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Miguel Ángel Herrera

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Petro, el capitalista

Petro tiene ocho meses para convencernos de su talante demócrata, capitalista y liberal.

16 de septiembre de 2021

Petro mostró su nueva piel la semana pasada en Barranquilla al lanzar su campaña por la presidencia, sin querer queriendo. Se supone que es un precandidato del Pacto Histórico, pero su espectacular evento en la capital del Atlántico envió un mensaje contundente: Petro es el Pacto y el Pacto es Petro. Punto. Pero también quedó claro que no estamos frente al mismo Petro de hace cuatro años, sino frente a un candidato de izquierda mucho más consciente de la influencia de los factores políticos y económicos del entorno, y menos centrado en sus ideas de siempre, aparentemente.

“Yo no les estoy proponiendo el socialismo. Que la gente tenga derechos no se llama comunismo, se llama democracia. Lo que yo estoy proponiendo es democracia para tener la paz”. ¿Pueden creerlo? El nuevo Petro está claramente tomando distancia de la extrema izquierda, incluso, al costo de desmarcarse del socialismo que tanto defendió en la campaña pasada. Ahora se erige como un “demócrata”, como si la democracia fuera una ideología y no un sistema político -basado en la soberanía del pueblo- al servicio de cualquier ideología. Confunde y vencerás, parece ser el principio político de Petro en su lanzamiento.

El nuevo demócrata se autoproclamó en Barranquilla, además, como un liberal cuando hizo referencia al modelo económico que piensa impulsar desde el 2022. “…la propuesta liberal de Alejandro Gaviria no logra superar el neoliberalismo y de ahí sus silencios en estos temas. La posibilidad de encuentro entre el progresismo y el liberalismo se centra en que el liberalismo pueda superar el neoliberalismo”.

No es del todo clara la promesa económica del nuevo Petro, pero nos arroja algunas pistas: 1. Que cualquier asomo del modelo neoliberal será eliminado (claramente los tratados de libre comercio, la agenda de Colombia con el Fondo Monetario Internacional, etc.). 2. Que la libertad económica prevalecerá, pero sin los rasgos neoliberales, y con una mayor intervención del Estado, y 3. Que el modelo económico se fundará en una fusión de la visión progresista y la visión liberal, que tiene tanto de largo como de ancho. Es un potaje que nadie sabe qué ingredientes concretos contiene.

Pero quizás lo más sobresaliente del discurso de lanzamiento del candidato del Pacto Histórico es su salto al capitalismo: “…no es un capitalismo para 5 banqueros, es un capitalismo popular para 50 millones de personas”. ¡Wow!... Por primera vez en su vida política, Petro acepta el capitalismo. A su manera, pero lo acepta. Funda así una nueva corriente proselitista: “el capitalismo popular”, que interpretado benévolamente podría considerarse un modelo similar o equivalente al liberalismo social, que es aquel que promueve la riqueza privada como fuente primaria del bienestar social.

El Petro capitalista se comprometió a incentivar la competencia y a “corregir” los monopolios, al tiempo que sigue promoviendo -como hace cuatro años- un nuevo modelo económico cuyo éxito no dependa de la explotación de los recursos naturales, desincentivando la minería en general, y la explotación petrolera y carbonera, en particular. ¿Combatir las fuentes impopulares de riqueza, será también “capitalismo popular”?

El capitalismo del nuevo Petro es en esencia un capitalismo nacionalista, es decir, un seudo capitalismo porque la participación del sistema económico transnacional en la vida de los países es un rasgo primordial del capitalismo genuino. Promete convertirse en un apostador de la industria y la agroindustria colombiana protegiendo con mayores aranceles a la producción nacional, como es el caso de las confecciones, el acero y los alimentos. Y promete pasar a la historia como quien reactivó la industrialización de nuestra economía, con el Estado como garante.

Pero el tufo socialista persigue al nuevo Petro. En el mismo discurso en el que se autoproclama demócrata y capitalista popular, habla contundentemente de mayores impuestos a los dividendos y a tierras improductivas; de un banco estatal que compita contra los bancos comerciales y afirma que el mercado no corregirá lo que produjo el mercado: el cambio climático. “Libremente los empresarios no cambiarán tecnologías si no aumentan la productividad, así sean limpias…”. ¿Entonces, dónde está el nuevo Petro liberal?

Hay que reconocer, sin embargo, que el nuevo Petro también está cambiando de actitud con los empresarios, pero nacionales, desde luego. A lo largo de este año se ha reunido con muchos de ellos, buscando derrumbar varios mitos, pero especialmente el de la expropiación. Es evidente que quiere que los empresarios le pierdan el miedo. Y claramente también apunta a contar con el apoyo político y financiero de las grandes empresas colombianas, para hacer moñona: robarle aliados políticos a los partidos y clanes políticos tradicionales, y engrosar las finanzas de la candidatura.

Tiene ocho meses Petro para convencernos de su talante demócrata, capitalista y liberal. No la tiene fácil, considerando que en su Twitter reposan sendas evidencias que tendrá que desvirtuar: “Nosotros somos el socialismo del siglo 21 y lo de Chávez es el socialismo del siglo 20…” o, recientemente en el paro: “Los bloqueos deben seguir. Ni un paso atrás. Patria, socialismo o muerte” y “No consumir gaseosas. Salirse de los fondos privados de pensiones. No usar buses privatizados. No usa el carro ni abrir negocios los días del paro. No comprar en grandes superficies sino en tiendas. No comprar importados”.

Saquen ustedes mismos sus conclusiones.

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