Jorge Enrique Vélez, columnista invitado

Opinión

Gran marcha de la oposición

El objetivo es claro: recuperar la seguridad, reactivar la economía y devolverle a Colombia el rumbo democrático que ha perdido.

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Jorge Enrique Vélez
10 de diciembre de 2025

Con los acontecimientos de las últimas horas, queda en evidencia que algunos candidatos presidenciales siguen priorizando sus egos y se creen los únicos “salvadores de la patria”, mientras otros aún no definen a quién representan y se refugian en una supuesta ideología de centro para quedar bien con todos.

Todo esto ocurre en un país gobernado por una política de ‘narco paz total’ que ha puesto en riesgo la democracia colombiana, que hoy atraviesa uno de los momentos más difíciles de sus más de 200 años de historia.

El actual mandatario, en medio de su afán por perpetuarse en el poder, ha recurrido a estrategias cuestionables que han afectado gravemente la transparencia en el manejo de los recursos públicos, dando pie a una red de corrupción orientada a asegurar los recursos necesarios para su permanencia en el Gobierno y, en otros casos, para el enriquecimiento de aliados cercanos.

Esto ha involucrado incluso a familiares del presidente y a figuras clave de su círculo político, como se evidencia en el escándalo de la UNGRD, que ya se perfila como uno de los mayores casos de corrupción del país.

Allí aparecen señalados ministros cercanos al presidente, como Ricardo Bonilla, Luis Fernando Velásquez, Sandra Ortiz y Carlos Ramón González —hoy prófugo—, quienes habrían participado en un pacto criminal para entregar contratos a congresistas afines al Pacto Histórico con el fin de asegurar control político sobre el Legislativo. Igual que en el Ejecutivo, varios expresidentes del Congreso y una decena de parlamentarios están siendo investigados, y es probable que la mayoría enfrente condenas.

A esto se suman los escándalos que involucran al hijo del presidente y hechos aún más graves, como las denuncias sobre violación de topes electorales y el llamado Pacto de La Picota. Todo ello se conecta con la llamada paz total, que en la práctica ha significado la entrega de poder y de concesiones a grupos narcotraficantes aliados al gobierno. Y esto sin mencionar muchos otros asuntos que ya se han analizado en esta columna semanal.

Ante la falta de decisión de la gran cantidad de candidatos que integran la oposición, aún no se ha concretado un mecanismo que permita llegar unidos a la primera vuelta presidencial. Hoy, cerca del 70 % de los colombianos que no respaldamos al actual gobierno estamos representados por diversos sectores: algunos alineados con partidos políticos, otros con organizaciones ciudadanas, candidatos considerados outsiders y ciudadanos sin un aspirante definido, pero con una convicción común: debemos unirnos alrededor de un solo propósito y una candidatura única.

Solo así podremos garantizar que uno de estos liderazgos llegue a la Presidencia con una plataforma conjunta por Colombia, capaz de frenar la deriva hacia una cuasi dictadura en la que, a nuestro juicio, nos ha puesto el gobierno de Gustavo Petro.

Para lograrlo, necesitamos creatividad y desprendimiento, tal como ocurrió en Venezuela con María Corina Machado, quien, dejando de lado intereses individuales —incluidos los propios— impulsó un mecanismo que permitió unir al pueblo venezolano contra el régimen de Chávez y Maduro. Ese esfuerzo ya se reflejó en las urnas y, muy probablemente, se consolidará con la inminente salida del dictador Maduro en los próximos días.

Para lograr esa unión —que hoy parece improbable debido a los egos irresponsables de algunos candidatos que podrían llevarnos divididos a la primera vuelta— somos los ciudadanos colombianos, sin importar a cuál precandidato apoyemos dentro de la oposición, quienes debemos asumir la responsabilidad. Hoy somos mayoría, y el futuro de la patria está en nuestras manos. Si actuamos unidos, no solo podremos elegir al próximo presidente de Colombia, sino conformar mayorías en el Congreso.

Es claro que la democracia y el rumbo del país están en riesgo, y esta razón debería ser suficiente para evitar que el actual gobierno continúe en el poder durante el próximo periodo. De lo contrario, Colombia podría dejar de ser una democracia y convertirse en la nueva dictadura de la región, reemplazando a la de Venezuela, que parece acercarse a su final. Como lo expresó recientemente el expresidente Álvaro Uribe, la única salida es la unión de todos, “desde Fajardo hasta Abelardo”.

Si los candidatos continúan atrapados en sus egos, creyéndose presidentes cada vez que se miran al espejo, entonces seremos los ciudadanos quienes debamos enviarles un mensaje contundente. Ese mensaje debe hacerse sentir masivamente, desde las calles.

Por eso, el 15 de febrero de 2026 debemos realizar la gran marcha nacional de la oposición en defensa de la democracia. Una movilización en que toda la oposición salga a exigir un cambio de rumbo para Colombia, porque no podemos permitir que el gobierno actual siga destruyendo la economía, la seguridad y las instituciones.

Esa marcha debe convertirse en un grito de unidad y de defensa del país. Si en cada ciudad capital y en cada municipio salimos a marchar y transmitimos un mensaje claro, estoy seguro de que los resultados de las elecciones de marzo —tanto al Congreso como en la consulta presidencial que definirá al candidato que enfrentará al oficialismo— marcarán un primer golpe de opinión. Será la señal de que los colombianos estamos unidos y dispuestos a frenar el proyecto político del actual gobierno.

Los colombianos debemos despertar y la marcha será una oportunidad para romper la apatía y unirnos en la defensa del futuro del país. Solo así podremos enfrentar la corrupción, la inseguridad y la pobreza. Esto solo será posible si trabajamos unidos por un mismo objetivo. No podemos seguir callados ni inmóviles: debemos levantarnos y marchar como el primer gran gesto de recuperación nacional y de fortalecimiento de la oposición.

Esta movilización debe ser liderada por la sociedad civil: militares retirados, estudiantes, trabajadores, jóvenes universitarios y todos aquellos sectores que desean un país distinto. También deben asistir quienes aspiran a cargos de elección popular en marzo —para el Congreso de la República— y en mayo y junio —para la Presidencia—, porque es el momento de enviar un mensaje claro: unidos decimos “no queremos más Petro, los queremos unidos”.

Con esta marcha, los candidatos de la oposición —algunos de los cuales creen equivocadamente que ya están elegidos— comprenderán la importancia y la obligación de participar en una consulta única. Una consulta en la que, con la participación masiva de los colombianos, se escogerá al candidato que unificará a la mayoría y que, con amplio respaldo, disputará y ganará la Presidencia.

Ese candidato será quien represente las aspiraciones de cambio y quien lidere el fin del actual gobierno, acompañado de una oposición fuerte y mayoritaria en el Congreso que exija transparencia, rendición de cuentas y cero tolerancia con la corrupción y la impunidad.

El objetivo es claro: recuperar la seguridad, reactivar la economía y devolverle a Colombia el rumbo democrático que ha perdido. Con unidad, no queda duda de que el país podrá reconducirse hacia el fortalecimiento de sus instituciones y de su democracia.

TODOS A LAS CALLES EL 15 DE FEBRERO DE 2026.

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