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LA ARROGANCIA

El Ministro Hommes ha venido utilizando la "dictadura del decreto" para exprimirnos el dinero a los contribuyentes...

Semana
19 de octubre de 1992

LA LOGICA INDICA QUE PARTE DE LAS funciones de los ministros de Hacienda es la de ser odiados por la opinión, y la de estar en permanente disposición de ser removidos cuando quiera que a los gobiernos se les complican las cifras económicas.
Mas, he aquí que el ministro Rudolf Hommes viene desafiando esta constante histórica. Ni lo odia la opinión, ni es probable que por lo menos a corto plazo lo cambien, a pesar de que es evidente que el actual gobierno está muy lejos de haber cumplido con las metas económicas a nivel de los indicadores sociales. No ha podido controlar la inflación el desempleo va para arriba y la actividad productiva continúa en receso. Aunque desde luego, a su favor hay que reconocer que por lo menos el pais está dando el viraje hacia la Apertura, que constituía una prioridad inaplazable. Y ¿cómo es que el ministro Hommes ha logrado el milagro de su popularidad y de su inamovilidad? Ejerciendo dos virtudes y dos defectos. Por un lado, su extraordinaria inteligencia y su definitivo conocimiento de la materia económica, en la que se mueve como pez en el agua. Por el otro su hasta muy poco oculta condición de manzanillo, que lo ha convertido en un habilísimo político. Pero sobre todo, y ese es su principal defecto, el ejercicio de una arrogancia que no es fácil encontrar en hombres de vida pública, en los que la modestia, la discreción y el tacto son factores definitivos para el éxito.
Como las virtudes del doctor Hommes son suficientemente conocidas, y han sido ampliamente halagadas en columnas anteriores, hoy he escogido hablar de sus defectos. El primero, el del desenfrenado manzanillismo, le ha permitido convertirse en el rey del Congreso, en el que Hommes" donde pone el ojo" saca la ley. No gratuitamente, se entiende. Los proyectos económicos que ha gestionado en el Parlamento han tenido los costos morales más altos en la historia del país. Comenzando por la reforma tributaria" que se parece al contrato de la cárcel de Envigado en que no sabemos el Gobierno a qué se comprometió" ni cuándo terminaremos de pagar. De ahí se derivó el ya comentado episodio de la clientelización de la justicia.
Pero más recientemente está la negociación con el Congreso de la última adición presupuestal, donde figuran varias partidas de carácter global abiertamente contrarias a la Constitución, porque en ellas se prohíben los gastos que no hayan sido previamente decretados. En esas partidas globales está la billetera de la que se sacaran los dineros que antes eran auxilios, y que en adelante también lo seran.
Es otro costo moral que se pagó para convertir en ley la adición presupuestal.
Sin embargo más qué el manzanillismo, a mí lo que mas me sorprende del ministro Hommes es su arrogancia, que e manifiesta de varias maneras. Por un lado en su permanente ánimo de camorra, que le fascina a la opinión, pero no tanto a la Junta del Banco de la República, ni a los exportadores, ni a los agricultores, ni a los ganaderos, ni al saliente presidente de Ecopetrol. Pero por otro lado, su arrogancia es visible en la forma como viene utilizando la que podríanos denominar ""dictadura del decreto" contra los contribuyentes, para exprimirles un dinero que seguramente la justicia dirá que nos tiene que devolver, cuando ya sea demasiado tarde.
Dictando decretos, Hommes ha logrado burlarse de la suspensión provisional del cobro del IVA para los servicios, suspensión que sólo se decreta cuando hay una violación manifiesta de la Constitución. Y en este caso la hay, pues la Ley Tributaria claramente dispuso que el IVA sólo comenzaria a cobrarse a partir del año entrante. Hommes sabe que si se cae el cobro del IVA (como se va a caer) ya tendrá la platica entre el bolsillo, y será imposible devolvérsela al contribuyente. Sé que el Ministro de Hacienda se vanagloria de esta perspectiva, puesto que ante un grupo de empresarios dijo públicamente: A mi qué me importa que se caiga, si ya lo cobré...".
El presidente de Fenalco, Sabas Pretelt, valientemente ha denunciado este acto de soberbia de Hommes ante la opinión. La respuesta del Ministro ha sido dilatar, con argucias de abogado procesalista, la presentación del Recurso de Reposición por parte del Gobierno.
Con otro decreto, Hommes aceleró el cobro de esa monstruosidad que se llaman los Bonos de Guerra, que son impuestos de Halloween. Es decir, que son impuestos disfrazados de cualquiera otra cosa.
Para cuando la Corte Constitucional termine tumbándolos, si es que lo hace, la plata ya estará cobrada.
Hay quienes sostienen que al ministro Hommes se le desencadenó la arrogancia cuando lo ovacionaron en el Congreso, el 26 de junio pasado. Al fin y al cabo, muy pocas veces lo aplauden a uno 300 congresistas, desafiando el desgaste que implican dos años de Ministro de Hacienda.
Pero lo importante de la arrogancia no es saber donde comienza sino donde termina.

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