá para luego seguir por la peligrosa ruta del Darién, en lugar de dirigirse a cualquier lugar de la extensa costa centroamericana ahorrándose un larguísimo camino lleno de peligros. Los mismos migrantes dicen “por Colombia es más fácil”. No es seguramente por ser la ruta más sencilla, sino porque la corrupción lo facilita.

Durante décadas varios mandatarios colombianos hicieron inútiles gestiones para romper el llamado “Tapón del Darién”, que nos separa de Panamá e interrumpe la continuidad de la carretera que uniría a Chile y Argentina, con los Estados Unidos y Canadá.

Ni Panamá, ni los demás países centroamericanos, ni los Estados Unidos, estuvieron de acuerdo. La excusa era que había “obstáculos naturales muy difíciles” para la apertura de la vía. La verdad es que no querían que la polifacética delincuencia colombiana y los migrantes de muchos países tuvieran por allí un acceso más expedito a sus territorios

Igualmente hace años se consideró al Tapón del Darién como una posible ruta para la apertura de un nuevo canal interoceánico.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, en diciembre de 1945, el congreso de los Estados Unidos expidió una ley mediante la cual se autorizó un estudio de posibles rutas para la construcción de un nuevo canal adicional al de Panamá.

Entre las más opcionadas aparecieron la del Golfo de Urabá-Pacífico colombiano utilizando el río Atrato y la colombo-panameña, siguiendo también el Atrato para empalmar luego con el Río Tuira en Panamá y salir al Pacífico.

En desarrollo de la ley una comisión colombo -americana estudió las rutas por territorio colombiano. El informe fue entregado en 1949 al gobierno de Ospina Pérez.

La conclusión del equipo colombiano fue que, aunque para Colombia podría ser muy importante poseer por su territorio un canal interoceánico, o por lo menos parte de él, no podríamos eludir la tutela norteamericana.

El entonces mayor Luis Laverde Goubert, oficial de ingenieros del ejército colombiano y miembro de la comisión en un informe reservado al Estado Mayor expresó:

“Colombia…no es potencia enemiga de ningún país, al tener el canal pasaríamos a ser la primera enemiga de todo el mundo. La primera bomba atómica, estaría destinada a nuestro territorio…creo más realizable abrir vías de comunicación hacia esa región…”

Eran otras épocas… y entre tanto, el Chocó sigue esperando.

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