¡Oda a la alegría!

Hay seres humanos, desde que nacen hasta que mueren, por su capacidad intelectual y constancia, son continua antorcha encendida,  para abrir espacios de formación: cultural, académica e intelectual a presentes y futuras generaciones.

El doctor César Montoya Ocampo, nacido en Aranzazu – Caldas, autor de varias obras, prestigioso abogado penalista, exparlamentario, exembajador, brillante orador y columnista semanal del diario La Patria y del Portal Eje 21, desde muy temprana edad se dedicó a cultivar sus dotes intelectuales.  

Lo más asombroso, es que a sus casi noventa años, es un ejemplo de vida, de constancia y perseverancia, puesta al servicio de sus semejantes desde  diferentes disciplinas del saber, nunca lo hemos visto aminalado ante las adversidades de la vida, con mucha frecuencia aplica la frase: “la vida empieza mañana”, ante una derrota profesional o política, al día siguiente está organizando sus bártulos para iniciar de nuevo la batalla.

Su trajinar ha cansado a varias generaciones, que deciden esperarlo en el camino de los facilismos, para continuar con él, el viaje, muchas veces a lo impensado, su brillante hoja de vida, de servicios al país y a sus semejantes, está signada por los altos designios de hombre público, perseverante y luchador.

La tarea más difícil para cualquier persona, es ser enemigo del doctor César Montoya Ocampo, primero se cansa la razón de sus detractores, que su espíritu jovial y dicharachero; las grandes vicisitudes de su vida las convierte en anécdotas, son el banquetes de inolvidables reuniones políticas y sociales; de toda su trayectoria como abogado, orador, político o contertulio, hay suficiente material para editar un anecdotario, que muy seguramente deleitará a conocidos y extraños.   

Ya en la cumbre de su fructífera existencia, lanza el próximo 7 de Octubre en su natal Aranzazu, la obra titulada: Oda a la Alegría, es una compilación de las más amenas vivencias de personajes de la vida: nacional e internacional; de la política y de la cultura, al leerla, además de nutrirnos intelectualmente, nos transporta a un pasado lleno de remembranzas, que tienen la picaresca de sus andanzas intelectuales.

Cuando la vida ha sido una antorcha encendida por los senderos del saber, esta  jamás se apaga, continuará alimentando el alma y el espíritu de quienes lo han secundado.

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