Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

La maldad contra el acuerdo de paz

Si el exministro desconfía de las instituciones creadas a la sazón del acuerdo de paz, como lo dice en un escrito, hoy seguro desconfiará de su jefe, el expresidente Santos.

Javier Gómez, Javier Gómez
16 de julio de 2020

Para el Gobierno Duque el proceso de paz es sucio, dañino, embaucador, mentiroso, traicionero y, si siguiésemos buscándole sinónimos, las palabras no le alcanzarían para continuar desprestigiándolo hasta lograr hacerlo trizas, como evidentemente lo está haciendo.

Maliciosamente ha utilizado la tragedia viral que azota al mundo para embaucar a los colombianos en un discurso de prioridades deshonesto y abandonar a los exguerrilleros que dejaron sus armas, y le apostaron a un nuevo futuro para ellos y sus familias. Las desgarradoras imágenes de cerca de cien desmovilizados de Farc huyendo de Ituango, Antioquia, de la violencia paramilitar es  prueba fehaciente de que los quieren obligar a regresar a la guerra.

Duque con su premeditada decisión de negar el acuerdo de paz es el que incita y promueve la polarización frente a un tema que, aunque no lo valore, silenció muchos fusiles y le devolvió la esperanza a muchas regiones afectadas por el conflicto; sin embargo, nada hace a favor del acuerdo, y en una actitud pusilánime permite que en los territorios de paz la extrema derecha paramilitar, bien armada, asuma el rol del exterminio de todo lo que huela a líderes sociales, indígenas y excombatientes que dejaron sus armas y se reincorporaron a la vida civil.

“Todos los días despertamos con (la) noticia de una persona negra o indígena, que guardia indígena o cimarrona han sido amenazados. Desde la firma de acuerdo de paz han sido asesinadas 686 personas firmantes del acuerdo, líderes y defensoras (de los derechos humanos)”, dice preocupada en un trino Clemencia Carabalí, lideresa Social, defensora de derechos humanos y actualmente presidenta de la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca (Asom).

Es el común denominador en medio de la pandemia; es como si esto hiciera parte de un plan macabro para callar a los líderes que se oponen a las estructuras mafiosas alentadas por políticos y terratenientes aliados al narcotráfico que, acompañados de amenazas, buscan aislar las voces disidentes, críticas y opositoras a esa estrategia perversa. (A propósito sería importante que “el hombre mejor preparado de su generación”, el fiscal general, asumiera con decisión la tarea de erradicar estos fenómenos violentos que azuzan la guerra).  

Pero sabemos que eso no va a ocurrir; al contrario, como si se tratara de imponer la sobredosis religiosa, ahora aparecen los macarras de la moral, los responsables de los tocamientos impuros a crucificar a monseñor Darío Monsalve, una voz disidente comprometida con la paz como pocos prelados, porque se atrevió a decir lo que otros ocultan desde sus púlpitos y denunciar la perversa, negligente y deliberada política del gobierno Duque contra el acuerdo de paz: “…el gobierno (Duque) tiene un espíritu de venganza genocida para desvertebrar, desmembrar completamente la sociedad, las organizaciones sociales, la democracia” y lamentó que “le haya dado un manejo partidista-electoral a los acuerdos de paz, lo que ha hecho que se recrudezca la violencia contra los líderes sociales y desmovilizados”.

Nada es aislado y los francotiradores contra el acuerdo de paz, de manera estratégica, desde todos los flancos le disparan sin tregua; así lo hizo recientemente el exministro Pinzón Bueno, de quien conocemos sus ingentes esfuerzos, desde la cartera de Defensa, por destruir las negociaciones de paz que se adelantaban en La Habana.  

Si el exministro desconfía de las instituciones creadas a la sazón del acuerdo de paz, como lo dice en un escrito, hoy seguro desconfiará de su jefe, el expresidente Santos, cosa que no es extraña en un personaje que se quiere convertir en el acólito más fiable para los intereses uribistas, alineándose con los postulados de la derecha extrema para lograr perversamente su fines políticos.

No le queda bien afinar su batería contra los miembros de la Comisión de la Verdad, cuya única tarea es precisamente develar la verdad de este conflicto armado; ¿A qué le teme? ¿A que se sepa la verdad de los falsos positivos, por ejemplo? ¿Esos que él mismo ayudó a ocultar durante su nefasto paso por el Ministerio de Defensa?

Pero bueno, a estos enemigos agazapados de la paz, incluido Duque, les recordamos lo que sabiamente dice el historiador Ian Kershaw en su texto Ascenso y Crisis “…Solo aquellos que han sido testigos de primera mano de los horrores de la guerra comprenden en su plenitud lo que significa vivir en paz”.

Noticias Destacadas