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Re-feudalización

Hay que esperar lo que digan ‘ellos‘, porque por aquí lo que diga Duque no vale. Los “nuevos señores”, los que están controlando todo. Ya sacaron sus órdenes:...mientras el poder continúa en la fiesta de los contratos, el monólogo televisivo, las chuzadas…

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
5 de mayo de 2020

En tiempos de cuarentena: asesinatos de líderes, de firmantes del acuerdo de paz y nuevos falsos positivos. En estos nuevos-viejos tiempos de chuzadas a periodistas nacionales, internacionales, ONG, políticos amigos del proceso de paz. Ahora cuando se apoyan golpes e invasiones armadas en Venezuela, al tiempo que los trapos rojos se multiplican a lo largo del país, vale la pena recordar lo que dice el artículo 1 de la Constitución Política de Colombia promulgada en 1991: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de república unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general” y vale recordarlo, porque a los escenarios de miedo anotados arriba, debemos sumar uno que puede ser el más complejo a mediano plazo: conseguir al fin de la cuarentena el ingreso institucional en áreas rurales y en los barrios más distantes de los centros de poder.

Es el más complejo porque esas zonas viven un proceso de refeudalización, ante la mirada inerme de las comunidades, de sus líderes naturales y de alcaldes y gobernadores.

Hay que esperar lo que digan “ellos”, porque por aquí lo que diga Duque no vale. Los “nuevos señores”, los que están controlando todo. Ya sacaron sus órdenes:
Nadie que no sea de la vereda puede asomarse porque lo pelan, y si esta contagiado, la lleva.

Antier le quemaron la moto a un desobediente, se salvó porque era hermano de uno de la junta y bien conocido de por aquí, pero eso sí. Lo dejaron andando a pie. Historias como estas se repiten en áreas de Antioquia, Catatumbo, Putumayo, Cauca, Huila, Nariño, Arauca, entre otros durante este tiempo de cuarentena.

Ellos (todos los armados no estatales) y los otros (el Gobierno nacional, departamental y municipal) son referidos como los poderes y, en sus lógicas ambos son vistos con temor y desconfianza por el poblador de esas regiones.

Los “nuevos señores” son viejos en su práctica: armas, control del territorio, de la vida de la gente, asesinatos, complicidades para los negocios con autoridades policiales y militares, con políticos locales; benefactores de ocasión el Día de la Madre, el Día de la Mujer, en Navidades y Año Nuevo para que la comunidad además de temerlos les coja “cariño”. Hasta entregando ayudas se les ha visto, controlan accesos y definen la vida de la gente.

En lugares de Argelia o del Tambo en el Cauca, en Puerto Guzmán, Putumayo; en Taraza, Antioquia o en Tumaco, Nariño, para mencionar solo algunos municipios, es claro que cuando el Gobierno nacional levante la cuarentena, no será la norma para los pobladores.
Habrá que esperar qué digan “ellos” y ya se verá la capacidad institucional para reabrir esas zonas a la vida de la nación. (ver)

Lo dicho por la Constitución sigue como ilusión.  No somos un Estado de derecho, lo saben bien los desplazados antiguos y actuales. Igualmente lo conocen bien las víctimas de asesinados, desaparecidos y sus familias.  La mencionada autonomía de las entidades territoriales es inexistente y las decisiones fundamentales se toman en perspectiva de poder central.

Persiste la insania de gobernar el país con equipos que no conocen la realidad de las comunidades más empobrecidas y se repiten fórmulas que han mostrado con creces ser menos democráticas, menos participativas y que hacen de este un país ausente de pluralidad.

Pasa todo lo contrario a lo dicho en la Constitución, los estándares de dignidad humana e institucional se desploman a pasos acelerados. La pandemia hace evidente la fragilidad del sistema político y económico con que se administra a Colombia.

El proceso de refeudalización que vive el país se consolida en la política, en la economía y la geografía mientras el poder nacional, continúa en la fiesta de los contratos, el monólogo televisivo, las chuzadas y la redacción de decretos que debilitan la Constitución Política de Colombia. Una Constitución que por 29 años han ido volviendo trizas los legisladores de las casas que eligieron a Duque: los Gaviria, los Vargas Lleras, los Pastranistas, los conservadores oficialistas, las iglesias oportunistas, etc.

Esa Constitución sigue convertida en el objetivo a destruir, para los eternos negociantes del poder y la política en Colombia.  ¿Los consolidará la pandemia?

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