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La reactivación de las empresas no puede comprometer el bienestar de lo más importante: su talento

Bien vale la pena recordar que si alguien asumió el costo de la covid-19 fueron precisamente los trabajadores y sus familias.

Alejandro Cheyne
22 de octubre de 2020

Durante los meses de noviembre y diciembre, las organizaciones en Colombia aprueban el presupuesto del siguiente año. Este ejercicio anual se plantea de la manera más cercana a la realidad posible, como ruta para la toma de decisiones en las organizaciones, y refleja, tanto la planeación del siguiente año, como la prospectiva de la organización. Es en este momento donde se presenta ese equilibrio de pensar en el corto y en el largo plazo. Las apuestas para la visión de la organización deben tener un presupuesto asignado, pues, de lo contrario, no pasarían de ser un sueño.

En esta ocasión, el presupuesto se realiza en un entorno marcado por la incertidumbre debido a los resultados del año 2020, que seguramente fueron muy distantes de los esperados; y a la probabilidad de una segunda ola de covid-19. Surge entonces, para el presidente de la organización y para los miembros de junta directiva, la necesidad de velar por resultados financieros positivos, planteados probablemente por escenarios para disminuir los riesgos de la organización. Lo anterior, los lleva inmediatamente a pensar en una restricción de costos y a “apretarse el cinturón” lo que más se puedan, pensando exclusivamente en las inversiones estratégicas para la organización.

Es aquí donde puede existir la tentación de algunas organizaciones de mejorar sus indicadores a costa del bienestar de sus trabajadores (más resultados con menos costos laborales), de tal forma que afirmaciones como: reducción de nómina, congelación de contrataciones para el próximo año, baja de sueldos, entre muchas otras, se han convertido en “supuestos necesarios” para lograr el EBITDA (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización de la empresa) deseado, olvidando que es su gente la mejor inversión de una organización. Adicionalmente, mensajes como el del viernes pasado en el documento del Consejo Nacional de Política Económica y Fiscal para la reactivación, plantean una reducción de costos laborales para la reactivación. Afortunadamente, luego se aclaró que este documento era simplemente un “borrador” de Planeación Nacional.

Bien vale la pena recordar que si alguien asumió el costo de la covid-19 fueron precisamente los trabajadores y sus familias. De acuerdo con el estudio Reactivar Colombia: un compromiso de todos, realizado por la Universidad del Rosario, la Casa Editorial El Tiempo, la firma Cifras y Conceptos, y la fundación Konrad Adenauer, al 73 por ciento de los encuestados se le han reducido los ingresos en sus hogares; el 45 por ciento ha perdido el empleo o algún miembro de su hogar; el 70 por ciento observa una reducción de empleo en su sector; y el 54 por ciento, una reducción de la jornada laboral con efectos en sus emociones como depresión 21 por ciento, irritabilidad 21 por ciento y cansancio 20 por ciento.

Los líderes deben identificar y comprender las emociones de su talento humano. Deben tener en cuenta que:

1. La covid-19 cambió la manera de trabajar, no solo como resultado del acceso remoto, sino debido a que se presenta una nueva forma de hacer las cosas: se superaron las barreras físicas, pero con horas exageradas de trabajo.

2. La capacidad de uso y apropiación de la tecnología no ha sido igual para todos. Por esta razón, se ha aumentado la brecha entre tecnoricos y tecnopobres.

3. Con la covid-19, sin duda, ha aumentado la paradoja del talento humano, existe una sobreoferta en el mercado de personas dispuestas a trabajar, el desempleo en las ciudades y, al mismo tiempo, los empleadores han manifestado escasez de competencias. Asimismo, están surgiendo expertos en nuevas áreas del conocimiento y oportunidades de negocio, mientras que en otros sectores tradicionales la demanda de trabajo baja con efecto inmediato en la inequidad.

4. El regreso a la presencialidad por parte de todos los colaboradores de una organización representa alegría por volver a su sitio de trabajo y permite fortalecer el relacionamiento. Sin embargo, al mismo tiempo, se generan temores por lo que pueda representar para su salud y la de sus familias, y miedo por no poder regresar y perder su trabajo.

El manejo adecuado de las emociones genera un espacio propicio para la innovación, la productividad y el intraemprendimiento en las empresas. Pero, para que esto se presente de la manera adecuada, se requiere de la estabilidad y felicidad de los colaboradores. Es ante estos retos, propios de todos los seres humanos, que el único camino es el diálogo entre todos los actores de la organización, para así poder generar espacios de confianza en donde se construyan propuestas en conjunto, siempre a favor del bien común.

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