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Una respuesta ética (Por Iván Darío Garzón V.)

Semana
14 de agosto de 2006

El estudioso profesor de las Universidades Nacional de Colombia y los Andes, Diego López Medina, ha escrito un interesante artículo en Semana.com (https://www.semana.com.co/wf_InfoArticuloNormal.aspx?IdArt=96000) en el que plantea en síntesis, que ante el problema de la eticidad del aborto surge una pregunta ética conexa, y es la que se refiere al respeto del valor de la vida en situaciones económicas y sociales en las que ésta puede estar en riesgo.

Diego López sostiene que "La visión ética del documento eclesial (La Encíclica Evangelium Vitae) es fuerte: el derecho a la vida es absoluto". En este punto discrepo con el autor. Si el derecho a la vida fuera considerado absoluto, la Iglesia no veneraría a los mártires, seres humanos que voluntariamente no antepusieron su derecho a vivir a la fe en Jesucristo.

Pero decir que no es absoluto no significa afirmar que no es el derecho supremo y jerárquico en el contexto de los ordenamientos jurídicos actuales o que no debe respetarse en toda circunstancia como un valor fundamental de la persona.

Aún así, y asumiendo como confiable la estadística de muertes por el incremento de las particulas en el ambiente que cita en el artículo aunque pueda ser discutida, recojo la inquietud del profesor López Medina pues me parece muy sugerente: si es que "en la formulación de políticas públicas o decisiones privadas de negocio se puede calcular el impacto de las mismas sobre vidas humanas".

Creo que la respuesta es afirmativa y sería deseable que en el mundo hodierno se le diera el peso que esto tiene. Pero que ello no sea así no es responsabilidad exclusiva de la Iglesia pues ella no es la monopolizadora de las concepciones éticas y morales de la sociedad -aunque los críticos señalen lo contrario-. Incluso en el ámbito católico, este tipo de parámetros y luces teóricas que iluminen las decisiones técnicas de los distintos campos (económico, jurídico, político, social)deberían venir del trabajo de intelectuales, profesores y científicos laicos que desarrollen con sus estudios y trabajo experimental los principios de la Doctrina social de la Iglesia. Es preciso recordar que ésta no ofrece una suerte de "recetas mágicas".
En esta línea, mi respuesta al profesor López ante su solicitud de una "Evangelium Vitae social" es que las encíclicas sociales (Rerum Novarum, Octogesima adveniens, Sollicitudo rei socialis, Laborem exercens, Centesimus annus, entre otras) han destacado el valor de la persona humana -la vida como base de su existencia- como
fundamento de la sociedad (puede verse lo mismo en Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II y en el Compendio de Doctrina social de la Iglesia aparecido recientemente). Pero las claves técnicas y específicas que permitan respetar la vida en las decisiones públicas no le corresponde fijarlas a los prelados o sacerdotes dado que ésa no es su función ni su vocación.

Que estemos en falta de dichas pautas técnicas y específicas -en cuyo diagnóstico coincido enteramente con López Medina- que desarrollen los principios de la doctrina moral o de la Enseñanza social de la Iglesia no debe endosársele como responsabilidad a ésta en cuanto que no es su responsabilidad primaria.

Yo mismo no me imagino cuál habría sido la reacción mediática si es que el ministro del Medio Ambiente buscando una opinión ética y moral le hubiera remitido dicha resolución al Arzobispo de Bogotá antes de firmarla. Quizás estimado colega, lo que sucede es que los medios de comunicación destacan hasta el cansancio los escándalos y las situaciones en las que la Iglesia reprueba y llama la atención en las determinadas situaciones éticas -como el aborto, la eutanasia, entre
otras-, pero ignora deliberadamente lo que dice o hace cuando se trata de hechos que quizás no generan el mismo impacto en las masas aunque quizás sean más significativos y trascendentes.

Así por ejemplo, ¿se ha dicho que Benedicto XVI estaría preparando Labor Domini, su primera encíclica social? ¿Se destacan de la misma manera los llamados por la paz y la reconciliación del Papa y los Obispos ante situaciones como las de Israel y el Líbano, así como las declaraciones de los líderes políticos? ¿Se les hace el mismo seguimiento y desarrollo?.

Creo que éstas son muestras concretas del inestimable valor de la vida humana para la Iglesia.

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