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La economía limón

Por esta economía pasa de todo, desde el artista o pequeño emprendedor de las ICC que busca otro nicho, hasta la manicurista de buena mano en la cocina que vende arepas para tener con qué comer, o la ejecutiva de finca raíz que se quedó sin piso laboral y también se la rebusca.

Poly Martínez
17 de abril de 2020

Ofrecen de todo: panes, comidas, serenatas, mercados, profesores, psicólogos, chi kung con donación voluntaria, clases de bordado, cómo hacer… pan, planeación financiera, cursos de historias varias -del arte, de Roma, de las pandemias-, talleres de literatura y las islas, trasteo de cosas no pesadas y jamás pensadas, zapatos para perro y kit de limpieza anticovid-19 incluido; y hasta recolección de desechos bio para hacer compost y, a cambio, recibir abono.

Se prestan oídos para escuchar a la persona desesperada o enrollada en el encierro, se hacen trueques o favores, como lo facilita la iniciativa #yopongo-#yonecesito; se dictan clases de ejercicios de todo tipo, incluidos los de juegos mentales, en fin, una economía nada subterránea sino digital y conectada, al alcance de muchísimas personas, con costos que van desde cero pesos hasta algún pago más importante, pero todo sustentado en los talentos y capacidades de la gente, a partir de reciclar pequeños negocios o de plantearse alternativas para hacerle el quite a las restricciones de la pandemia.

Le digo “economía limón”, por aquello de que, si la vida te da limones, haz limonada. Ya sé que, estrictamente hablando, no es economía naranja, pero se cruzan. Por esta economía limón pasa de todo, desde el mismo artista o pequeño emprendedor de las ICC que busca otro nicho, hasta la manicurista de buena mano en la cocina que vende arepas para tener con qué comer, o la ejecutiva de finca raíz que se quedó sin piso laboral y también se la rebusca. 

El talento está en la recursividad, en el arte de darle la vuelta a las cosas, que claro que no va a rescatar a la economía nacional, pero en todo caso existe y está marcando otro tipo de subsistencia, apoyada en la banca digital (no apoyada por la banca), práctica y ágil; está ahí y nadie puede decir hoy si será simplemente flor de un día y desaparecerá cuando pase el covid-19, o muchos de esos emprendimientos eventualmente puedan crecer gracias a las redes de contactos, del trato directo y a domicilio que han generado.

¿Que son negocios más riesgosos? Si, desde varios puntos de vista, pero tienen menos cargas, facturas y tal vez por ahora menos complejo de tener que convertirse en emporio, lo cual les quita presiones y pretensiones difíciles de pagar. ¿Que nadie, entidad, Invima o superintendencia le sigue los pasos? Así es, generalizando, y de allí su agilidad para dar respuesta y los riesgos también que conllevan.  

Esta economía limón vive gracias al encierro; ha sabido adaptarse y sacar provecho a la pandemia. Digamos que es una incipiente economía informal digital, la respuesta de la gente para atravesar el túnel del covid-19 cabalgando la red, aferrada a la creatividad y a las tecnologías. Pero como dice aquel slogan de Colombia, el riesgo es quedarte y por esa vía, con la industria y el comercio apocados y envainados, entrar a engrosar la informalidad laboral del país hasta llevarla a superar el 50%.

Ya empiezan a hablar de la salida del encierro, de dar los primeros pasos hacia la reanimación de la economía antes de que muera por paro nacional o por falla sistémica. ¿Y qué será de todas esas iniciativas esparcidas por el universo virtual y redes sociales, ya verdaderos centros comerciales como Facebook, Instagram o cadenas tipo supermercado como WhatsApp? ¿Estos emprendimientos intangibles, sin estructuras comerciales complicadas pero efectivas en el B2C, van a quedar en la nube? Y si deciden bajar y tocar tierra, ¿el gobierno los va a liquidar a punta de impuestos, formatos, con políticas que enredan el acceso a recursos y exigencias administrativas que a lo largo de los años han terminado por debilitar y liquidar emprendimientos?

El coronavirus ha logrado que muchos animales desplazados y perseguidos hoy estén recuperando sus territorios. Aunque los economistas aseguran que detrás de cada recesión viene el renacimiento de nuevos y más innovadores negocios, sin políticas y programas del gobierno que alienten estas nuevas perspectivas o modelos de emprendimiento, pasada la cuarentena es poco probable que aparezcan por aquí los unicornios.

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