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La absurda ira de Gustavo Petro con Germán Bahamón

Petro tiene razón en que hay mucho que cambiar en este país. Pero para lograrlo sería preferible más bahamones y menos políticos y sus amigos con escuálidas hojas de vida.

Salud Hernández-Mora
19 de agosto de 2023

No puede remediarlo. Se muere de la piedra cuando no se sale con la suya. Que los cafeteros eligieran de manera libre, independiente, al mejor candidato para el cargo de gerente, lo tiene desconcertado. Le vale cinco que lo seleccionaran por su excelente hoja de vida, les pareció el más adecuado para modernizar una entidad que requiere cambios profundos.

Cada vez que puede y de manera sutil, el jefe de Estado deja entrever que o se va Germán Bahamón o acaba con la Federación.

“El gremio engañó al presidente. Eso no puede ser. Engañó al presidente de la república”, clamó Petro en su demagógico discurso en Pitalito, ante una fanaticada que hacía la ola tanto a su narrativa tintada de radicalismo, como a sus propuestas populistas. Y cuando amenazó con quitarle el Fondo Nacional del Café, se le escapó esta frase que admite que desenterró el hacha de guerra: “Esta pelea no puede matar lo poco que queda del café”.

Los conocedores del sector aseguraron en su día que el presidente Petro quería que fuese su amigo Felipe Robayo, que ni siquiera entró en la terna, quien dirigiera la Federación. Y como en su intervención en Pitalito no profundizó en el supuesto engaño, imagino que se refería a que estaba convencido de que la elección de Robayo estaba lista y luego prefirieron a Bahamón.

Hay que recordar que los entonces ministros de Hacienda, José Antonio Ocampo, y de Agricultura, Cecilia López, respaldaron a Bahamón y, según contaron en su momento analistas, también eso enfadó a un presidente que exige sumisión ciega de sus ministros antes que debate transparente.

El nuevo dirigente gremial, además de cafetero de tercera generación de Gigante, Huila, nunca ha sido político, sino alto directivo de éxito. Ha ocupado importantes cargos nacionales e internacionales en Alquería, Apple, Sony, entre otras compañías, y pasó por la Caja de Vivienda Popular con Peñalosa, pero como técnico.

Me dicen que tiene un sólido plan para transformar una Federación lastrada por sus viejas y torcidas costumbres, en una empresa profesional y eficiente que beneficie a los cafeteros, pequeños en su mayoría y con unos problemas gigantes. Pero sobre el complejo sector es mejor leer a mi compañero Aurelio Suárez, que sabe mil veces más que yo.

Cuenta que la animadversión hacia Bahamón viene desde cuando escribió un trino contra el entonces alcalde Petro por su pésima gestión de las basuras en Bogotá, además de echarle en cara que es amigo de Rodrigo Lara. Pecados ambos que merecieron que los petristas más furibundos lo metieran en su lista negra.

Como les fascina vengarse de los que matriculan de enemigos, la escogencia de Pitalito no fue casual. Presidencia organizó el evento en dicha localidad para que el presidente lanzara sus dardos contra Bahamón en su Huila natal, que siempre duele más.

Si Petro no fuese tan visceral y no se dedicara a esparcir odio y rencor por todo el país, podría sentarse con Bahamón, como hacen sus ministros, escuchar sus planes y dejarle trabajar para darle un vuelco a la Federación. Pero le pueden su rabia y su manía de mezclar verdades con argumentos falsos, lo que resta seriedad a sus planteamientos.

En Pitalito vino a decir que los viejos cafeteros del Eje murieron alcoholizados y las mujeres, prostituyéndose en el exterior, mientras el país de derecha, de centro y uribista despreciaba al café como motor económico y se echaba en brazos de la cocaína, el petróleo y el carbón.

Tampoco le importó mentir cuando declaró que encontraba excesivo los 200 millones de salario que recibe el gerente. Son 100 millones mensuales (60 tras impuestos), que ya es una cantidad elevada en un sector en declive. Le queda mal a un jefe de Estado faltar a la verdad.  

Después, Petro comparó la cifra con los 100 millones que reciben, según él, 25 vicepresidentes de Ecopetrol. Cabe preguntarse si en la estatal petrolera manda su íntimo Ricardo Roa, exgerente de su campaña presidencial, ¿por qué no ha eliminado tanta vicepresidencia y recortado los salarios? Es cierto que la Federación de Cafeteros, que ahora tiene tres oficinas en el exterior –Tokio, Ámsterdam y Nueva York–, la utilizaron algunos políticos poderosos para colocar gente de sus afectos e intereses, así no supieran nada del tema.

En un libro-loa sobre Juan Manuel Santos (La estirpe Santos), recordaron que recorrió varios países mientras ocupaba un cargo en la oficina que la Federación tuvo en Londres. Le regalaron el puesto por sus conexiones políticas.

Lo mismo sucedió con otros colombianos, y en Nueva York hay más de un funcionario nombrado por roscas politiqueras. Lo que olvida Petro es que personas de su entorno también pretendieron un puesto en la llamada capital del mundo. Y él estuvo en la Embajada de Bélgica por una palanca.

Petro tiene razón en que hay mucho que cambiar en este país. Pero para lograrlo sería preferible más Bahamones y menos políticos y sus amigos con escuálidas hojas de vida.

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