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Julio Londoño Paredes Columna Semana

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¿Parroquialismo o herencia?

A veces algunos piensan que Colombia todavía está en la época en que nuestro país no se atrevía a establecer relaciones con China.

7 de octubre de 2022

La escala que hizo el secretario de Estado de Estados Unidos en Colombia captó la atención nacional.

Se dio la impresión en algunos medios colombianos que Blinken había decidido venir exclusivamente a Colombia para dialogar con el presidente sobre su “histórico” discurso en Naciones Unidas. Para nada se mencionó inicialmente que el secretario de Estado viajaba para Lima a la asamblea general de la OEA, con otra escala adicional en Santiago de Chile para entrevistarse con Boric, antes de hacer lo mismo con Castillo en la capital del Perú.

Hablando de los logros de la entrevista con Blinken, se ha mencionado que el secretario estuvo de acuerdo, no solamente con las negociaciones con el ELN, sino con el proyecto de paz total. Además, que había apoyado la decisión del presidente sobre la modalidad que se estaba utilizando en nuestro país para combatir el narcotráfico.

Asuntos que atañen exclusivamente a Colombia, dentro de la obligación del Gobierno de luchar contra el narcotráfico, frente a la situación que vive el país y con las obligaciones que tiene de conformidad con el derecho internacional.

¿Será que algunos consideran que el visto bueno de Estados Unidos es fundamental para una acción, mala, buena o regular, pero que es del ámbito interno de nuestro país? Afortunadamente, Blinken dijo que apoyaba esas decisiones. ¿Qué tal que se hubiera opuesto a ellas?

De todas maneras, Petro, fuera de la ruana que le regaló, halagó entre chiste y chanza al secretario, diciéndole que iba a ser presidente de Estados Unidos.

La administración Biden está afrontando simultáneamente la guerra en Ucrania, las tensiones con China y las locuras del gran líder de Corea del Norte. Al mismo tiempo, ante la posibilidad de que Lula da Silva sea el próximo presidente del Brasil, ha observado que se está presentando un panorama de potencial consolidación de un “club de gobiernos de izquierda” constituido nada menos que por Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Honduras, Nicaragua, México y Cuba. Nunca se había presentado una situación parecida. Mientras que Rusia, China e Irán, pugnan por estar presentes en nuestro continente.

Los gobernantes de Chile, Perú y Colombia han sido elegidos recientemente por el voto popular. A Lula da Silva, Biden ya le envió el mensaje subliminal diciendo que apoyaría que Brasil fuera miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y con Venezuela aceptó el canje de unos norteamericanos por los sobrinos de Maduro.

A veces algunos piensan que Colombia todavía está en la época en que nuestro país no se atrevía a establecer relaciones con China, porque Estados Unidos “se disgustaba”, no obstante que Washington estaba desde tiempo atrás en arreglos discretos con Beijing.

¿Qué hacer si tenemos esa deliciosa vocación parroquial?

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