
OPINIÓN
Las acusaciones de Maduro
Maduro aprovechó su “apoteósico triunfo electoral” para acusar una vez más a Duque de planear su asesinato.
Se llevó a cabo el sainete de las elecciones en Venezuela con “observadores internacionales” escogidos por el gobierno. Entre ellos la colombiana Piedad Córdoba y los expresidentes de Bolivia, Paraguay y Ecuador (Evo Morales, Fernando Lugo y Rafael Correa, respectivamente) conocidos por su “imparcialidad” ante el régimen.
Maduro aprovechó para denunciar que había cambiado su lugar de votación por haber recibido informaciones procedentes, no de la inteligencia cubano-venezolana, sino de la inteligencia colombiana que indicaban que el presidente Iván Duque había fraguado un plan para asesinarlo cuando fuera a votar. No es la primera vez que acude a semejante dislate.
Según Maduro, el mandatario colombiano ocupa buena parte de su tiempo en planear atentados en su contra: seguramente supone que el resto lo emplea haciendo crucigramas, ya que no es amigo del póker, que es un medio tan apropiado para urdir todo tipo de montajes.
De la misma manera, sin sonrojarse, reiteró que la inteligencia venezolana no tenía informaciones de la presencia de grupos armados colombianos en su país. Tal vez para verificarlo, podría consultar a “la inteligencia colombiana”, que tanto le ayuda.
La historia de las relaciones con Venezuela está colmada de curiosos capítulos. Corría el año de 1992. El presidente de Colombia era César Gaviria Trujillo y el de Venezuela Carlos Andrés Pérez: había amistad y un buen entendimiento entre los mandatarios.
Existían rumores de que en Venezuela se fraguaba una sublevación militar para derrocar al presidente Pérez que proyectaba viajar al foro económico de Davos, en Suiza, para exponer las excelencias de la economía venezolana. El entonces ministro de defensa, general Ochoa Antich, dio cuenta al mandatario de la situación. Sin embargo, Carlos Andrés Pérez viajó a Davos en donde se reunió con su colega Gaviria.
El 3 de febrero, ambos presidentes regresaron. Parecía que el golpe era inminente. Así se lo reportó nuevamente Ochoa Antich a Pérez, que no dio credibilidad a la información. El presidente Gaviria por algún conducto también lo supo y el 4 de febrero resolvió llamar telefónicamente a su colega para enterarlo.
Carlos Andrés Pérez le creyó a Gaviria, pero no tuvo tiempo para reaccionar, ya que precisamente mientras hablaban, un grupo de militares rebeldes irrumpía en el Palacio de Miraflores para detener al presidente.
La acción fue dirigida por un tal Hugo Chávez, un teniente coronel del ejército, que asumió la responsabilidad del frustrado golpe. Muchos lamentaron que hubiera fracasado. Los golpistas fueron a la cárcel. Fue el gran trampolín político de Chávez: nunca pensaron los venezolanos el aciago futuro que se cernía sobre su opulento país.
(*) Decano de la facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.