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Salvar el río Bogotá era cuento de no creer

¡Cuando las cosas se quieren hacer, se hacen! Como ya se están haciendo a favor del río Bogotá para mejorar la calidad del agua y como consecuencia optimizar la calidad de vida de los cundinamarqueses y bogotanos.

Germán Calderón España, Germán Calderón España
20 de marzo de 2018

En agosto de 2016 se licitó la ampliación y optimización de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, denominada PTAR El Salitre, iniciándose las obras en abril de 2017, tratándose a la fecha de hoy 4 metros cúbicos de agua por segundo, con aspiraciones que podrían superar los 7 metros cúbicos de desinfección mucho más eficaz que el que se está alcanzando, debido a la utilización de los denominados “lodos activados”, tecnología que produce agua tratada, en principio, para usos agrícolas y pecuarios.

La ampliación de la PTAR El Salitre está proyectada a 5 años, de los cuales 4 son de construcción y 1 de puesta en marcha con un costo aproximado de 430 millones de dólares.

Pronto se podrá utilizar agua para usos ambientales y deportivos con la construcción de un parque metropolitano de 23 hectáreas que hace parte del gran proyecto emprendido por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca –CAR-, en forma seria y demostrando que se transita por un buen rumbo jamás visto en la historia de estas entidades de protección ambiental en el país.

Además se está compensando ambientalmente porque las obras originan un impacto secundario a su progreso, construyéndose una zona de restauración ecológica del humedal El Cortijo, aumentando su cuerpo de agua de 1,5 hectáreas a 14, lo que servirá como espacio para la migración de la fauna y la flora nativa de esta región. También entraron en recuperación los humedales de Fúquene, Funza y los del sur de Bogotá que limitan con Soacha.

Hasta ahora se ha trabajado la cuenca media del río con la adecuación hidráulica, que una vez culminada dará lugar a la intervención de la cuenca alta en 47 kilómetros de un tramo comprendido entre el puente de La Virgen en la vía Suba–Cota hasta el puente Vargas en el municipio de Cajicá, ampliando su cauce, realizando el dragado y adquiriendo los predios para la restauración ecológica, lo que evitará las inundaciones descontroladas que se dan en ese trecho.

En esa mitigación y disminución de los riegos por inundaciones y desbordamientos también se intervienen 68 kilómetros entre las compuertas de Alicachín en el municipio de Soacha empatando con el puente La Virgen extrayéndose 7 millones de metros cúbicos de sedimentos y basuras que salvajemente son arrojadas en los últimos años por los ciudadanos capitalinos.

La ampliación del cauce de 30 a 60 metros de ancho, está duplicando la capacidad de transporte del agua de 100 a 200 metros cúbicos por segundo; los jarillones se están corriendo para que cuando llegue el invierno no se inunden las zonas que perjudican a los habitantes que día a día se comen la ronda del río, motivo por el cual la CAR compró 680 hectáreas de predios de los cuales un 30 por ciento aproximadamente están siendo utilizados para las adecuaciones al respecto.

También se está avanzando en la restauración ecológica de los predios y las zonas de ronda con la plantación de más de 120.000 ejemplares de especies nativas como cedro, cajeto, sauco, caucho sabanero, guayacán de Manizales, robles, chichalá, entre otras. En ese sendero se construyó un parque lineal para el disfrute de la comunidad y la preservación del ecosistema.

La ciudadanía puede estar tranquila porque se cumple el objeto de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, -CAR-, dirigido a la ejecución de las políticas, planes, programas y proyectos sobre medio ambiente y recursos naturales renovables, demarcado sobre la base de un componente variado y complejo de normas constitucionales, legales y reglamentarias.

Basta con darle un repaso al artículo 58 que alude a la función ecológica de la propiedad privada, al 79 que establece el derecho a un ambiente sano, al 80 referido a la planificación del manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, al 95 que versa sobre la protección de los recursos culturales y naturales del país, entre otros.

Esos conceptos universales sobre el ambiente sano y el agua, se condensan en una cultura ambiental sensibilizada por la CAR, por ejemplo, con los curtidores de Villapinzón y Chocontá que desarrollaban sus labores afectando el ecosistema. Ya fueron capacitadas esas familias en producción limpia y legalización de 22 curtiembres minimizando los impactos en la calidad del agua desde su nacimiento.

La recuperación del río Bogotá viene acompañándose de una cultura ciudadana en zonas como Sumapaz y un programa silencioso como el de las bicicletas en paz.

No olvidemos que fenómenos como El Niño, La Niña y el cambio climático, no son ajenos a los desarrollos constitucionales y legales, y mucho menos a las gestiones transparentes y serias que permiten minimizar los estragos que hacen que las ciudades perezcan por falta de agua. Por lo menos, podemos decir que las cosas se están haciendo bien en ese sentido.

(*) Gutiérrez Morad & Calderón España. Abogados Constitucionalistas.

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