Personaje
“No concibo la vida sin vino”, dijo Miguel Torres, dueño de la bodega Torres
Es una figura emblemática no solo en España, sino en todo el mundo del vino.
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Su bodega lleva más de 150 años en las manos de la misma familia, y se destaca por su compromiso con el medioambiente y por la unión entre tradición y modernidad.
Trazar una línea entre trabajo y pasión parece imposible para este español, que pertenece a la cuarta generación Torres y quien, desde 1991, asumió la presidencia de la Compañía luego del fallecimiento de su padre.
La Bodega Torres está intrincada en la historia vinícola española como líder de la importación de vinos de calidad, siendo la empresa con mayor número de hectáreas de viñedos en Cataluña.
Sin embargo, tienen producción en regiones importantes como Rioja, Ribera del Duero y Rueda, porque les interesa tener una gama amplia dentro de su portafolio. Así mismo, sus conquistas vitivinícolas han llegado a Chile y a California, donde también tienen bodegas.
Sus compromisos ecológicos y sociales han sido siempre muy importantes y se evidencian en las acciones que toman para mitigar los efectos del cambio climático, así como en las prácticas de fair trade, es decir, pagando a los campesinos precios justos por la uva.
Hace poco, Miguel Torres pasó por Colombia por primera vez y habló con palabras humildes y sabias acerca del mundo del vino, ese que encierra su vida personal y profesional.
¿Qué significa el vino para usted?
Es una vida, una ilusión. No concibo la vida sin vino. Como negocio no es brillante. Mi padre decía que la plata nunca la vería en el vino porque siempre hay que estar invirtiendo y estar muy atento y preocupado por la calidad.
Es un negocio que funciona muy a largo plazo, pero es muy bonito el contacto con el campo y la naturaleza, sabiendo que elaborarás un vino que hará feliz a la gente. Eso es maravilloso.
¿Qué es un buen vino?
El buen vino es el que le da placer a tu paladar. Punto. No vale que te digan que este vino es espectacular. Lo tienes que probar tú, experimentar, y luego tu paladar hablará.
Toma un poco de la bebida en tu boca, cierra los ojos y el vino se expresará por sí mismo. Escucha lo que te dice. Si es un vino joven, simple o sin demasiada elaboración, el mensaje será escueto pero maravilloso también. Si es uno complejo y elaborado, será una orquesta sinfónica. Escucha esa afinación de acordes que te acercarán a la naturaleza, a la tierra, a la vida misma.
¿A quién admira en el mundo de la viticultura?
Tengo que agradecerles mucho a mis profesores. Estudié en Francia, en Dijon y en Montpellier. ¿A quién debo yo más? ¿Quién me ha enseñado más? A mi profesor de enología en Dijon, Jacques Bergeret, (QEPD). Fue mi amigo, mi asesor.
¿Cuál fue el gran legado de su padre?
Aprender eso que es tan inherente al vino, valores únicos como tiempo, equilibrio y paciencia. Eso lo vi en mi padre, el saber esperar, el no tener prisa; buscar siempre el equilibrio entre la empresa y la calidad del vino.
¿Y el gran aporte que ha hecho Torres al mundo del vino?
Hemos contribuido a modernizar los vinos de España, por ejemplo, en los años sesenta cuando empezaron a llegar nuevas tecnologías.
Hemos ayudado a mejorar la imagen del vino español en el mundo, de hecho, en muchos países en Asia, cuando la gente habla del vino español piensa en Rioja y Torres. Es una marca muy antigua, mis padres empezaron a exportar el vino embotellado en la década del cuarenta y la marca es sólida. En Chile aportamos en ser pioneros, fuimos la primera empresa extranjera de vinos que llegó en 1979 y ayudamos a modernizar la enología de este país. Y en China hemos aportado algo a la cultura del vino para que lo valoren y lo consuman con los alimentos, tenemos una empresa que es la tercera en distribución en ese país.
¿Cómo le gusta tomarse y maridar sus propias botellas?
Sangre de Toro, así como el Viña Sol, son vinos para todos los días. Muchas veces llego a casa, me preparo una tortilla con los huevos que han puesto mis propias gallinas, luego una ensalada, y cojo una botellita pequeña de Sangre de Toro como la de los aviones. Me tomo eso feliz.
Si es verano, a lo mejor tomaría Viña Sol.
Maslaplana me gusta verlo en los mejores restaurantes del mundo, en 1969, en una cata en París, le ganó a un Château Latour. Este es ideal con carnes y quesos suaves, (nunca fermentados). Jamás con quesos azules.
El Viña Esmeralda es perfecto para la gente que empieza a tomar vino por primera vez, va muy bien como aperitivo y combina con la comida asiática.
El Gran Sangre de Toro, contra todo pronóstico, admite bien las especias indias siempre y cuando no sean muy picantes.
Siendo una bodega con tantos reconocimientos, ¿dónde están los siguientes retos?
Queremos acercar el vino a los jóvenes y demostrarles que el mundo del vino no necesita de estudios de libros ni de seminarios ni de tanta reflexión. El vino está para dar placer.