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ENTREVISTA

“Políticamente no ha pasado nada importante después de Marx”

Raoul Peck, el cineasta que sorprendió al mundo con ‘No soy tu negro’ y que ha abordado el racismo y el activismo político, estrena en el país una película sobre Karl Marx. SEMANA habló con él.

24 de marzo de 2018

Raoul Peck nació en Haití, pero, por la dictadura de François Duvalier, su familia tuvo que exiliarse en Congo, un país que en ese entonces (años sesenta) estaba en plena transición hacia la democracia. Cuando estudió cine en Berlín, la mayor parte de sus amigos eran jóvenes africanos que apoyaban los movimientos de liberación y antisegregación.

Todo esto moldeó su forma de pensar. En I’m Not Your Negro (2016), nominada al Óscar como mejor documental, hace una reflexión sobre el racismo en Estados Unidos a través de un texto del escritor y activista James Baldwin. En su más reciente producción, El joven Karl Marx, estrenada esta semana en Colombia, examina los primeros años del hombre que cambió para siempre la historia del mundo con su Manifiesto comunista y que este año cumple 200 años de nacido. SEMANA habló con él sobre esa película, el racismo y sus intereses políticos en el cine.

SEMANA: ¿Qué lo motivo a contar la juventud de Karl Marx, un personaje que, para bien o para mal, sigue siendo muy controvertido?

RAOUL PECK: Tanto I’m Not Your Negro como El joven Karl Marx las hice recientemente y son un intento de darle una respuesta al mundo que me rodea. Tuve una necesidad urgente de volver a los fundamentos que para mí son James Baldwin y Karl Marx, a quien estudié cuando estuve en la universidad, en Berlín. Él fue clave para que desarrollara las herramientas para participar en política, para analizar la sociedad en la que vivo y para tener un pensamiento crítico.

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SEMANA: ¿Qué tanta actualidad cree que tiene hoy ‘El Manifiesto comunista’?

R.P.: Solo te recomiendo leer el primer capítulo y verás que es una descripción sobre lo que se han convertido el capitalismo y la globalización. Un análisis muy actual porque hoy tenemos el mismo tipo de sociedad, el mismo tipo de producción, el mismo tipo de distribución de la riqueza, el mismo tipo de creación de pobreza, el mismo tipo de explotación, el mismo tipo de desigualdad. Estamos en la misma forma de producción que históricamente se ha definido como capitalismo y, por eso, políticamente no ha pasado nada importante después de Marx. Sigue siendo el único genio increíble que ha analizado esta sociedad.

SEMANA: ¿Qué retos implica hacer una película política sobre una idea que dividió al mundo?

R.P.: El mayor reto empezó al escribir el guion. Hace diez años el mundo tenía una especie de tabú hacia todo lo que era Marx, el comunismo, la lucha de clases. Y si abrías la boca, tú eras un extremista o alguien que estaba en contra de la democracia (y había insultos). Pero eso cambió hacia 2008, cuando la crisis financiera: muchas revistas económicas, incluso las más conservadoras, como The Economist, incluyeron a Marx en su portada. Lo que había comenzado para mí como un proyecto muy complicado, de repente, era realista.

SEMANA: ¿Por qué el interés de trabajar personajes como Marx, James Baldwin o Patrice Lumumba?

R.P.: Para mí el cine es un instrumento para el progreso, para hacer análisis, para tratar de enganchar a las personas, para abrir mentes y discusiones. Y hago películas que a mí me hubiera gustado ver cuando niño, porque como hombre negro y como alguien del tercer mundo, he estado ausente de toda la historia del cine. Muchos han tratado de contar nuestra historia, solo que esa no es en absoluto. Para mí, entonces, era importante ganarme mi lugar, poner en el primer plano nuestra historia o, al menos, mi punto de vista sobre el mundo.

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SEMANA: ¿Qué tanta aceptación tiene hoy el cine político? ¿Es igual a como lo tuvo en los años sesenta, por ejemplo, en América Latina?

R.P.: Conozco al cine político de todo lo que sucedió en la década del sesenta, no solo en América, sino en el mundo. Pero me di cuenta de que no podíamos continuar tratando de convencer a las personas que ya están convencidas; la pelea debe ser con la audiencia masiva. Así que cuando hago una película como Lumumba, un tema comprometido con mi visión, es exactamente lo que quiero decir políticamente. Así es como trabajo: tomo temas difíciles e intento hacerlos accesibles a una audiencia masiva.

SEMANA: En ‘I’m Not Your Negro’ usted refleja cómo Estados Unidos niega su segregacionismo. ¿No ocurre lo mismo en América Latina?

