Julio Londoño Paredes

OPINIÓN

Internacionalización y negociaciones

Por más acuerdos de paz que haya, mientras el narcotráfico se imponga no saldremos del laberinto.

4 de febrero de 2022

El gobierno del presidente Duque ha estado interesado varias veces en las negociaciones con el ELN. Los anuncios de que el gobierno y el ELN, han emprendido o van a iniciar una de ellas, han estado siempre rodeados de gran despliegue publicitario. Parece aceptarse que esta, supuestamente, es la pieza que falta en el rompecabezas de un proceso de paz.

No obstante que el asesinato, el secuestro, las minas antipersonas y la voladura de oleoductos han estado entre las prácticas del ELN, paradójicamente desde obispos, parlamentarios y empresarios, hasta académicos, militares, líderes sindicales y gobernadores han apoyado las negociaciones con ese grupo armado e incluso han tratado de estar presentes en ellas.

¿Cómo se puede explicar esa actitud? ¿Acaso por el ancestro clerical y universitario de unos pocos de sus fundadores? ¿Tal vez porque el ELN afirmaba que no tenía vinculación con el narcotráfico, lo que se demostró que era absolutamente falso? ¿O acaso porque el grupo armado era considerado como un “problema menor” en comparación con las Farc?

También el ELN ha contado con las simpatías de muchos gobiernos extranjeros, sin contar el de Cuba, que ha sido su mentor, ni el de Venezuela, que se vinculó al proceso de negociación por solicitud expresa del Gobierno de Colombia. Incluso varios países europeos y latinoamericanos han tratado de constituirse en facilitadores y alcanzar así reconocimiento doméstico e internacional, y hasta de pronto lograr el desprestigiado Nobel de Paz. Incluso algunos de ellos ofrecieron discretamente a los jefes del grupo armado cambiar el ron por una buena cerveza, vinos rioja, aquavit o tequila.

No se ha divulgado cuáles fueron los aspectos fundamentales de los acercamientos que se intentaron entre el Gobierno y el ELN. Al menos, hace algunos años el planteamiento del ELN era el de convocar una “convención nacional”. Parecería que existe alguna similitud con el planteamiento de un candidato a la Presidencia de nuestro país que ha afirmado que daría los pasos para convocar una asamblea constituyente.

De todas maneras, todo hace suponer que a la postre siempre habrá dos pretensiones de ese grupo en una negociación. Que el acuerdo no sea inferior al concertado con las Farc y que haya una participación activa de la comunidad internacional.

Cualquier gobierno tendrá que enfrentar el problema del narcotráfico, que tiene al país postrado en medio de la corrupción y una inseguridad urbana y rural sin precedentes, y es evidente que el tema está internacionalizado. No se trata de “narcotizar” la agenda internacional, pero este será necesariamente uno de sus ingredientes fundamentales.

Entre otras cosas porque, aunque haya todo tipo acuerdos de paz, si sigue imperando el narcotráfico, habrá “grupos disidentes” y no saldremos del laberinto.

(*) Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario.

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