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Pablo Federico Przychodny JARAMILO Columna Semana

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Petro habló y mostró sus cartas

Presidente, debe pensar bien lo que está haciendo. El poder al que usted acude no es tan popular.

Brigadier general (r) Pablo Federico Przychodny Jaramillo
18 de marzo de 2024

Una tarde castigada por un sol inclemente, sin una nube en el cielo que pudiera calmar su efecto sobre el rostro de los asistentes, caracterizó la reunión “popular” en la ciudad de Cali el pasado 15 de marzo entre el presidente de Colombia y representantes de las comunidades lideradas por el Consejo Regional Indígena del Cauca.

Los asistentes, la mayoría de ellos llegados desde el departamento del Cauca la noche anterior, en un despliegue intimidante de docenas de “chivas” y una cantidad no menor de camionetas asignadas por la UNP, atiborradas de miembros de las comunidades indígenas, muy pocos representantes de las negritudes y una más escasa presencia de campesinos, así como algunos jóvenes autoproclamándose ser de la primera línea.

El escenario escogido para este encuentro no pudo ser más agraviante para la mayoría de los caleños, por ser el sitio tradicional de “puerto rellena”, el punto donde se orquestó y constituyó el centro de coordinación para el secuestro social o confinamiento masivo más grande que se haya vivido en la historia de la nación, mientras que para algunos de los asistentes ese lugar simbolizaba la resistencia y la expresión de la protesta; cada uno lo evaluará desde la orilla en que se pare.

Llamó la atención la ausencia de las autoridades civiles dueñas de la casa, como son el alcalde y la gobernadora y, aún más, que la seguridad de la Policía fuera usurpada por la guardia indígena. Para los que pusimos atención a todo lo que pasó y se dijo allí, este detalle es un reflejo de lo que podría ser en futuro para nuestro país. También me sorprendió, aunque no fue trascendente, ver algunas mujeres con banderas de Palestina en la concentración.

Mientras la senadora Pizarro se paseaba como si estuviera en la alfombra roja, tomándose selfis con los asistentes, los muchos ministros del despacho, la jefe del Dapre, el jefe del DNP y algunos otros congresistas, que cosecharon votos entre la tragedia del que han llamado “estallido social” en Cali, miraban sus celulares e intercambiaban opiniones entre ellos, el mandatario prestaba atención de una manera muy juiciosa a lo que decían quienes le antecedieron en el uso de la palabra.

La dirección del encuentro “popular” estuvo bajo la tutela del representante del Cric, quien en su intervención inicial reclamaba por el reclutamiento de los niños, por la inclusión de la minga en el Plan Nacional de Desarrollo, por la seguridad de los territorios, la soberanía de los pueblos e hizo mucho énfasis en la marcha como un derecho que no se negociaba. Quedé, con esa exposición, con el sinsabor de no escuchar nada sobre la expulsión de la fuerza pública de los territorios, sobre las asonadas para quitar delincuentes capturados a las autoridades y la permisividad con los grupos ilegales para el control territorial de los resguardos con la guardia indígena como red de apoyo de los mismos.

Acto seguido se concedió el turno en el uso de la palabra a uno de los “compas” de la primera línea, reivindicando la lucha desde las calles y clamando por territorios como espacios de vida; posteriormente, dos personas más hablaron coincidiendo con la necesidad de la generación de espacios de interlocución, la necesidad de un acuerdo nacional para la política del cambio, el valor de los movimientos populares y –paradójicamente– en que la minga acompañaría a la paz total.

Como lo mejor se deja siempre para lo último, por el Gobierno nacional antes del mandatario, habló primero la señora vicepresidenta de la nación, quien manifestó su agradecimiento a la “minga popular, étnica y campesina”, resaltando la importancia histórica del sitio en que se encontraban, pues ese fue el punto de encuentro de lo que ella llamó “la Cali olvidada”.

Su referencia al Ministerio de la Igualdad fue tan profunda y amplia como ha sido la gestión de esa cartera, pero sí dejó muy claro que este gobierno “no asesina ni saca los ojos” pues es contraria a esa violencia patriarcal de los pasados gobiernos. Me gustó el llamado a terminar con los enfrentamientos entre comunidades negras y campesinas por la tierra, pero pienso que se le olvidó decirles eso mismo a los señores del Cric, quienes son los que invaden fincas y parcelas sin importar el color de la piel de su propietario. El jefe de la Unidad de Restitución de Tierras, que estaba presente, sabe mucho de eso.

