
Opinión
La persecución contra un petrista
Este año, la persecución contra Emcosalud tiene que ver con la atención médica que presta a los 42.000 maestros del Huila y Tolima.
El actual Gobierno es pérfido, nefasto, funesto, arbitrario y aborrecible. Lo preside un elemento que la mayoría de ciudadanos consideran despreciable. Además, es un Gobierno que persigue aun a los petristas. El médico Abel Sepúlveda hizo campaña por Gustavo Petro en las elecciones de 2022 y organizó reuniones en Neiva para que otros empresarios como él hicieran aportes económicos. Abel Sepúlveda perteneció al M-19, de modo que su cercanía con el Gobierno viene por partida doble. Fundó hace 39 años Emcosalud, una de las principales clínicas del Huila. El año pasado denuncié en esta columna la bellaquería del Gobierno contra Sepúlveda. Un funcionario de Ulahi Beltrán, el superintendente nacional de Salud nombrado por Petro, le pidió 2.000 millones de pesos a Sepúlveda por archivar una investigación contra Emcosalud. Aclaro: por archivar una investigación que no existía. Ese atraco a mano desarmada fracasó porque Sepúlveda era cercano al Gobierno del M-19 y alertó al ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, y a otros funcionarios. Ulahi Beltrán salió del cargo. En ningún Gobierno anterior le habían exigido un soborno a Emcosalud.
Este año la persecución contra Emcosalud tiene que ver con la atención médica que presta a los 42.000 maestros del Huila y Tolima. El Gobierno suspendió el contrato con Emcosalud. El propio Abel Sepúlveda explicó la situación en entrevista que dio esta semana al diario La Nación de Neiva: “El presidente Petro, cuando se refiere a los actores del sistema, es muy genérico al hablar de todo el mundo. En el Fomag ha dicho que los anteriores operadores son corruptos. Entonces, uno pregunta: ¿Emcosalud es corrupto? Y dicen que no. Entonces, no podemos decir que el modelo es corrupto, que hay sobrecostos. Pues nosotros trabajamos con las tarifas del mercado”.
Continúa la entrevista: “¿Le duele esa generalidad que utiliza el presidente? Sí. Y me duele más por mis empleados, porque ellos, creyéndome a mí, le apostaron al Gobierno del Cambio. Hoy le puedo decir que están tristes y defraudados. ¿Y usted también lo está? Pues sí. Estoy triste. Defraudado, también. Yo creo que el Gobierno no ha sido gentil ni generoso para escuchar a Emcosalud o, por lo menos, generar una discusión. Nunca ha habido complacencias con nosotros. Al contrario, yo creo que el ministro Jaramillo no quiere a Emcosalud. Yo no siento que él aprecie nuestra empresa, ni el trabajo, ni el modelo de atención primaria que tenemos. ¿Y por qué? Yo no lo podría explicar. Conmigo no pueden hacer acuerdos diferentes a la prestación de servicios. Yo veo que el Gobierno y el Ministerio de Salud contratan con todo el mundo, pero menos con Emcosalud.
Hoy ninguna EPS intervenida tiene contrato con nosotros. Aquí, la única empresa petrista –si lo llamamos de esa manera– es Emcosalud. Pero todos los contratos los tienen las empresas uribistas. ¿Por decisión de quién? Pues del Gobierno: Aldo Cadena y el ministro Jaramillo. Yo no sé a qué se deba, pero no han querido ni siquiera que nos sentemos en una mesa de negociación para hacer una controversia técnica. Yo no estoy pidiendo que me regalen nada ni que le den a la empresa más que a los demás, ni que nos tengan preferencia. Solo pido que escuchen nuestras posiciones. Pero tampoco hemos podido lograr eso. Me decía que veía venir la suspensión del contrato. ¿Siente que le pasó factura haber expresado en múltiples ocasiones su preocupación por los riesgos del nuevo modelo? Es probable que mis pensamientos, posiciones y criterio técnico incomoden a algunos agentes del Gobierno, pero no podría precisar exactamente a qué se debe. Entonces, ¿qué pasará con Emcosalud ahora que no atenderán a los maestros? Vamos a buscar qué hacer. Mirar otros modelos de salud u otras áreas. ¿Pero están en riesgo? Sí, claro. Hay riesgo financiero. ¿Podría acabarse Emcosalud? Yo no creo que se acabe, pero sí se afecta mucho su operación. Y, sobre todo, no solo porque se acaba el contrato, sino porque tampoco nos pagan.
Hoy, entre el Fomag y las EPS, a Emcosalud le deben más de $150.000 millones desde hace dos años. ¿Quién les debe más: las EPS o el Fomag? Casi por igual. El Fomag nos debe como $100.000 millones y las EPS como $70.000 millones. ¿Ustedes seguirán intentando recuperar el contrato? Sí. Seguimos insistiendo en la propuesta económica viable para nosotros, que es de $56.000. Por lo menos para alcanzar a pagarles los salarios a los médicos. Con eso saldríamos ras con ras. Nosotros aspiramos a poder garantizar la atención a los maestros porque llevamos 36 años atendiéndolos, hemos crecido con ellos, y nuestro compromiso siempre ha sido con los usuarios. No somos una empresa con ánimo de lucro”.