R.P.: Es lo mismo. América Latina está en la misma situación, ya sea con respecto a las comunidades indígenas o a las comunidades negras. Brasil, que solía ser el país más antirracista, hoy es extremadamente racista. Igual pasa en Francia; cuando la película salió allá, los periodistas empezaron a preguntar: “¡Oh, por Dios, esto es tan feo en los Estados Unidos!, ¿cómo hiciste la película?”. Y te das cuenta de que la película podía estar basada también en la situación francesa. Además, la base del filme es sobre cómo tratamos al otro, sin importar de qué color sea su piel, sin importar cuál sea su contexto histórico. De eso se trataba el discurso de James Baldwin, él hablaba sobre cómo debemos tratar a otro ser humano.

SEMANA: ¿Qué tan pertinentes pueden ser sus películas en épocas de Trump, Putin y de diferentes caudillismos?

R.P.: Espero que mis películas sobrevivan a este momento. Pero la batalla es muy compleja; la democracia está cuestionada en el mundo. Así que necesitamos hacernos preguntas y promover la discusión, que es lo que debe hacer todo artista. Yo hago películas que, de alguna forma, muestran que el mundo es complejo y que no hay una respuesta fácil como el populismo nos quiere hacer creer. Que cuando Trump dice algo muy estúpido, como “hagamos a América grande de nuevo”, uno puede empezar a definir palabra por palabra: “grande” o “nuevamente”; y preguntarse: luego de siglos de matar personas y de apoyar dictadores en América Latina o en Haití, o de matar líderes como Lumumba y otros, ¿de qué grandeza estamos hablando? ¿Cuándo fue este país grande? ¿Qué significa grande?

SEMANA: Usted, como pocos, ha desarrollado temas sobre conflictos en África, como Ruanda y Congo...

R.P.: Viví y estudié en Congo, mi padre trabajó allí en los sesenta, y estaba cuando mataron a Lumumba (periodista y líder anticolonialista). Siempre escribo sobre temas que sé y me tocan. Y, como dije, soy muy cercano al continente africano por muchas razones, no solo históricas o políticas: cuando estudiaba en Berlín, mis amigos estaban organizados en el ANC (Congreso Nacional Africano) o en movimientos similares.

SEMANA: Usted es haitiano. ¿Cuál es realmente el gran problema de su país?

R.P.: ¿Cuánto tiempo tenemos? Fatal Assistance, que hice después del terremoto, es un documental que muestra no solo el fracaso de la ayuda humanitaria y la asistencia, sino también el involucramiento político de los países occidentales, liderados por Estados Unidos y Canadá. Nosotros hemos sido odiados desde la independencia, desde el desafío que representó para los países poderosos la creación de un Haití libre. La gente lo olvida, pero fue gracias a mi país que los americanos se convirtieron en americanos y que toda América Latina fue liberada. Simón Bolívar vino a Haití y recibió ayuda. Y nosotros pagamos eso.

SEMANA: ¿Siente que los aislaron?

R.P.: Sí. Éramos como Cuba en pleno siglo XIX. Las superpotencias de la época nos aislaron: Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra. No aceptaban que Haití se hubiera rebelado y creado el primer territorio libre para todos. Porque los Estados Unidos no eran libres, por lo menos no para todos. Habíamos tenido la Revolución Francesa –esa gran celebración humanista–, pero infortunadamente no fueron capaces de aceptar que los negros también eran seres humanos. Así que la primera revolución exitosa en el mundo que realmente defendió la idea de que TODOS los hombres son iguales fue Haití. Así que desde entonces, desde 1804, pagamos un alto precio.

SEMANA: ¿Por eso tanta pobreza?

R.P.: Haití no era pobre, Haití le dio a Francia un tercio de sus riquezas, ¡un tercio! Ese es el origen histórico, aunque, por supuesto, hay errores de los que lideraron la nación. Pero siempre hemos sido el secreto escondido de los poderes del mundo occidental.

SEMANA: ¿Usted ha sido víctima del racismo?

R.P.: Bueno, toda mi vida, por supuesto. Aunque soy afortunado porque me pude formar profesionalmente, me puedo defender y siempre he visto el racismo como ignorancia. Nunca he dejado que me cambie o me afecte y, por el contrario, lo utilizo como liberación y para dedicarme más profundamente a lo que hago. El racismo, además, no solo es un tema sobre raza, también es un tema de poder. Tú puedes ver la misma actitud con las mujeres. Es la misma actitud dominante occidental de gente que piensa que ellos crearon el mundo, aunque el mundo ya les ha demostrado que no es así.