El momento esperado llegó; el turno en el uso de la palabra le correspondió al presidente de todos los colombianos, de todos, así él aún no lo crea ni lo sienta así. En el saludo inicial a las autoridades, no mencionó a las políticas, administrativas, eclesiásticas y militares, pues estas no fueron invitadas al evento, como un acto de política excluyente, y no podía ser diferente, cuando sus primeras frases estaban orientadas a resaltar los siglos de sometimiento de los pueblos por parte de los “blancos, de los pudientes y oligarcas esclavistas” y por ello la importancia del sitio del encuentro y del monumento (construido durante los bloqueos a la ciudad, con mucho material robado de obras y avenidas y con algo de donaciones) llamando la atención al Ministerio de Cultura por no haber considerado esta “obra” como de interés nacional.

Como sé que la mayoría de los colombianos prefieren no escuchar al mandatario, por eso es importante en este escrito tratar de resumir, en parte, lo que expresó en la reunión con la minga, pues la forma como lo hace, a mi parecer, lo muestra más como un aspirante en campaña y no como un hombre de Estado ocupando la mayor dignidad del Estado. Petro, en su discurso, mientras hablaba de fascistas y oligarcas, atacaba a la prensa, señalaba a los clubes sociales como “prostíbulos” a los cuales nunca asistiría y manifestaba su abierto desprecio por el saludo de empresarios y dirigentes, y pese a ello seguía preguntado cómo hacer un acuerdo nacional.

En su acostumbrada actitud de víctima y con el ánimo de mantener despierta la solidaridad popular, manifiesta ser perseguido por la prensa e insiste que la intención de los “ricos” es sacarlo del Gobierno y mantiene torpemente la idea de que, para ello, se está estructurando un golpe blando. El mensaje que dejó en esa calurosa tarde del 15 de marzo se condensa en la intención de construir el poder popular como instrumento de defensa, no de la democracia, no de las instituciones, no de la Constitución, sino de su permanencia en el poder, frente a los reveses que ha sufrido en lo que va de su gobierno, por la estricta aplicación de las decisiones en las diferentes instituciones, propias del Estado social de derecho. Pese a que en muchos escenarios públicos dijo que no lo haría, clama por una asamblea nacional constituyente para cambiar aquellas que no favorecen a sus intereses, despreciando con ello el valor y el equilibrio de la separación de poderes. Petro habló y mostró sus cartas.

Pero hay que decirle:

Presidente, debe pensar bien lo que está haciendo. El poder al que usted acude no es tan popular. Acudir a la minga y a grupos sociales ideológicamente alineados con usted, no lo hace del todo popular. Por usted tan solo votaron 11.260.105 colombianos y algunos lo hicieron no porque fuera el mejor, sino porque el otro candidato, la verdad, nada que ver. Pero 27.742.134 ciudadanos no lo hicieron y eso muestra qué tan popular es. Créame que tantos desaciertos de parte suya están haciendo que hoy muchos de los que confiaron su voto en usted estén arrepentidos.

Ningún colombiano que esté en uso pleno de sus facultades desea que haga un mal gobierno, pues si lo hace, nos va a ir mal a todos.

Ahora que mostró sus cartas, juéguelas bien, pues reparte sobre la mesa mucho odio, ese mismo odio que dice lleva siglos marcando el poder en el país; cada vez que habla en la plaza pública genera temor, prevención y pierde fuerza en lugar de ganar espacios para encontrar un punto donde se establezca un consenso que permita finalmente llegar a un acuerdo nacional sobre el país de todos, derecha e izquierda, negros, blancos ricos, blancos pobres, campesinos, indígenas, obreros, empresarios, estudiantes, pensionados, periodistas, profesionales, técnicos, informales, mujeres, hombres, LGBTQ+, mineros, agricultores, soñadores, artistas, desocupados por convicción, desocupados por imposición, todos, señor presidente, todos.

¿Si ve que la lista es larga? Cuando lo entienda de verdad, podrá ser usted un mandatario popular y tendrá realmente el poder popular. Usted tiene las cartas y ya las mostró, ahora juegue bien, juéguele bien al país.

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