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Miguel Angel Herrera.

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La nueva oportunidad política para las empresas

Estamos en un nuevo escenario en el que los líderes empresariales están poderosamente legitimados para criticar constructivamente al gobierno, exigir su inclusión en las discusiones de política pública, formular propuestas y hacer lo que haya que hacer para que la ciudadanía valore la contribución de las empresas en el desarrollo, no solamente económico, sino social del país.

Miguel Ángel Herrera
2 de noviembre de 2023

Las elecciones regionales del pasado domingo no solamente son un barómetro de la popularidad de la administración de Gustavo Petro, sino de la aceptación o rechazo a su modelo económico. Tengamos en cuenta que el triunfo de la oposición o de partidos independientes se dio, principalmente, en los centros de desarrollo económico más importantes del país.

Ese fenómeno tiene varias interpretaciones. Una primera hipótesis es que la ciudadanía prefiere el modelo económico de los viejos conocidos, como es el caso de Fico (Medellín), Char (Barranquilla), Dilian (Valle del Cauca) y Rey (Cundinamarca). O prefiere experimentar promesas de desarrollo económico de los moderados, como Galán (Bogotá), Eder (Cali) o Dumek (Cartagena). En cualquier caso, el electorado le habría dicho NO al modelo de intervencionismo extremo del Estado en la economía, que promueve Petro.

Una segunda hipótesis es que gran parte de la ciudadanía, particularmente de estratos bajos, haya ido a las urnas a expresar su inconformidad por el incumplimiento de las promesas económicas del presidente, o por las malas señales de nuestra economía, o por ambas. En la percepción ciudadana entran aquí temas como el alza permanente de la gasolina, la inflación y el desempleo. Y que ganó la oposición en las ciudades y departamentos con mayor influencia del sector empresarial, podría ser una tercera hipótesis. Son los territorios que más podrían sentir el valor de las empresas para el desarrollo socioeconómico, pero también son las áreas de menor vulnerabilidad social en comparación con ciudades y departamentos como Leticia/Amazonas, Pasto/Nariño, Quibdó/Chocó, etc., donde el petrismo obtuvo algunas victorias. Quiere decir esto que a las empresas les va mejor, políticamente hablando, en los territorios menos vulnerables.

Tomen nota señores empresarios.

Pese al nuevo y positivo escenario, el sector privado ha reaccionado con cautela a los resultados electorales. Aunque algunos empresarios celebraron la victoria de la democracia, su reacción ha sido tímida. Unos pocos hicieron un llamado a los nuevos funcionarios locales para centrarse en las necesidades de sus regiones y cumplir las promesas de campaña, pero nada más. Hasta ahí.

Aún pareciera prevalecer entonces, o bien el bajo perfil que muchos líderes empresariales prefieren en tiempos de tormenta política, o bien el miedo que este gobierno ha logrado sembrar en el sector privado. Es como el miedo a la reacción de un papá violento. Pero se podrían estar equivocando los empresarios al dejar pasar un gran momento para arrebatarle al gobierno lo que más valora: el apoyo ciudadano.

Estamos en un nuevo escenario en el que los líderes empresariales están poderosamente legitimados para criticar constructivamente al gobierno, exigir su inclusión en las discusiones de política pública, formular propuestas y hacer lo que haya que hacer para que la ciudadanía valore la contribución de las empresas en el desarrollo, no solamente económico, sino social del país.

Pero lo anterior no quiere decir que estamos ante un escenario fácil. Las empresas tienen mejor ambiente político empero las complejidades son las mismas o peores porque lo más probable es que el gobierno nacional radicalice sus posiciones, particularmente en relación con sus reformas estructurales. El presidente interpreta que el domingo los colombianos dieron un mandato en sus territorios, pero no a nivel nacional. Para Petro el mandato nacional, cuando fue elegido, no ha cambiado y, por tanto, las reformas de carácter nacional deben seguir vivas.

Sin embargo, los partidos ganadores tienen un mejor horizonte para presionar por modificaciones sustanciales a las reformas. Es el momento ideal para que los sectores empresariales apoyen a los partidos a resignificar las reformas.

Además, los líderes empresariales deben considerar que, tras los resultados electorales, es posible que disminuya el apoyo social a las reformas debido a la pérdida de poder del gobierno nacional para promover el respaldo ciudadano que necesita en el Congreso. Podría ser el momento de los gremios empresariales para sensibilizar más a la sociedad sobre las consecuencias de las caprichosas reformas del gobierno, particularmente sobre aquellas con baja conciencia ciudadana como la pensional y la laboral.

Y también es el momento de trabajar colaborativamente con los nuevos gobernadores - ¡y no solamente con los alcaldes! - para contener las ideas inconvenientes de las reformas. Porque son ellos quienes más influyen en el Congreso y con quienes menos trabajan los gremios empresariales de alcance nacional.

Pero más allá de las reformas, los resultados electorales también abren oportunidades emocionantes para el sector privado a nivel territorial. La seguridad jurídica y la gestión administrativa deberían desde el primero de enero del 2024 ser más favorables para la inversión privada en los territorios donde ganaron propuestas que promueven la participación del capital privado en la competitividad, la generación de empleo, la innovación, el desarrollo de la infraestructura y la digitalización.

Además, existe la posibilidad de fortalecer la participación de los gremios y empresas en los órganos de decisión de las administraciones locales, lo que sería un paso significativo para impulsar la inversión privada en las regiones, especialmente en aquellos proyectos de decisión autónoma de las nuevas administraciones locales. Y podría aumentar el interés de alcaldías y gobernaciones para construir alianzas público-privadas.

Finalmente, de cara a las elecciones presidenciales del 2026, los sectores empresariales no deben olvidar que Petro ganó con el discurso de que el desarrollo económico superó de lejos el desarrollo social, por culpa del sector privado y de los gobiernos cómplices. Ergo, los sectores empresariales están llamados a apoyar a los gobiernos locales en la mejora de su eficacia administrativa y en las políticas que equilibren de manera efectiva el crecimiento económico con el bienestar social. De lo contrario, el sector privado podría perder la nueva oportunidad.

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