MARIO VALENCIA
Fiasco monumental internacional
No existe un lugar en el planeta tierra en que las recetas del FMI hayan tenido éxito.
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El Fondo Monetario Internacional (FMI) recientemente finalizó y publicó los resultados de su misión en Colombia, en el marco de la Línea de Crédito Flexible por US$11.400 millones, el cual convierte cualquier opinión de la institución en una exigencia si el país quiere acceder a dichos recursos.
Desde 1965 el FMI ha intervenido activamente en la definición e implementación de la política económica colombiana. Cualquier observador, incluso los menos suspicaces, podrían pensar que cinco décadas de recomendaciones permanentes y consistentes, así como el acatamiento obsecuente por parte de los gobiernos, serían suficientes para haber conseguido superar la pobreza, la desigualdad y ponerse a la par con los países más avanzados.
Aunque parezca increíble, el FMI acaba de recomendar exactamente lo mismo que viene haciendo Colombia desde el Acuerdo Extendido con este organismo en 1999: políticas para atraer inversión extranjera, aumento de las exportaciones, austeridad fiscal y recortes al sistema de seguridad social.
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No existe un lugar en el planeta tierra en que las recetas del FMI hayan tenido éxito. El economista de Harvard, Dani Rodrik, ha probado que los países de Asia que lograron un considerable crecimiento económico y del ingreso de sus habitantes, presentaron “importantes desviaciones” de las recetas exigidas por las instituciones del Consenso de Washington, las mismas que Colombia sigue fielmente hasta la fecha.
El 8 de marzo pasado, el FMI pidió otra reforma tributaria para “una ampliación de la base de personas naturales obligadas a declarar renta e IVA”, más austeridad del gasto público focalizando los subsidios a la población más “vulnerable”, es decir, a los más pobres de los pobres. Aplaudió el discurso embustero “con énfasis en el emprendimiento”, en el que cada ciudadano se convierte en una empresa fallida (y perseguida por la Policía). Cuestionó que la mayor parte del crecimiento económico provenga del consumo interno, porque se hace con importaciones que aumentan el déficit de Cuenta Corriente. Pero en lugar de promover el estímulo de producción local que reemplace dichas importaciones, llama a “fortalecer la competitividad externa”, para seguir exportando recursos naturales sin valor agregado. Para cerrar con broche de oro, pidió una “reforma pensional” que “garantice la sostenibilidad”, en otras palabras, que premie a los banqueros.
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No resulta para nada extraño -entonces- que el dócil gobierno del Centro Democrático se haya anticipado a las exigencias, colocándolas todas, todas sin excepción, en el Plan Nacional de Desarrollo que se encuentra en el Congreso de la República, que se tramita a puerta cerrada, sin debate y con cifras falsas, suficientes argumentos para que sea archivado.
Ningún país logró sacar adelante su economía haciendo lo que exige el FMI. Tampoco lo hará Colombia, por lo que habría que aprender de aquellos que crecen ignorando el fiasco de las medidas de esta institución.
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