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Jorge Enrique Vélez, columnista invitado

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La calle no es de la izquierda

Colombia, hoy en día, está más dividida que el día que fue elegido el actual Gobierno.

22 de febrero de 2023

Así tituló el periódico español El País, en su sección sobre América Latina, lo ocurrido en Colombia con relación a las marchas ciudadanas del pasado 14 y 15 de febrero.

La primera fue liderada por el presidente Petro, que no es otra estrategia distinta a lo que ya aplicó cuando fue alcalde de Bogotá; en aquel entonces, destituido por la Procuraduría, utilizó el balcón del Liévano para manifestar, con un discurso populista y aclamado por sus funcionarios, sus contratistas y sus aliados políticos, una idea de revolución y cambio que, obviamente, se quedó sobre el papel.

Lo preocupante del tema es que la semana pasada lo hizo desde la mismísima Casa de Nariño, acompañado de su familia: fiel copia de las actuaciones del otrora presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías y del actual, Nicolás Maduro.

La marcha del 15 de febrero, impulsada por una iniciativa ciudadana, fue muy superior, en número de participantes y en el objetivo que tenía.

Una ciudadanía inquieta y desconcertada, marchó en contra de las reformas sociales que está promoviendo el Gobierno Nacional para su trámite en el Congreso de la República. Reformas a la Salud, Pensiones, Laboral, incluso el Plan de Desarrollo y la Ley de Sometimiento, son algunas de las que integran el paquete legislativo de iniciativa gubernamental.

La poco acogida que han tenido las propuestas de reforma no se ha evidenciado únicamente en las calles; según las últimas encuestas, la aceptación del presidente Petro ha disminuido en más de 20 puntos, por lo que, claramente, el objetivo y fondo de las propuestas no son del gusto y agrado de la ciudadanía.

Lastimosamente, la forma que se están presentando las propuestas tampoco es la más adecuada o legal. El Proyecto de Ley 339 del 2023, Por medio de la cual se transforma el sistema de salud en Colombia y se dictan otras disposiciones, radicado en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes, fue presentando como Ley Ordinaria cuando, por motivos jurídicos y legales, este debía ser presentando como Ley Estatutaria, ya que el objetivo del Proyecto de Ley es regular derechos y deberes fundamentales de las personas y los mecanismos para su protección.

Un punto a favor de las manifestaciones fue lo pacíficas que estuvieron. Dignas de una democracia, se dieron todas las garantías por parte de la ciudadanía y el Gobierno Nacional y los Gobiernos Locales, para que no hubiera ningún inconveniente en la realización de estas.

Solo hubo un pequeño percance en Medellín, y fue cuando un familiar del alcalde de la ciudad, se equivocó de día para sacar una vulgar imitación a una Paloma de la Paz. En vez de hacerlo el día de la marcha con la que evidentemente se identificaba, decidió salir el 15 de febrero con el único objetivo de alterar los ánimos de los marchantes para que la marcha fracasara. Obviamente, no lo logró y quedó en evidencia su poco carácter democrático y el poco interés de mostrar respeto por los puntos de vista de personas que piensan distinto a él.

Hay un punto importante que debe tener en cuenta la oposición: manifestaciones de esta magnitud en año electoral, así sean muy positivas y fructíferas, siempre son aprovechadas por algunos políticos para tratar de subir su imagen y convertirlas en su trampolín electoral para sus aspiraciones electorales.

Es importante recordar lo ocurrido en países vecinos como Venezuela. Allí, una ciudadanía de oposición, muy activa, realizó durante el 2013, 2014 y 2017, masivas manifestaciones en contra del Gobierno venezolano. Sin embargo, por los pocos resultados que lograron, la oposición se fue desgastando y las oportunidades de recuperar el rumbo del país se veían cada día más lejanas.

La oposición venezolana se percató del tema y, en vez de convocar a más marchas en las que se mostraban desunidos, decidieron unirse para enfrentar políticamente al régimen de Maduro; estas elecciones se llevarán a cabo en el segundo semestre de este año.

Este es el verdadero ejemplo que debemos seguir en Colombia, tal cual lo he manifestado en distintas columnas. Nos debemos poner de acuerdo, con candidatos únicos, para enfrentar la izquierda representada por el Pacto Histórico y sus aliados que, ya sabemos y tenemos claro, quiénes son.

En algunos medios, por la emoción de la última marcha de la oposición, que como ya lo dije, fue superior a la promovida por el Gobierno, han manifestado realizar una nueva marcha que, creo no equivocarme, va a ser un fracaso. Es mejor dedicar todo ese esfuerzo para organizar la verdadera marcha, y es en la que el 29 de octubre vamos a salir a votar todos juntos en las elecciones regionales, para recuperar el rumbo del país, tal cual lo están planeando la mayoría de las oposiciones de Latinoamérica, donde la izquierda está gobernando.

Colombia, hoy en día, está más dividida que el día que fue elegido el actual Gobierno. Podríamos decir que, de acuerdo a las últimas encuestas, lo que van a generar las reformas presentadas, y que seguramente con la maquinaria del Congreso, integrada por el Pacto Histórico y los partidos que por intereses particulares se unieron a ellos, será que nos dividamos aún más.

Muy seguramente los proyectos de ley con las reformas se convertirán en leyes, así el presidente Petro cumplirá sus promesas. Pero por el perjudicial contenido que contienen y las posibles repercusiones nocivas que tendrán, muchos de sus seguidores iniciales, o personas que votaron por él por la sospecha de un “cambio”, de manera muy segura, pasarán a respaldar la oposición, que va a seguir creciendo muy rápidamente.

Perdónenme si soy muy repetitivo, pero seguramente muchos se estarán preguntando qué va a ser del país sin marchas y cuál va a ser la alternativa de la oposición. La verdadera marcha tiene que ser la del 29 de octubre del 2023. Ese día tenemos la obligación de salir a la calle a votar masivamente, con candidatos únicos a Alcaldías y Gobernaciones, para recuperar el rumbo del país. Este es el momento de actuar, después será casi que imposible hacerlo.

Esta meta de tener candidatos únicos con apoyos masivos y elegidos de una forma democrática, como ya lo expresé en esta columna y en otras columnas anteriores, ya sea por consultas o encuestas eliminatorias, nos van a permitir recuperar nuestra democracia e iniciar el proceso para que no solo se venza la izquierda en las elecciones regionales, sino que, por medio de un gran acuerdo nacional, podamos tener un presidente de la República electo, por producto de los extremos y la polarización, sino por la franca reacción de la sociedad colombiana.

Al día siguiente de las elecciones, el periódico español El País, en su sección de América Latina, debe titular: “Los cargos regionales en Colombia, no son de la izquierda”.

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