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El legado de Montealegre

En este principio de oportunidad hecho a la medida de los estafadores, no hay espacio para la reparación a las víctimas.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
18 de junio de 2016

El exfiscal Eduardo Montealegre será recordado no solo por sus contratos millonarios si no por haber puesto la fiscalía al servicio de los ladrones de cuello blanco. Ese es el legado que le deja a la justicia el principio de oportunidad que les concedió a los cerebros de la estafa del Fondo Premium, Juan Carlos Ortiz y Tomas Jaramillo, el 18 de marzo de este año, cuatro días antes de irse de su cargo. Un principio de oportunidad tan retorcido y amañado que fue firmado en la penumbra, a espaldas de la opinión pública.

Este principio de oportunidad concedido a los estafadores del fondo Premium es una pieza jurídica sin antecedentes en la justicia colombiana. Prevista en el sistema penal acusatorio, esta figura puede concederse por dos razones: cuando el sujeto beneficiado va a dar información que sirve para desarticular una banda criminal o cuando va a declarar en el juicio contra otros de los co-imputados. En los casos en que hay afectación patrimonial, -como sucede en este escándalo del fondo Premium-, se debe reparar a las víctimas, porque de lo contrario, se estaría premiando el delito.

Ninguno de estos tres preceptos los cumple este principio de oportunidad urdido por Montealegre. No se va a desarticular ninguna banda criminal, porque al negociar con los cerebros de la estafa eso se convierte en un imposible jurídico; tampoco van a declarar en el juicio contra nadie que valga la pena. Escupirán hacia abajo, hacia sus subalternos y cómplices para que sean sus  empleados del fondo, Rashid Maluf y  Juan Andrés Tirado y las representantes de dos de sus sociedades en Colombia, Claudia Aristizábal y Natalia Zúñiga quienes paguen por los delitos cometidos por ellos.  

Para no hablar del enroque macondiano que logran  Juan Carlos Ortiz y Tomas Jaramillo al pactar  beneficios a cambio de la patraña de que van a declarar el uno en contra del otro. (Ver principio de oportunidad de Juan Carlos Ortiz en el que dice que servirá de testigo de cargo en los juicios en contra de Tomas Jaramillo)  Es una burda farsa porque ese cara a cara nunca se va a dar ya que por ser beneficiarios de un principio de oportunidad, ninguno de los dos van a ir a juicio. Sobra decir, que los principios de oportunidad no están previstos para que los jefes de las bandas criminales declaren en contra  de subalternos, que no se beneficiaron económicamente de la defraudación orquestada por ellos.

En este principio de oportunidad hecho a la medida de los estafadores, tampoco hay espacio para la reparación a las víctimas. Y al no haber resarcimiento, la fiscalía hace suya la torcida tesis esgrimida por los estafadores de que los responsables de su estafa no son ellos sino el estado que nos los controló y les permitió robar. Si estos principios de oportunidad que Montealegre le lega  a la justicia, llegan a hacer carrera, en poco tiempo vamos a tener a todos los Madoffs del mundo haciendo de las suyas en Colombia, a sabiendas de que a cambio unos años de mansión por cárcel, podrán salir libres, con sus fortunas mal habidas intactas y con la patente de corso para seguir delinquiendo.   

Por si esto fuera poco, existe la posibilidad de que el fiscal Montealegre haya incurrido en una falta disciplinaria y penal al haber firmado presuntamente el principio de oportunidad de Tomas Jaramillo. Según el apoderado de Jaramillo, Jaime Lombana, Montealegre estaba impedido en razón de la amistad íntima que los unía. (Oir  declaración de Jaime Lombana en la habla del impedimento en La W).

Por eso, cuando se supo que la fiscalía había otorgado estos principios de oportunidad, los reclamantes le enviaron un derecho de petición a la fiscalía preguntando si el fiscal Montealegre se había declarado impedido en el caso de Tomas Jaramillo. Para su sorpresa, la fiscalía les respondió que Montealegre no estaba impedido y que si podía opinar o tomar decisiones en el caso de Tomas Jaramillo. (Ver respuesta de la fiscalía).  Una de dos: si Montealegre no se declaró impedido, le mintió flagrantemente al país.  Y si firmó el principio de oportunidad pese a estar impedido, su conducta indigna raya con el delito.  

Hasta ahora ninguno de los abogados de las victimas ha podido tener acceso formalmente a los principios de oportunidad de Tomas Jaramillo y de Juan Carlos Ortiz. El exvicefiscal Francisco j. Sintura, apoderado de una de las victimas, presentó un derecho de petición a la fiscalía en la que le pedia copias de esos principios de oportunidad, pero la entidad se los negó con el argumento de que los iban a conocer en la audiencia. (ver respuesta a Sintura).

Esta columna ha tenido acceso al principio de oportunidad de Juan Carlos Ortiz firmado por Montealegre (ver documento) pero hasta el día de hoy, el principio de oportunidad de Tomas Jaramillo, sigue siendo el secreto mejor guardado de la fiscalía.  

Ante la negativa de la fiscalía por entregar ese principio de oportunidad hay quienes temen que la fiscalía lleve a la audiencia del 28 de Junio en la que se le va a presentar a consideración del juez el principio de oportunidad de Tomas Jaramillo, un documento modificado que aparezca firmado por el fiscal encargado Jorge Perdomo.  

En cualquier caso, Montealegre puede estar incurso en un prevaricato o en una falsedad. Con este piano sobre sus espaldas, sí que se explica su afán por impedir reformar la comisión de absoluciones –donde sabe que no le ha pasado ni le pasara nada - y por atacar el Tribunal de Aforados que si lo podría procesar de verdad. 

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