
Opinión
Entre peligrosos, equívocos y amenazas
Estamos en medio de incertidumbres en la política exterior colombiana.
Maduro afirmó que había hablado con Petro para unir a los ejércitos de Colombia y de Venezuela con el objetivo de combatir el narcotráfico en la frontera.
El anuncio causó sorpresa y Petro tuvo que aclarar que lo que trató de decir su colega fue que las fuerzas militares de los dos países debían “articularse” con ese propósito. ¿Por qué no se habrán “articulado” durante los últimos tres años, con la amistad existente entre ambos presidentes?
No se sabe si la “articulación” incluiría la expulsión —de parte de las Fuerzas Militares venezolanas— de los grupos armados colombianos que reciben refugio y protección en ese país, y que proyectan los actos de terrorismo en Colombia.
Tampoco se conoce si la “articulación” incluiría la posibilidad de que el Ejército y la Policía de nuestro país, en “persecución en caliente”, pudieran ingresar a territorio venezolano para combatir a los grupos armados que delinquen en Colombia, pero que pasan a Venezuela en busca de refugio. Esos interrogantes los podrá despejar el general Padrino López.
Nuestro mandatario ha indicado, además, que en caso de una acción como la insinuada por Trump contra Venezuela, las Fuerzas Armadas colombianas entrarían a ese país para apoyar al régimen. Maduro y su camarilla agradecieron la intención colombiana. Las instrucciones de Donald Trump al Pentágono de usar la Fuerza Militar contra carteles de la droga que su administración considera como terroristas, como el del Cartel de los Soles, abre todo tipo de posibilidades.
Sin embargo, lo que no se sabe es cómo sería una eventual intervención norteamericana en Venezuela. Si algo parecido a la misteriosa Operación Guacamaya, en la que sacaron de la Embajada argentina a un grupo de asilados que se encontraba en esa sede diplomática; como la desastrosa Operación Amanecer Rojo, emprendida por Estados Unidos en diciembre de 2003, para capturar a Sadam Huseín, o la lamentable Operación Libertad Duradera de invasión a Afganistán. No puede ser tampoco como la Operación Causa Justa para invadir Panamá y capturar al general Noriega en 1989 que, aunque alcanzó su objetivo, lo hizo en medio de un baño de sangre.
Una acción armada de esa índole contra Venezuela sería el mayor error norteamericano de la época contemporánea. Enfrentaría a muchos estados, volvería a Maduro un héroe y, de pasada, aun sin mandar tropas a Venezuela, a Petro como un gran caudillo.
El subsecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau —al que Petro estuvo tentado a no dejar entrar a Colombia—, dijo que el pueblo venezolano tiene que alzarse y reclamar su libertad, y que Estados Unidos no puede ir por el mundo cambiando gobiernos.
Malas noticias entonces para Maduro, que no pasará a la posteridad como un héroe; incluso para Petro, que ante una invasión militar de Estados Unidos a Venezuela, no podría declarar un “estado de emergencia nacional” en Colombia en solidaridad con el mandatario venezolano.
