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Ilusión, irresponsabilidad y desconocimiento

Creímos que el plebiscito tres años atrás era pan comido. Pensamos que el Estado entraría integralmente a las regiones abandonadas por las guerrillas de las Farc para desarrollar lo que por décadas se esperó: Paz, Estado, Nación y no pasó.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
7 de octubre de 2019

Ilusos. 

Creímos que el plebiscito tres años atrás era pan comido. Pensamos que el Estado entraría integralmente a las regiones abandonadas por las guerrillas de las Farc para desarrollar lo que por décadas se esperó: Paz, Estado, Nación y no pasó.

Hace dos semanas, la llegada de los viejos-nuevos grupos armados se hizo realidad en una de las tantas veredas en las que parecía que las cosas cambiarían con el acuerdo del Teatro Colón. Reunieron a la comunidad para dar las nuevas-viejas órdenes: queda prohibido transportar heridos a bala o a cuchillo. 

Ni siquiera las ambulancias. De hecho, balearon una en que transportaban a un joven al que remataron dentro de la misma. 

Dijeron: solo se pueden transportar accidentados en moto, carro, personas enfermas o mujeres de parto.

Un vecino arriesgado, levantó la mano y preguntó: ¿y qué pasa si hay una pelea? 

La respuesta fue clara y concreta: “Ya dijimos no se transportan heridos ni a bala, ni a machete, ni cuchillo”. Y seguidamente, mirando a todos con rostro solemne sentenció: “Para evitar lo que dice el compañero es fácil, prohibidas las peleas”.

¿La razón? Los viejos nuevos  -que no son los de Iván Márquez- están recuperando territorios ahora en manos de un grupo competidor. 

Y, ¿el Estado? Ah, eso queda por Bogotá, se ve por televisión.

Irresponsables.

Ante el desastre que para una parte del país significó la victoria del No, lo que siguió para desgracia de todos fue la profundización de las divisiones familiares, políticas, empresariales y de comunidades estimuladas perversamente por liderazgos políticos de todos los orígenes.

Esta irresponsabilidad ha tenido su continuidad con la  canibalización entre las fuerzas políticas “alternativas”. 

Desde el centro hasta las expresiones de izquierda florecidas en lo electoral suman irrespetos, desconfianzas, y esta división entre las candidaturas acrecienta en la opinión la certeza de que los nuevos políticos al igual que los de ayer, no los representan. 

Por ello, salvo algunas excepciones, parece ser que la victoria la obtendrán quienes se han dedicado a destruir los elementos esenciales del acuerdo en los últimos 18 meses.

Desconocimiento:

Cuando alguien muere en algún lugar de la frontera en Cúcuta, funcionarios  de migración venezolanos y colombianos -al parecer sin que lo conozcan sus capitales-, hablan por teléfono y buscan la forma de que se pueda repatriar el cadáver tan pronto como sea posible para la familia. 

Son tantos los muertos que a veces ni se enteran porque como es sabido, ni todos los muertos se cuentan, ni todas las historias se conocen. 

La solidaridad y compasión entre quienes viven en los bordes fronterizos es la única norma establecida, es el código vigente cuando las frías decisiones de gobierno abandonan las relaciones entre estados. Lo que ocurre en la frontera es desconocido porque la región -con más énfasis por estos tiempos-, se ha convertido en tierra de ilegalidad y complicidades. 

Se viene una intensa actividad militar en el Catatumbo, lo saben los campesinos y los que por allí se mueven. 

No la decidieron los habitantes de la región, es una decisión de Bogotá, y en especial del gobierno que con 15.000 hombres de las Fuerzas Armadas, piensa resolver un problema que no se ha resuelto en más de 200 años. Contaremos muertos.

Para cerrar el escenario aparece un documento en el que se anuncia que unas nuevas-viejas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), le declaran la guerra al gobierno de Venezuela, a quienes abandonaron el acuerdo de paz y, a aquellos que según el documento de marras vendieron el país. 

Todo indica que los negociantes de la muerte y del poder hoy con el nombre de viejas-nuevas AUC, continuarán sumando enemigos a la lista.

Así las cosas, sería conveniente que un Gobierno construyera Paz, Estado, Nación antes que el país quede al garete, liderado por los que tengan las pistolas más grandes o de aquellos que les pagan y se benefician.

¿Habrá alguien desde las altas esferas de la economía y del poder que le meta cordura a este momento?

Mucho me temo que es tarde.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

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