Enrique Gómez Martínez Columna Semana

Columna

Mucha energía, barata y confiable

Pero si fuera necesario escoger como prioritario uno de tantos frentes de infraestructura como el más determinante para el desarrollo futuro del país.

Enrique Gómez
29 de septiembre de 2025

Se puede discutir cuál de las infraestructuras es más determinante para la competitividad futura del país. La respuesta, obvia y acertada, es que todas las infraestructuras son importantes. Su aporte conjugado, en asocio con grandes clústeres productivos donde se disponga de talento, capital, servicios y calidad de vida, constituye la clave para lograr productividad y competitividad en toda la economía.

Pero si fuera necesario escoger, como prioritario, uno de tantos frentes de infraestructura, el sector eléctrico sería el más decisivo para el desarrollo futuro del país.

Su trascendencia, tanto en el sector productivo como en hogares, es fenomenal. Insisto, no se trata de despreciar otras áreas de infraestructura u otras fuentes de nuestra canasta energética. Verbigracia, claro que la infraestructura de salud es fundamental y ha sido golpeada en este gobierno de manera sistemática e intencional, y enfrenta severos desafíos; pero su capacidad instalada se mantiene y su incidencia de uso, siempre indispensable, abarca aproximadamente solo al 20 % de la población que demanda atención efectiva de manera crónica o coyuntural en cualquier momento dado.

La energía eléctrica es determinante en su impacto macroeconómico y en su incidencia de uso en toda actividad productiva y en la calidad de vida en todo momento del día y de la noche.

El fuerte aumento en la demanda de energía eléctrica experimentado en el país refleja, por una parte, el deseado aumento en los estándares de calidad de vida y, por otra, el siempre demasiado lento desarrollo de la productividad.

La imprevisión, la sujeción enfermiza y algo irracional a doctrinas erradas de transición energética, retrasos imprevistos en la puesta en marcha de nueva capacidad instalada y el peso de los intereses especiales en el sector, han colocado al país en un escenario de permanente de crisis por la deteriorada correlación entre oferta y demanda de energía eléctrica.

De nuevo, en 2025, el ingreso de nueva capacidad de generación ha sido lamentable, con solo el 1,6 % de lo proyectado a junio, manteniendo la tendencia de los años anteriores. La Capacidad Efectiva Neta (CEN) de generación en el sistema interconectado no aumenta en los niveles requeridos por la demanda. Superada la crisis de El Niño y con el restablecimiento del nivel de los embalses, el gobierno pasó raspando el apagón, ocultando o maquillando los importantes niveles de demanda no atendida de 2024.

La proyección de demanda eléctrica y potencia máxima 2024 y 2038 de la UPME, en su versión de enero de 2025, genera serias dudas sobre los supuestos de proyección de crecimiento demanda regulada y no regulada y sobreestima, contra toda evidencia, la efectividad y entrada en operación de parques de energías renovables no tradicionales.

La UPME, convenientemente, ignora como el pobre crecimiento de la Capacidad Efectiva Neta ha venido frenando la aprobación capacidad para el determinante grupo Grandes Consumidores Especiales (GCE), otra traba oculta o palo en las ruedas que el gobierno del cambio le deja al desarrollo nacional y que será un obstáculo severo para la reactivación minero-energética e industrial en el próximo gobierno.

Por otra parte, toda la institucionalidad del sector prefiere ignorar o desconocer el impacto muy importante que puede llegar a tener el desarrollo acelerado de la inteligencia artificial en el consumo directo de energía y en el consumo derivado del proyectado aumento general de la productividad económica que debería derivarse de la misma.

En las ironías de la imprevisión y mediocridad de nuestras instituciones, cuando no se trata de la ceguera e hipocresía ideológica, es bueno traer a colación la aterradora anécdota del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA) de Chile. Como toda iniciativa bien pensante estatal, se puede juzgar si es pertinente o no que se genere burocracia pública para la promoción de la inteligencia artificial. Pero ese no es el objetivo aquí. Los chilenos buscan, entre varios fines y programas, generar un eje de IA, tanto en lógica probabilística como en aprendizaje profundo, más centrado en fuentes en lengua española y de origen latino americano. La idea parece buena. Los algoritmos de IA son construidos mayoritariamente sobre documentación en inglés y de origen anglosajón del enorme data lake global. Generar alternativas que operen y aprendan con base en otros contenidos en español es difícil pero razonable.

La ONG, que depende de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile ha reunido algunos pocos recursos (cerca de 15 millones de dólares) para tamaño empeño. Como es clarísimo, estos esfuerzos de investigación requieren enormes capacidades de procesamiento informático con importantes consumos de energía. La idea del CENIA era generar un nodo de IA más autónomo en su operación y fuentes de aprendizaje, para lo cual tener capacidades de procesamiento propias era importante. Sin embargo, el CENIA no obtuvo autorización de solicitud de capacidad de energía por parte de la autoridad municipal donde pensaba instalarse, por lo cual debió tristemente contratar su capacidad de procesamiento con Amazon y volver dócilmente al redil de las grandes multinacionales americanas que controlan con mano de hierro el futuro de la IA y el futuro de todo.

Sin una gran capacidad de generación de energía eléctrica desplegada en el corto, mediano y largo plazo en Colombia, perderemos el bus de la IA, del desarrollo y del futuro y quedaremos sometidos a la tan mentada servidumbre digital y a la pobreza. Lo curioso es que han sido el petrismo y el falso ambientalismo los que nos llevan a esa dura posibilidad.

Es hora de dejar los eslóganes e ilusiones de salvar el planeta, frenar los intereses especiales que se benefician con las restricciones de oferta, comprometerse con la expansión radical de la generación, restaurar la confianza y abrir el mercado mediante subastas transparentes y estimulantes para todos los modos de generación, sentar las bases inmediatas para la rehabilitación financiera del modo hidráulico y promover una gran industria de generación termonuclear en el país, manteniendo el objetivo de confiabilidad, pero matizándolo por la prioridad de bajo precio. Necesitamos competencia y grandes inversiones ahora. El futuro depende de ello.

Noticias Destacadas